viernes, 13 de febrero de 2015

El hombre de los globos

Hacía días que había llegado a la feria del pueblo un vendedor de globos que siempre tenía clientes alrededor, porque sabía cómo atraer su atención.
Un niño negro, que se pasaba las horas muertas delante de él, vio como soltaba un globo rojo que todos los presentes contemplaron mientras ascendía lentamente y se perdía por detrás del campanario de la iglesia.
Aprovechando la expectación que se había creado, fue soltando, uno tras otro. Un globo azul, después uno verde, más tarde uno amarillo y uno lila, otro blanco...
Todos remontaron el vuelo como había hecho el rojo y, empujados por una suave corriente de aire, se hicieron cada vez más y más pequeños, arrastrando tras de sí la mirada ilusionada de grandes y pequeños.
Mientras los demás miraban al cielo, el niño negro no perdía de vista un globo negro que el vendedor aún sujetaba en su mano.
Tras armarse de valor, se acercó y le preguntó:
-Señor, si soltara el globo negro, ¿ subiría tan alto como los demás ?
Entonces, el vendedor, entendiendo lo que en realidad quería preguntarle el niño, soltó el globo y le respondió:
- No es el color lo que le hace subir, hijo. Es lo que hay dentro. Porque, a pesar de las diferencias externas, por dentro todos somos iguales.

Muy sabio este "vendedor de globos"

Buen fin de semana a todos los que paséis por aquí...bueno y también para los que no pasen. Todos tenemos derecho a ser felices.

6 comentarios:

  1. Ma de los Angeles, qué buen relato, todos tenemos que pensar que somos iguales ante los ojos de Dios, un abrazo!

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    1. Eso es seguro, pues solo Dios nos hizo como Él quiso. Blancos, negros, amarillos, gordos flacos, etc.
      Un abrazo María Cristina

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  2. maria de los ángeles
    hermosa enseñanza, y viva los niños y los globos
    magú

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    1. Estoy de acuerdo con amar a los niños. Es mi ruego permanente pues ellos están totalmente indefensos.
      Un abrazo magu.

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  3. Si, amiga, todos somos iguales, no importa el color.
    Abrazos
    Roser

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    1. Hola reser, ya veo que te ha gustado mi zafarrancho en la bañera. La verdad es fue casi chistoso.
      Un abrazo

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