lunes, 19 de noviembre de 2012

Poner la mano en el fuego

Hay dichos que nos son cercanos, pero este es muy, muy lejano y pone los pelos de punta, sobre todo a los que temen el fuego como es mi caso:
Cuando los romanos fueron sitiados hacia el año 510 a.C. distintos episodios se sucedieron en Roma, la situación era desesperada por la carencia de alimentos.
Un joven llamado Mucio, viendo morir de hambre a sus conciudadanos, se presentó ante el Senado y se ofreció para infiltrarse de noche en el campamento de Porsenna, disfrazado de etrusco y asesinarle con el permiso de los senadores, afirmando que muerto el rey, los etruscos descabezados se retirarían.
El senado lo tomó por loco, pero como estaban desesperados al final le dieron permiso al joven para hacer lo que quisiera pensando que no volverían a verle. Mucio, salió una noche de las murallas, cruzó a nado el río, se disfrazó de soldado etrusco y se infiltró en el campamento. Logró entrar en una tienda donde había un personaje ricamente ataviado, sacó el puñal  y lo apuñalo. Enseguida fue apresado, pero en realidad había matado a un dignatario de Porsenna. Los soldados le llevaron ante él para ser interrogado y condenado mediante torturas a hierro y a fuego.
Entonces Mucio tomó la palabra y dijo al rey: " Soy ciudadano romano y me llamo Gallo Mucio. Soy tu enemigo y solo quiero matar a un enemigo que nos daña. Puedes torturarme, abrasarme y matarme, y no temo al fuego ni a la muerte, pues tu vas a morir. En Roma somos 300 jóvenes conjurados, adiestrados para afrontar el fuego y la muerte. Después de mi vendrán 300 , uno tras otro y siempre habrá un puñal oculto para ti, que al final te matará. Igual que yo, ni temerán al fuego ni a la muerte. Mira."
Y acercándose a un fuego Mucio puso su mano derecha sobre las ascuas y la dejó consumirse sin emitir un solo gemido.
El rey contemplo la escena aterrado y admirado, viendo a aquel feroz joven y creyó que se enfrentaba a un pueblo feroz y temible, perdonó la vida al joven soltándolo y al poco levantó su campamento y se fue.
Los romanos llamaron a a aquel joven "Mucio Escévola" (Mucio el manco), le premiaron con campos y honores públicos y los historiadores romanos narraron repetidamente su legendaria gesta.

8 comentarios:

  1. Gracias a "El zurdo" tenemos la frase de "poner la mano en el fuego"... interesante entrada.

    Un abrazo.

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    1. Yo no hubiera sido ni la mitad de valiente, que digo, ni la cuarta parte.Me aterra todo lo que queme.

      Un abrazo

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    1. Hola Boris, hacía mucho que no sabía nada de ti. Gracias por la visita y te deseo que tengas una buena semana, o lo que queda de ella.
      Un beso

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  3. Una gran historia de un hombre muy valiente y el gesto de quemarse la mano sin un lamento es terrible y le llena de grandeza.Besotes

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    1. Charo, cuando yo me quemo con una gota de aceite, los gritos se oyen hasta en Zaragoza.¡¡¡Ya lo creo que fue un valiente!!!
      Un besito

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  4. Gracias por esta enseñanza María De Los Ángeles, siempre aprendo con tus escritos. Muchos saludos!

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