sábado, 5 de febrero de 2011

Una de paletos

Hoy como sigo algo pachucha por aquello de la "Culebrilla" y donde mejor estoy es en la cama, me he visto un par de películas, una, como digo en el título, de paletos, concretamente "La Ciudad no es para mí". Esta película creo que la hemos visto todos los españoles y parte de los extranjeros, no una sola vez, ya que en la "tele" la ponen muy a menudo pero es tan tierna que no cansa nunca.
Me gusta verla porque he conocido a muchos "paletos" muchos de ellos de mi propia familia. Voy a contar algunas anécdotas que recuerdo:
Una de ellas es que mi encantadora abuela paterna que vivía en Recas (Toledo), siempre que venía alguno del pueblo a Madrid, le decía que su hijo era el guardia y que le llevara unos chorizos de parte de ella. La pobre se creía que no había más guardia que su hijo.
Lo bueno es lo que le pasó a mi tío Francisco...cuanto nos pudimos reír, sobre todo mi madre que lloraba de la risa.
Resulta que llegó a Madrid un domingo y se fue derecho al rastro, pues iba a comprar unas piezas para el carro. Traía una cesta con huevos, harina y chorizos. Se arrimó a un puesto a ver si veía lo que buscaba...mientras tanto, "le buscaron" la cartera. Debió de notar algo pues enseguida se dio la vuelta y vio a un hombre que salía corriendo. Él, ni corto ni perezoso, dejó la cesta en el suelo, se quitó la pelliza y la bufanda (era el mes de enero) y salió corriendo detrás del "caco", por supuesto que no cogió al ladrón, pero es que cuando volvió a donde había dejado la cesta y su ropa...también habían volado. Se presentó en casa a las dos de la tarde, heladito de frío, por supuesto sin comer y casi llorando, el pobre era muy llorón y más de la impotencia que tenía.
Cuando nos lo contó, nosotros seis niños, no parábamos de reír, mi madre que se las daba de lista por aquello de vivir en Madrid, y según ella no la habían engañado nunca, no reía, lloraba de la risa.
Pasó el domingo en casa y el lunes se fue a su pueblo con ropa de mi padre pero sin la pieza de repuesto para el carro sin pelliza y sin su calentita bufanda. La cesta con las viandas era para nosotros así que también nos quedamos sin comer los ricos chorizos que hacía mi muy querida tía. No se lo que le diría esta y como se lo tomarían mis primos...un día se lo tengo que preguntar.
Seguro que os ha hecho un poco de gracia, con esa intención lo he contado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario