lunes, 5 de septiembre de 2011

Una de vampiros.

Conozco a un rumano que a mi me parece un poco raro. Es altísimo, muy delgado, tiene el cabello un poco canoso y una entradas excesivas, al ser tan alto va un poco encorvado y mira como si lo estuviera haciendo de reojo, va siempre vestido de negro e incluso en el invierno se toca con una capa y un sombrero la mar de siniestro. No es que tenga miedo cuando me cruzo con él, pero después de leer esta leyenda o lo que sea, la coloco aquí para que todo el que tenga la suerte de leerla...sienta repelús. No voy a ser yo sola. Así que preparaté a sentir un poco de reparo o miedo según seas de valiente:
En Rumanía no todos los vampiros están muertos. Algunos respiran, y solo se diferencian de las personas normales en que por las noches su ALMA abandona el cuerpo y deambula en forma de mariposa, polilla o pequeña luminaria. Bajo esta forma pueden absorber la energía de humanos y de animales domésticos y cometer todo tipo de maldades.
Ocurrió una vez en Siret, cerca de la frontera con Ucrania, que tres soldados y un anciano viajaban en carreta, buscando un lugar en el que conseguir un poco de heno. Se había hecho ya de noche, por lo que pararon en una casa solitaria al lado del camino en un claro del bosque.
La mujer de la casa los recibió con amabilidad. Invitó a los soldados y al anciano a pasar a la cocina y les sirvió a cada uno un cuenco de pudin de maíz, tras lo cual abandonó su compañía, aduciendo que tenía otras labores que hacer.
Cuando terminaron de comer, los soldados quisieron buscar a la mujer para darle las gracias, pero esta no aparecía por ninguna de las habitaciones de la casa.
Decidieron entonces subir al desván haber si se encontraba allí. Al entrar, la vieron tirada en el suelo junto a otros seis cuerpos inertes.
Ninguno de los cuerpos se movía; estaban como paralizados, con la mirada fija en el techo y la boca abierta. Había mucho de antinatural en su inmovilidad, parecían cáscaras vacías, casi cadáveres.
!STRIGOI¡ - exclamó el anciano con horror-
Él y los soldados huyeron escaleras abajo, montaron en la carreta y se alejaron lo más deprisa que podían. Cuando, ya a una distancia prudencial, volvieron la vista atrás, vieron como siete pequeñas luces salían de detrás de la casa y se dirigían camino arriba hacia ellos.
Eran estas las almas de los vampiros: Si los soldados hubieran dado la vuelta a los siete cuerpos del desván, nunca hubieran podido entrar en ellos. Según la tradición, las almas de los vampiros vivientes se reunen con los vampiros muertos a las afueras de los pueblos. allí donde no se oye el canto del cuco ni el ladrido del perro, aprenden gran cantidad de conjuros y hechizos y unos y otros se reparten a las personas a las que planean hacer daño como si estas fueran cabezas de ganado. !!!Uffffffffffff¡¡¡¡¡ !Que miedo¡
No se como se me ha ocurrido escribir esto.
En este momento es la hora bruja, soy la única que está levantada a esas horas. No se como me voy a atrever a ir a mi dormitorio...¿Quien dijo miedo? !Halla voy¡
Todo esto me pasa por haberme fijado en el pobre rumano que vive cerca de mi casa y sacar conclusiones...a lo mejor es un parado y el pobre lo que tiene es cara de hambre. Como lo vuelva a ver le invito a merendar...

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