No me refiero a romance de nadie conocido por ser famoso, famosete o famosillo. Al que yo me refiero es a uno que creo que todos conocemos, por lo menos los mayores de...
Este romance nos lo enseñaron en el colegio, lo representábamos en los fines de curso o alguna fiesta del "cole". Todas las niñas queríamos ser la Infantita, los niños, por supuesto, el conde y pocos querían hacer el papel de la reina. Me refiero al "Romance del Conde Olinos". Con él quiero hacer un homenaje a mis amigos los poetas, a los que les salen tan bien las rimas y los versos, cosa que no me ocurre a mi que soy una negada para ello y por supuesto que, lo que cuento lo he copiado de un libro. Es de autor desconocido y hay más de 70 versiones. Cantadas, recitadas y musicales. Esta es la que he elegido. Allá va:
ROMANCE DEL CONDE OLINOS
Madrugaba el conde Olinos,
mañanita de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar:
las aves que iban volando
se paraban a escuchar,
Desde la torre más alta
la reina le oyó cantar:
-Mira hija como canta
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
que esa no tiene cantar,
es la voz del conde Olinos,
que por mi penando está.
-Si por tus amores pena
yo le mandaré matar,
que para casar contigo
le falta sangre real.
-¡No le mande matar madre,
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
a mi la muerte me da!
Guardias mandaba la reina
al conde Olinos buscar.
-¡Que lo maten a lanzadas
y echen su cuerpo a la mar!
La infantina con gran pena
no cesaba de llorar
Él murió a la media noche,
Ella a los gallos cantar.
A ella, con hija de reyes,
la entierran en el altar,
a él como hijo de condes,
unos pasos más atrás.
De ella nace un rosal blanco,
de él, un espino albar.
Crece uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar,
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella nacería una garza,
de él, un fuerte gavilán.
Juntos vuelan por el Cielo.
Juntos vuelan a la par.
Leyéndolo y escribiéndolo, se me ha hecho un nudo no se donde, si en el corazón o en la garganta. ¡No se puede ser tan romántica!
lunes, 28 de noviembre de 2016
lunes, 21 de noviembre de 2016
Las Lunas
Hace unos días todo el mundo estaba revuelto por ver la Luna más brillante que habían visto nunca, ya que según los entendidos, no se había visto otra igual desde el año 1947.
Yo la verdad es que me parecen todas igual de grandes e igual de brillantes y ¡ mira que he visto!.
En cierta ocasión vi una, o eso me pareció a mi, que era tan grande como una mesa camilla de dos metros, sin exagerar. Iba con unos amigos que tienen una finca de labranza en Belvis de Jarama. Según salíamos en una furgoneta por el camino hacia la carretera vimos un enorme disco muy grande y de color naranja. Uno de los que iba en el coche preguntó:
-¿Que es eso? Yo que siempre salto dije:
-La luna.
Entonces el más anciano que era un hombre de campo y sabía más que los hombres del tiempo, apuntó:
-Eso no es la Luna, la Luna está por el otro lado.
No se si los demás estaban asustados, pero yo tenía mucho miedo y le dije al conductor que no parara, que corriera todo lo que daba de si la furgoneta que además de nosotros, iba llena de repollos. Volamos hasta que llegamos a Barajas. Uno de los "entendidos" que iba con nosotros, nos contaba que cerca del Aeropuerto se habían visto varios Ovnis.
No se si era la Luna o un Ovni, pero miedo pasé mucho. En el corto trayecto pensé si nos iban a "tragar" para llevarnos a otros mundos...mi imaginación voló...
A los pocos días en los telediarios dijeron que se habían visto Ovnis cerca de Barajas...
Si volvemos a los años cuarenta, cuando salíamos a tomar el fresco a la calle (entonces no existía el aire acondicionado), y dudo que, ni mis padres ni mis vecinos lo hubiesen podido costear. Pues bien. después de cenar, raro eran los vecinos que con su sillita de anea y a veces con el botijo, no salían a tomar el aire fresquito.
Aunque los niños estábamos poco tiempo porque teníamos que madrugar para el "cole", si estuvimos un día que salió una hermosa luna llena.
Enfrente de casa había un montículo de tierra y allí nos sentábamos los chavales mientras nos contaban cuentos e historias, sobre todo mi padre, que se le daba muy bien inventárselos.
Ese día, para que viéramos mejor la Luna, mi madre nos puso una manta en el suelo, nos echamos panza arriba y así veíamos la Luna maravillosamente bien.
En aquellos años se veían perfectamente las estrellas, había poca contaminación. Nos enseñaron "El carro" y la Estrella Polar que era la más brillante.
Cuando todos estábamos fijos en la hermosa Luna, uno de mis hermanos le preguntó a mamá que era lo que había dentro de la luna y ella nos lo explicó a su manera y convencida:
Mirad niños, lo que se ve dentro de la Luna es "Bartolillo con un haz de leña", todos nos quedamos perplejos y todos queríamos saber como fue a parar Bartolillo a dicha Luna, esto fue lo que nos contó:
"Bartolillo era el menor de siete hermanos, todos los días su madre los mandaba al campo en busca de leña, él era el que siempre traía el haz mas pequeño.
Un día les dijo su madre antes de salir de la casa:
-Según me traigáis el haz de leña, así será el trozo de pan que os daré.
Los niños se marcharon en busca de la leña. El pequeño que además de pequeño era un poco gandul, no se le ocurrió otra cosa que coger una enorme piedra, la metió entre los sarmientos, pocos, que había recogido y resultó que llevó la carga más grande.
Cuando su madre lo vio, porque las mamás aunque son muy buenas no son tontas, preguntó a Bartolillo.
-¿No habrás metido una piedra entre los sarmientos? El niño contestó:
-No...
La mamá insistió:
-¿Me dices la verdad?
-Si, mamá, si es mentira que me trague la Luna"...
Y se lo tragó. Y allí está.
Mi madre se quedó tan ancha.
Este cuento lo he contado montones de veces a mis hijos más que ha nadie. El lunes pasado mientras mi hijo, que pasa de los cuarenta, y yo desde nuestra ventana estábamos viendo tan hermoso espectáculo, con su brazo sobre mi hombro, va y me dice:
-Mamá, quieres creer que me parece que estoy viendo a Bartolillo...
Yo la verdad es que me parecen todas igual de grandes e igual de brillantes y ¡ mira que he visto!.
En cierta ocasión vi una, o eso me pareció a mi, que era tan grande como una mesa camilla de dos metros, sin exagerar. Iba con unos amigos que tienen una finca de labranza en Belvis de Jarama. Según salíamos en una furgoneta por el camino hacia la carretera vimos un enorme disco muy grande y de color naranja. Uno de los que iba en el coche preguntó:
-¿Que es eso? Yo que siempre salto dije:
-La luna.
Entonces el más anciano que era un hombre de campo y sabía más que los hombres del tiempo, apuntó:
-Eso no es la Luna, la Luna está por el otro lado.
No se si los demás estaban asustados, pero yo tenía mucho miedo y le dije al conductor que no parara, que corriera todo lo que daba de si la furgoneta que además de nosotros, iba llena de repollos. Volamos hasta que llegamos a Barajas. Uno de los "entendidos" que iba con nosotros, nos contaba que cerca del Aeropuerto se habían visto varios Ovnis.
No se si era la Luna o un Ovni, pero miedo pasé mucho. En el corto trayecto pensé si nos iban a "tragar" para llevarnos a otros mundos...mi imaginación voló...
A los pocos días en los telediarios dijeron que se habían visto Ovnis cerca de Barajas...
Si volvemos a los años cuarenta, cuando salíamos a tomar el fresco a la calle (entonces no existía el aire acondicionado), y dudo que, ni mis padres ni mis vecinos lo hubiesen podido costear. Pues bien. después de cenar, raro eran los vecinos que con su sillita de anea y a veces con el botijo, no salían a tomar el aire fresquito.
Aunque los niños estábamos poco tiempo porque teníamos que madrugar para el "cole", si estuvimos un día que salió una hermosa luna llena.
Enfrente de casa había un montículo de tierra y allí nos sentábamos los chavales mientras nos contaban cuentos e historias, sobre todo mi padre, que se le daba muy bien inventárselos.
Ese día, para que viéramos mejor la Luna, mi madre nos puso una manta en el suelo, nos echamos panza arriba y así veíamos la Luna maravillosamente bien.
En aquellos años se veían perfectamente las estrellas, había poca contaminación. Nos enseñaron "El carro" y la Estrella Polar que era la más brillante.
Cuando todos estábamos fijos en la hermosa Luna, uno de mis hermanos le preguntó a mamá que era lo que había dentro de la luna y ella nos lo explicó a su manera y convencida:
Mirad niños, lo que se ve dentro de la Luna es "Bartolillo con un haz de leña", todos nos quedamos perplejos y todos queríamos saber como fue a parar Bartolillo a dicha Luna, esto fue lo que nos contó:
"Bartolillo era el menor de siete hermanos, todos los días su madre los mandaba al campo en busca de leña, él era el que siempre traía el haz mas pequeño.
Un día les dijo su madre antes de salir de la casa:
-Según me traigáis el haz de leña, así será el trozo de pan que os daré.
Los niños se marcharon en busca de la leña. El pequeño que además de pequeño era un poco gandul, no se le ocurrió otra cosa que coger una enorme piedra, la metió entre los sarmientos, pocos, que había recogido y resultó que llevó la carga más grande.
Cuando su madre lo vio, porque las mamás aunque son muy buenas no son tontas, preguntó a Bartolillo.
-¿No habrás metido una piedra entre los sarmientos? El niño contestó:
-No...
La mamá insistió:
-¿Me dices la verdad?
-Si, mamá, si es mentira que me trague la Luna"...
Y se lo tragó. Y allí está.
Mi madre se quedó tan ancha.
Este cuento lo he contado montones de veces a mis hijos más que ha nadie. El lunes pasado mientras mi hijo, que pasa de los cuarenta, y yo desde nuestra ventana estábamos viendo tan hermoso espectáculo, con su brazo sobre mi hombro, va y me dice:
-Mamá, quieres creer que me parece que estoy viendo a Bartolillo...
lunes, 14 de noviembre de 2016
Si yo tuviera....
Hoy no tengo ganas de contar cosas que me han pasado, antes y después de esta semana. ¿El motivo? Pues que luego me critican...que si todo me pasa a mi.. que soy una exagerada...que no puede ser que le ocurran esas cosas a nadie...en fin, que hoy me pongo punto en boca. y no creáis que no tengo noticias, pues, si solo cuento lo bien que lo pasé el viernes con mis primas...ya es suficiente.
Hoy mi amigo el Psicólogo me ha echado una mano dándome dos casos de los que ha hablado esta semana en la Universidad y, según me ha dicho, a sus alumnos les ha gustado:
El primero se titula: SI YO TUVIERA.
Erase una vez un hombre que caminaba por la orilla del mar a la luz de la Luna y, en lugar de disfrutar de la agradable noche, de la paz del momento, de la inmensa belleza del cielo estrellado, iba todo el rato pensando en las cosas que no poseía:
* Si tuviera un coche nuevo, sería muy feliz; ojalá pudiera comprarme una gran casa, con todo tipo de lujos; qué sería de mi vida si, por fin, consiguiera ese trabajo con el que siempre he soñado? ; mi vida sería el colmo de la plenitud si estuviese con la pareja perfecta...*
En ésas estaba, cuando tropezó con una bolsita llena de piedras y, sin molestarse en echarles un vistazo, empezó a lanzarlas al mar mientras seguía con sus delirios de grandeza.
Cuando ya estuvo de regreso en casa, sacó del bolsillo la bolsa creyendo que estaba vacía y de su interior cayó una de las piedras. Cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que se trataba de un diamante. Se echó las manos a la cabeza al calcular la fortuna que había perdido entre las olas del mar para siempre.
Y eso mismo es lo que les sucede a muchas personas: cada día arrojan al mar los pequeños tesoros que ya poseen y a los que no dan valor soñando con lo que no tienen., La felicidad está muy cerca de nosotros y nos permitimos el lujo de ignorarla.
La segunda se titula: EL TELEVISOR.
La profesora de literatura propuso a sus alumnos un nuevo ejercicio: tenían que hacer una redacción en la que explicasen en qué les gustaría convertirse. Como era de esperar, muchos niños escogieron ser animales poderosos como el tigre o el león, así como superhéroes, personajes de ficción de sus series de dibujos animados o incluso policías y bomberos. Pero el más sorprendente fue un alumno que quería ser un televisor.
El texto del muchacho comenzaba así:
*-Si pudiese transformarme, como por arte de magia, elegiría ser un televisor, querría ocupar un lugar especial y reunir en torno a mí a todos los miembros de la familia. Desearía que todos escuchasen mis palabras, que mi padre estuviese atento a lo que cuento aunque hubiera llegado agotado del trabajo. Que mi madre dejase cuanto tiene entre manos, que siempre es mucho, para dedicarme su tiempo sin prisas, relajadamente. Que mis hermanos se peleasen por estar a mi lado...Me gustaría divertirlos a todos.*
Este cuento encierra una importante reflexión: a veces perdemos el tiempo en cosas que no nos aportan nada, descuidando las que si son importantes.
En esta historia, leyenda o clase de mi buen amigo, yo no he intervenido nada más que para contarla, por lo tanto...yo me lavo las manos y todas las criticas van para un magnifico Psicólogo de la Universidad de Alcalá de Henares de cuyo nombre no quiero acordarme...¿De donde me suena esta frase?
Admito criticas.
"El televisor" me ha impresionado y me ha dado pena al mismo tiempo saber que hay familias como la que describe el autor.
Hoy mi amigo el Psicólogo me ha echado una mano dándome dos casos de los que ha hablado esta semana en la Universidad y, según me ha dicho, a sus alumnos les ha gustado:
El primero se titula: SI YO TUVIERA.
Erase una vez un hombre que caminaba por la orilla del mar a la luz de la Luna y, en lugar de disfrutar de la agradable noche, de la paz del momento, de la inmensa belleza del cielo estrellado, iba todo el rato pensando en las cosas que no poseía:
* Si tuviera un coche nuevo, sería muy feliz; ojalá pudiera comprarme una gran casa, con todo tipo de lujos; qué sería de mi vida si, por fin, consiguiera ese trabajo con el que siempre he soñado? ; mi vida sería el colmo de la plenitud si estuviese con la pareja perfecta...*
En ésas estaba, cuando tropezó con una bolsita llena de piedras y, sin molestarse en echarles un vistazo, empezó a lanzarlas al mar mientras seguía con sus delirios de grandeza.
Cuando ya estuvo de regreso en casa, sacó del bolsillo la bolsa creyendo que estaba vacía y de su interior cayó una de las piedras. Cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que se trataba de un diamante. Se echó las manos a la cabeza al calcular la fortuna que había perdido entre las olas del mar para siempre.
Y eso mismo es lo que les sucede a muchas personas: cada día arrojan al mar los pequeños tesoros que ya poseen y a los que no dan valor soñando con lo que no tienen., La felicidad está muy cerca de nosotros y nos permitimos el lujo de ignorarla.
La segunda se titula: EL TELEVISOR.
La profesora de literatura propuso a sus alumnos un nuevo ejercicio: tenían que hacer una redacción en la que explicasen en qué les gustaría convertirse. Como era de esperar, muchos niños escogieron ser animales poderosos como el tigre o el león, así como superhéroes, personajes de ficción de sus series de dibujos animados o incluso policías y bomberos. Pero el más sorprendente fue un alumno que quería ser un televisor.
El texto del muchacho comenzaba así:
*-Si pudiese transformarme, como por arte de magia, elegiría ser un televisor, querría ocupar un lugar especial y reunir en torno a mí a todos los miembros de la familia. Desearía que todos escuchasen mis palabras, que mi padre estuviese atento a lo que cuento aunque hubiera llegado agotado del trabajo. Que mi madre dejase cuanto tiene entre manos, que siempre es mucho, para dedicarme su tiempo sin prisas, relajadamente. Que mis hermanos se peleasen por estar a mi lado...Me gustaría divertirlos a todos.*
Este cuento encierra una importante reflexión: a veces perdemos el tiempo en cosas que no nos aportan nada, descuidando las que si son importantes.
En esta historia, leyenda o clase de mi buen amigo, yo no he intervenido nada más que para contarla, por lo tanto...yo me lavo las manos y todas las criticas van para un magnifico Psicólogo de la Universidad de Alcalá de Henares de cuyo nombre no quiero acordarme...¿De donde me suena esta frase?
Admito criticas.
"El televisor" me ha impresionado y me ha dado pena al mismo tiempo saber que hay familias como la que describe el autor.
lunes, 7 de noviembre de 2016
Llanto por una Rata
Creo que este episodio puede pasarle a cualquiera, pero ha pasado en mi casa y aunque hay quien dice que todo me pasa a mi, no es cierto, lo que ocurre es que yo lo cuento. Hay dos motivos, uno, que me libero de lo ocurrido, otro, que hago participe a mis amigos de cosas transcendentes que a todos nos puede ocurrir.
Diréis, ¡cuenta! ¡cuenta! Pues ahí voy, lo que cuento es la pura verdad y tal como ocurrió. Digo esto porque mi cuñada Pepi siempre me dice que exagero las cosas, en este caso no exagero ni "mijita".
"Ayer domingo, sobre las ocho de la noche, se acerca mi hijo al salón, donde yo estaba leyendo un libro muy interesante, a darme un beso, lo hace muy a menudo pues él está en su cuarto con su ordenador o sus películas y yo como ya digo estaba en el salón.
Al pasar por el recibidor vio algo en el piso y me llamó para que los dos lo viéramos. Parecía y era excremento recién puesto, además era seguro que era de rata. Enseguida me subí a una silla, no se por qué, pero lo hice. Un poco más calmada y mientras mi hijo exploraba lo que era, bajé de la silla y vimos que efectivamente estaba fresco. Mi hijo lo limpió, se lavo 20 veces las manos, aunque por supuesto lo limpio con papel.
Empezamos a buscar y rebuscar a ver donde podía estar tan repugnante visitante. Por supuesto no encontramos nada. Yo, que me paso de lista, decido echar harina por todo alrededor del frigorífico y también de los muebles de la cocina, pues es de suponer que seguro estaba en la cocina...no encontramos nada.
Pasaron las horas sin tener ninguna noticia de bicho alguno. Cenamos y sobre las 11, mi hijo se acostó, ya que madruga para ir al trabajo. Yo me quede como siempre hago, viendo una película o leyendo.
No habría pasado más de media hora, cuando oigo ¡¡mamaaaaaaá!!!
No puedo definir el susto y miedo que sentí. Me pareció que era un lamento como cuando eran pequeños los niños y te llamaban pidiendo auxilio a quien se creen que todo se lo soluciona, su madre.
Fui corriendo hacia su cuarto, abro la puerta y le veo encima de la cama y me dice...¡¡Está aquí!!
-Es enorme de grande, mamá y además es preciosa... Sin comentarios.
Yo también me subí a la cama, pero claro, teníamos que organizarnos para sacarla, como fuera, a la calle.
Decidimos cerrar todas las puertas, para cuando saliera (si conseguíamos que saliera), no entrara en otras habitaciones. La primera que salido de allí fui yo. Cerré todas las puertas, o eso creí yo, y me atrincheré en el salón. Como la puerta tiene cristal podría verla salir. Mi hijo cogió el cepillo de barrer, el "trasto" ese de hacer fotografías con el móvil, creo que se llama Selfie. Con todo ello empezó a hacer suido, pues se había escondido detrás de un ordenador, y la rata salió corriendo, con tan mala fortuna que entró en la cocina. Allí si que sudó la gota gorda mi pobre hijo. Lo más inmediato fue esconderse detrás del frigorífico y empezar a cenar, pues estaba comiéndose la harina que yo había echado en el suelo. Yo a todo esto, seguía en el salón, bien cerradita.
Ya era más de una de la madrugada y no adelantábamos nada. Decidimos abrir la puerta de casa, la del portal primero y la del portal segundo. A todo esto, los dos estábamos en pijama y la rata en la cocina, las puertas de la calle de par en par...mi hijo tubo que correr el frigorífico y la condenada rata iba debajo. Empezo a achucharla con el cepillo, con el palo del Selfie y con mucho miedo por si le mordía, pues ya sabemos las enfermedades que acarrean.
Ya eran casi las 2 de la madrugada cuando a fuerza de ruido sale la dichosa rata corriendo y mi hijo asustándola, yo le decía: -Dale fuerte y mátala, mátala.
Pero claro no era tan fácil, él quería echarla a la calle y le dio con el cepillo. La rata chillo y mi hijo se echa a llorar diciendo: Pobrecita la he hecho sangre.
Os imagináis el cuadro, un hombre como un castillo que mide 1-80 y va camino de los 50 años llorando porque no quería matar a una rata...es muy amante de los animales.
Yo desde mi atalaya, pues además de estar encerrada en el salón estaba subida en la silla más alta, por fin la veo salir corriendo delante de mi hijo. Aquí no acaba todo, al llegar al recibidor, en un pequeño hueco que hay entre un zapatero y la pared, allí se mete.
Las puertas abiertas, las tres, nosotros en pijama, la rata echando sangre por todo el recorrido y para rematarlo, un vecinito que venía de fiesta, al ver el panorama nos pregunta si pasaba algo. Cuando se lo contamos le dio un ataque de risa y cuando descubrió a la rata le aconsejaba a mi hijo que la cogiera del rabo...
Por fin la pudo azuzar y sacarla al portal, pero no creáis que la remató, no, la echo al césped del jardín
Bueno, no quiero cansar más a quien se atreva a leerme. Ahora voy con los resultados:
A las tres de la madrugada y después de fregar toda la casa por donde había pasado tan indeseado huésped, salíamos a los contenedores a tirar: el cepillo, el cacharro de hacer Selfie que era la mar de majo de acero inoxidable, las zapatillas, la fregona, las bolsas de ir al Súper, una maceta con flores artificiales del recibidor y no me tiró a mi porque le dije que no me había tocado la rata.
Era muy tarde cuando estábamos los dos en la ducha. No se que tal día habrá pasado, yo por lo menos he dormido siesta.
¡Ah, cuando he salido a comprar pan, no he visto a la rata, seguro que no murió, asi mi hijo estará más contento.
En cuanto me he levantado esta mañana he ido a la oficina del administrador a contarle el suceso, aunque también se ha reído enseguida ha llamado a los de desratización, esta misma tarde ha venido un "matarratas", se han portado muy bien unos y otros. Según me ha contado el presidente de la comunidad, por la mañana ayer domingo cuando estaba arreglando no se qué en el cuarto de basuras, vio a la rata, le dio una patada y la echó al patio, como vivo en el bajo, seguro que subió como la yedra, por las pareces.
Fin del episodio
Diréis, ¡cuenta! ¡cuenta! Pues ahí voy, lo que cuento es la pura verdad y tal como ocurrió. Digo esto porque mi cuñada Pepi siempre me dice que exagero las cosas, en este caso no exagero ni "mijita".
"Ayer domingo, sobre las ocho de la noche, se acerca mi hijo al salón, donde yo estaba leyendo un libro muy interesante, a darme un beso, lo hace muy a menudo pues él está en su cuarto con su ordenador o sus películas y yo como ya digo estaba en el salón.
Al pasar por el recibidor vio algo en el piso y me llamó para que los dos lo viéramos. Parecía y era excremento recién puesto, además era seguro que era de rata. Enseguida me subí a una silla, no se por qué, pero lo hice. Un poco más calmada y mientras mi hijo exploraba lo que era, bajé de la silla y vimos que efectivamente estaba fresco. Mi hijo lo limpió, se lavo 20 veces las manos, aunque por supuesto lo limpio con papel.
Empezamos a buscar y rebuscar a ver donde podía estar tan repugnante visitante. Por supuesto no encontramos nada. Yo, que me paso de lista, decido echar harina por todo alrededor del frigorífico y también de los muebles de la cocina, pues es de suponer que seguro estaba en la cocina...no encontramos nada.
Pasaron las horas sin tener ninguna noticia de bicho alguno. Cenamos y sobre las 11, mi hijo se acostó, ya que madruga para ir al trabajo. Yo me quede como siempre hago, viendo una película o leyendo.
No habría pasado más de media hora, cuando oigo ¡¡mamaaaaaaá!!!
No puedo definir el susto y miedo que sentí. Me pareció que era un lamento como cuando eran pequeños los niños y te llamaban pidiendo auxilio a quien se creen que todo se lo soluciona, su madre.
Fui corriendo hacia su cuarto, abro la puerta y le veo encima de la cama y me dice...¡¡Está aquí!!
-Es enorme de grande, mamá y además es preciosa... Sin comentarios.
Yo también me subí a la cama, pero claro, teníamos que organizarnos para sacarla, como fuera, a la calle.
Decidimos cerrar todas las puertas, para cuando saliera (si conseguíamos que saliera), no entrara en otras habitaciones. La primera que salido de allí fui yo. Cerré todas las puertas, o eso creí yo, y me atrincheré en el salón. Como la puerta tiene cristal podría verla salir. Mi hijo cogió el cepillo de barrer, el "trasto" ese de hacer fotografías con el móvil, creo que se llama Selfie. Con todo ello empezó a hacer suido, pues se había escondido detrás de un ordenador, y la rata salió corriendo, con tan mala fortuna que entró en la cocina. Allí si que sudó la gota gorda mi pobre hijo. Lo más inmediato fue esconderse detrás del frigorífico y empezar a cenar, pues estaba comiéndose la harina que yo había echado en el suelo. Yo a todo esto, seguía en el salón, bien cerradita.
Ya era más de una de la madrugada y no adelantábamos nada. Decidimos abrir la puerta de casa, la del portal primero y la del portal segundo. A todo esto, los dos estábamos en pijama y la rata en la cocina, las puertas de la calle de par en par...mi hijo tubo que correr el frigorífico y la condenada rata iba debajo. Empezo a achucharla con el cepillo, con el palo del Selfie y con mucho miedo por si le mordía, pues ya sabemos las enfermedades que acarrean.
Ya eran casi las 2 de la madrugada cuando a fuerza de ruido sale la dichosa rata corriendo y mi hijo asustándola, yo le decía: -Dale fuerte y mátala, mátala.
Pero claro no era tan fácil, él quería echarla a la calle y le dio con el cepillo. La rata chillo y mi hijo se echa a llorar diciendo: Pobrecita la he hecho sangre.
Os imagináis el cuadro, un hombre como un castillo que mide 1-80 y va camino de los 50 años llorando porque no quería matar a una rata...es muy amante de los animales.
Yo desde mi atalaya, pues además de estar encerrada en el salón estaba subida en la silla más alta, por fin la veo salir corriendo delante de mi hijo. Aquí no acaba todo, al llegar al recibidor, en un pequeño hueco que hay entre un zapatero y la pared, allí se mete.
Las puertas abiertas, las tres, nosotros en pijama, la rata echando sangre por todo el recorrido y para rematarlo, un vecinito que venía de fiesta, al ver el panorama nos pregunta si pasaba algo. Cuando se lo contamos le dio un ataque de risa y cuando descubrió a la rata le aconsejaba a mi hijo que la cogiera del rabo...
Por fin la pudo azuzar y sacarla al portal, pero no creáis que la remató, no, la echo al césped del jardín
Bueno, no quiero cansar más a quien se atreva a leerme. Ahora voy con los resultados:
A las tres de la madrugada y después de fregar toda la casa por donde había pasado tan indeseado huésped, salíamos a los contenedores a tirar: el cepillo, el cacharro de hacer Selfie que era la mar de majo de acero inoxidable, las zapatillas, la fregona, las bolsas de ir al Súper, una maceta con flores artificiales del recibidor y no me tiró a mi porque le dije que no me había tocado la rata.
Era muy tarde cuando estábamos los dos en la ducha. No se que tal día habrá pasado, yo por lo menos he dormido siesta.
¡Ah, cuando he salido a comprar pan, no he visto a la rata, seguro que no murió, asi mi hijo estará más contento.
En cuanto me he levantado esta mañana he ido a la oficina del administrador a contarle el suceso, aunque también se ha reído enseguida ha llamado a los de desratización, esta misma tarde ha venido un "matarratas", se han portado muy bien unos y otros. Según me ha contado el presidente de la comunidad, por la mañana ayer domingo cuando estaba arreglando no se qué en el cuarto de basuras, vio a la rata, le dio una patada y la echó al patio, como vivo en el bajo, seguro que subió como la yedra, por las pareces.
Fin del episodio
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