Fue un almuerzo de "chicas" que casi todas pasaban de los 70 años. Se trataba de cinco primas, mis primas, tengo que decir que yo soy la mayor de todas, por eso, las miraba y aunque mayorcitas, las seguía viendo con sus caritas de preciosas niñas. (aunque de esto, hace mucho tiempo)
Con casi todas he tenido mucha relación, con unas más que con otras pero siempre muy buena.
Manolita, hija de mi tío Jacinto que era el hermano mayor de mi madre. Cuando la niña nació, mi tío Jacinto estaba en el frente, no quiero saber en qué bando estaba, pues seguro que lo mismo que mi padre fue donde los mandaron los políticos de turno.
El caso es que cuando supo que había tenido una hija se dirigió a un sargento, que era con quien más confianza tenía. Este le dijo que no podía ir a Madrid. Tanto insistiría el bueno de mi tío que el superior le propuso:
-Mira, mañana tengo una misión. Voy a Madrid y vuelvo al día siguiente. Ese es el tiempo que puedes aprovechar para ver a tu hija.
Así lo hicieron. Llegaron a Madrid, el sargento fue a su trabajo, mi tío se quedo con su esposa e hija y...al día siguiente, no sin bautizar a la nena siendo el sargento Manuel el padrino (de ahí el nombre de Manolita), el sargento y mi tío se volvieron a dar mamporros a sus amigos y quizá a sus hermanos. ¡Aquella guerra fue así!
Terminada la contienda, muchas veces mi tío Jacinto nos invitaba a su casa solo por vernos comer, todos teníamos muy buen apetito, no así mi querida prima Manolita, que al ser hija única tenía mucho mimo y pocas ganas de comer. En una ocasión mi madre y mi tío hicieron un intercambio. Uno de mis hermanos, (que siempre tenía hambre), se fue con el tío, Manolita se quedó en casa. Mi hermano no quería volver y la niña comió, gachas, lentejas, garbanzos y patatas...Al pobre de mi hermano le fastidio que ya empezaba el colegio.
Muchos domingos pasábamos la tarde con los tíos que preparaban unas deliciosas tortillas de patata, Manolita se animaba y ellos se ponían muy contentos.
Mi tía Crisanta le seguía en edad a mi tío Jacinto.
De ella tenemos a mi querida prima Victoria, que lleva ese nombre por algo relacionado tambien con la guerra, creo que se lo oí decir un día a mi tía.
Esta prima tambien es una buenaza, pero es mejor hablar de sus padres, los molineros de Campo de Criptana.
Nos mandaban a Madrid mucha harina cuando había escasez de todo. Mi encantadora tía, que, un día siendo ministro de Información y Turismo el señor Fraga Iribarne, no se les ocurrió a él y al Gobernador de Ciudad Real otra cosa que ir de visita a los molinos donde mis tíos eran los molineros,
cuando toda la comitiva subía hacia la sierra donde estaba estos, un secretario en alta voz dijo:
-Por aquí hay muchos ladrones, ¿verdad?
Mi tía, saltó como una escopeta:
-No señor, los ladrones están en el Ayuntamiento escribiendo con la "filografica".
Todo el séquito se quedo cayado y parado, le hicieron repetir a mi tía un montón de veces la palabreja. Uno de ellos, de vez en cuando le preguntaba:
-Señora, ¿Con que escriben en el Ayuntamiento?
Y ella volvía a repetir...¡Con la filografica!
Mas de uno se echó unas risitas.
Varios veranos he pasado en los molinos con mis tíos y primos, pero ya estaban dedicados solo al turismo. Fueron muy buenos veranos.
Estrella, la más pequeña de nosotras. Hija de mi amada tía Gabriela, tambien la pequeña de los hermanos. Si hay mujeres trabajadoras, ella se lleva la palma, creo que nadie la ha superado y nunca nadie la superará.
Varias veces he contado en libros, en el blog y contándolo de viva voz, cuando un día de aquellos malos tiempos de la pos guerra apareció la tía Gabriela en casa con un cerdo abierto en canal rodeándole su joven cuerpo. Mis padres se echaron las manos a la cabeza preguntándole que era lo que hacía, ella con toda la gracia del mundo decía que era para quitar el hambre a más de uno, entre ellos nosotros.
En aquellos días era difícil comer carne en Madrid, bueno, carne y otras cosas necesarias. El caso es que mi padre le decía que eso no estaba bien, que tenía que haber pasado el aforo en la estación, que le estaba comprometiendo, que si patatín, que si patatán.
Ella en un momento de ofuscación, le contestó:
-Si yo enseño el marrano en la estación, además de quitármelo los zampabollos de Abastos para comérselo ellos como hicieron con los dos kilos de lentejas que le dio mi madre a tu mujer. Me habrían llevado a la cárcel. Además, ni se han fijado en mi, no ves que parezco una vieja envuelta en el mantón de mi madre?
Y así fue como nos hartamos de rica carne, que tambien degustaron varios vecinos y la mitad la vendieron a unos conocidos pues en aquellos tiempos, como no había neveras, se les hubiera echado a perder.
A mi padre se le pasó la rectitud en cuanto probó el primer trozo de aquel rico marrano. La tía Gabriela creo que hizo más viajes desde el pueblo disfrazada de viejecita. siempre se lo hemos agradecido pero ahora que hace un año que falleció, a los 99 años, el recuerdo es más intenso y no hay un solo día que no rece por ella. Seguro que en el Cielo sigue disfrazada de anciana para seguir ayudando...
De mi madre, solo diré que, además de trabajadora y criar a 7 hijos...Lo que más le agradezco es, que me enseñara a leer. Que estuviera siempre pendiente de que fuésemos al colegio y a la iglesia.
Gracias a ella leo todos los días, qué más puedo pedir?
Entre estas "viejas glorias" que somos mis primas y yo, tambien estaba la encantadora Mariví. esposa de mi primo el más pequeño, hijo de la tía Gabriela.
Creo que todas lo pasamos muy bien. después de hacer una visita a Jesús de Medinaceli, nos fuimos a comer a un bonito restaurante, luego tomamos el té en la estación de Atocha...total, un día completo que si Dios quiere vamos a repetir.
lunes, 29 de enero de 2018
lunes, 22 de enero de 2018
Resplandor y Perro
Resplandor Lejano
Desde el cerro donde se ubica nuestra Parroquia, ayer cuando salimos de misa, nos quedamos mirando "la seta" o sea, se divisaba perfectamente la contaminación del centro de Madrid. No es extraño que mi padre viera el resplandor de un incendio acaecido en 1928 en Madrid.
Mi padre, como todos los padres además de cariñoso, nos contaba un montón de curiosidades y sucesos que nosotros no conocíamos.
Un día de invierno, lluvioso y con mucho frío, mientras merendábamos higos secos, castañas y mandarinas al amor del brasero, (en los años 40 no teníamos calefacción), él nos contaba cuentos y leyendas, unas verdaderas, otras se las inventaba.
Nos extrañaba cuando decía que desde su pueblo, a más de 30 kilómetros de Madrid, vio, él y todo el pueblo un incendio muy grande en Madrid.
Este tristemente suceso era verdad pues aunque nosotros no lo vimos, doy mi palabra de que yo no había nacido, a través de los años hemos oído como fue pasto de las llamas el teatro Novedades.
Ya había tenido un par de conatos de incendio dicho teatro, pero en aquellos tiempos, ni eran tan cuidadosos, ni había tantos medios como para impedirlo. El caso es que se formó el incendio cuando estaba el teatro abarrotado de público. Según nos contaba mi padre, hubo mas víctimas por culpa de un pobre hombre cojo que atravesó la muleta en la puerta de salida y, lógicamente la gente en su afán de salir, iba tropezando y cayendo...total...80 personas fallecidas y más de 200 heridos. El aforo era de 1500 personas.
Aunque a nosotros nos parecía raro que desde tan larga distancia vieran las llamas, él nos aseguró que todos los días se veían las luces de Madrid, claro que en aquellos tiempos el cielo estaba limpio de contaminación.
"Perrito Lindo"
Mientras nosotros nos zampábamos tan rica merienda, calentitos y con papá entre nosotros, él seguía con sus relatos. Unas veces nos reíamos, otras nos metía el miedo en el cuerpo, como fue el caso cuando nos conto lo de "la calle del perro".
Mi padre conocía bien el centro de Madrid, pues no en vano hacía servicio en calle Mayor, Arenal y Puerta del Sol. Por eso sabía todas las calles y plazas, cosa que a nosotros, niños, nos parecía algo extraordinario.
Bueno, vamos con la calle del perro.
Esta calle, siempre era observada y analizada de soslayo, con una prudencia miedosa, un enorme mastín de color negro custodiaba la entrada a una casa, misteriosa, considerada por los vecinos como una ventana al infierno.
Era el hogar de un tal Enrique de Villena, docto en letras, medicina y astrología. Fue repudiado por la corte y señalado como hombre hechicero.
Al pobre hombre lo acusaron de practicar ciencias ocultas, decían que era discípulo del Diablo y muchas cosas más.
Ambas supersticiones, evidentemente, eran fruto de la ignorancia de la plebe. Por tal motivo, el buen hombre, ni corto ni perezoso, se compro un mastín negro y feroz, el cual lo dejó en la puerta de su casa y por allí ya no quería pasar nadie. Los chavales, a partir de la media tarde no había quien los hiciera pasar por dicho callejón, que según creo, pues ya no existe, medía no más de 2 metros de lado a lado. Claro, esas eran las calles del Madrid de entonces. Ahora, en cualquier callejuela, ya sea de Madrid o de "San Serenin del Monte" (esta calle es cosa mía), pues bien, te tienes que comunicar a voces o con un teléfono Movil.
Lo he exagerado un poco, ¿Verdad?
Bueno, como seguro que no lo va a ver mi cuñada Pepi, yo sigo con lo mío.
Como iba diciendo, pasábamos buenos ratos con papá, pero más de una vez nos metía el miedo en el cuerpo.
No lo hacía muy a menudo pues entonces la Policía Municipal no tenía días libres, solo un mes en verano. Estos momentos los "disfrutábamos" cuando mi padre estaba dado de baja por algún catarro. Mientras les duraba la baja no podían salir de casa, cosa que nos venía muy bien a nosotros y a nuestra madre, pues cuando le daban el alta, ese día, se iban los dos al cine...cosas de aquellos tiempos.
lunes, 15 de enero de 2018
Señores con turbante
Una vez un sultán, al que no le faltaba el Turbante, se llevó a sus mejores cortesanos a disfrutar de un crucero por las aguas tranquilas del golfo Pérsico. Todos se mostraban encantados de ser sus invitados, menos uno, que jamás había visto el mar ya que había pasado toda su vida en las montañas.
Este hombre sufrió un ataque de pánico nada más abandonar el puerto y se encerró en la bodega de la nave, donde no paró de llorar y lamentarse e incluso se negó a comer y beber.
Su comportamiento estaba arruinando el crucero a todos los pasajeros, pero el sultán no sabía cómo hacer entrar en razón al cortesano. Para fortuna de todos, el más sabio de los ministros del reino (en mi reino hay pocos ministros sabios),t se dirigió a su señor diciéndole:
-Si Su Alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo.
Y, a continuación, mandó que tirasen por la borda al atormentado cortesano. Cuando el hombre vio que nadie le salvaría de morir ahogado empezó a dar grandes brazadas y, aunque tragó mucha agua, llegó hasta el barco, desde donde fue izado.
A partir de ese momento, no sólo dejó de quejarse, sino que todo le pareció maravilloso.
Al igual que el cortesano, muchas personas sólo consiguen dar el auténtico valor a las cosas de las que disfrutan a diario cuando experimentan la sensación de pérdida.
Este hombre no tenía Turbante, pero quería uno...
Hace mucho tiempo, un hombre descubrió en un arcón de su desván una pieza de tela que perteneció a sus antepasados. Como en su familia solían usar preciosos turbantes, pensó que, para honrar a sus ancestros, se haría uno. Claro que el trozo de tela no era lo suficientemente grande para ello, así que ni corto ni perezoso decidió vender el trozo de tela en la subasta de cada sábado en el mercado.
Durante la puja, el subastador comenzó a subir el precio hablando de la calidad de aquella maravillosa tela y, al final, un profesor, muy conocido por ser una de las personas más influyentes de la comunidad (igual que mi amigo Juan, que me enseña estas bonitas historias), pues bien, este profesor ofreció muchísimo dinero por el trozo de tela.
El propietario del tejido se quedó muy preocupado porque se dio cuenta de que el comprador tampoco podría hacerse un turbante y pensó que le acusaría de intentar engañarle al vendérsela a aquel precio. Se acercó a él y le comentó:
-No vale la pena comprar esa tela. ¡Es demasiado pequeña para hacerse un turbante!.
El profesor, sorprendido, le miró y le dijo:
-¿Quien puede pensar en hacerse un turbante con esta reliquia? Voy a enmarcar este maravilloso tapiz y lo colgaré en algún lugar de mi casa donde pueda verlo y tener siempre presente la leyenda que lleva bordada:
"TODO TIENE SU VALOR, PERO HAY QUE SABER RECONOCERLO"
Una sonrisita no nos va a hacer daño....
-Pepe, te veo preocupado.
-Es que por poco atropello a mi suegra.
-¿Te fallaron los frenos?
-No, no, el acelerador.
......
-Tu sabes el castigo por ser bígamo?
-Si, tener dos suegras.
.....
-Pepe, pero a ti no te cae mal tu suegra.
-Si.
-Y entonces, ¿Por que llevas su foto en tu pitillera?
-Es que estoy dejando de fumar.
Este hombre sufrió un ataque de pánico nada más abandonar el puerto y se encerró en la bodega de la nave, donde no paró de llorar y lamentarse e incluso se negó a comer y beber.
Su comportamiento estaba arruinando el crucero a todos los pasajeros, pero el sultán no sabía cómo hacer entrar en razón al cortesano. Para fortuna de todos, el más sabio de los ministros del reino (en mi reino hay pocos ministros sabios),t se dirigió a su señor diciéndole:
-Si Su Alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo.
Y, a continuación, mandó que tirasen por la borda al atormentado cortesano. Cuando el hombre vio que nadie le salvaría de morir ahogado empezó a dar grandes brazadas y, aunque tragó mucha agua, llegó hasta el barco, desde donde fue izado.
A partir de ese momento, no sólo dejó de quejarse, sino que todo le pareció maravilloso.
Al igual que el cortesano, muchas personas sólo consiguen dar el auténtico valor a las cosas de las que disfrutan a diario cuando experimentan la sensación de pérdida.
Este hombre no tenía Turbante, pero quería uno...
Hace mucho tiempo, un hombre descubrió en un arcón de su desván una pieza de tela que perteneció a sus antepasados. Como en su familia solían usar preciosos turbantes, pensó que, para honrar a sus ancestros, se haría uno. Claro que el trozo de tela no era lo suficientemente grande para ello, así que ni corto ni perezoso decidió vender el trozo de tela en la subasta de cada sábado en el mercado.
Durante la puja, el subastador comenzó a subir el precio hablando de la calidad de aquella maravillosa tela y, al final, un profesor, muy conocido por ser una de las personas más influyentes de la comunidad (igual que mi amigo Juan, que me enseña estas bonitas historias), pues bien, este profesor ofreció muchísimo dinero por el trozo de tela.
El propietario del tejido se quedó muy preocupado porque se dio cuenta de que el comprador tampoco podría hacerse un turbante y pensó que le acusaría de intentar engañarle al vendérsela a aquel precio. Se acercó a él y le comentó:
-No vale la pena comprar esa tela. ¡Es demasiado pequeña para hacerse un turbante!.
El profesor, sorprendido, le miró y le dijo:
-¿Quien puede pensar en hacerse un turbante con esta reliquia? Voy a enmarcar este maravilloso tapiz y lo colgaré en algún lugar de mi casa donde pueda verlo y tener siempre presente la leyenda que lleva bordada:
"TODO TIENE SU VALOR, PERO HAY QUE SABER RECONOCERLO"
Una sonrisita no nos va a hacer daño....
-Pepe, te veo preocupado.
-Es que por poco atropello a mi suegra.
-¿Te fallaron los frenos?
-No, no, el acelerador.
......
-Tu sabes el castigo por ser bígamo?
-Si, tener dos suegras.
.....
-Pepe, pero a ti no te cae mal tu suegra.
-Si.
-Y entonces, ¿Por que llevas su foto en tu pitillera?
-Es que estoy dejando de fumar.
lunes, 8 de enero de 2018
Cabalgata, roscón y regalos
Llegó el día más esperado, o sea, los Reyes Magos:
Como tengo la suerte de que la cabalgata pase por la puerta de mi casa, en el momento que escuché a mis vecinitos salir del ascensor, yo, rauda como una centella también salí corriendo.
Llevamos lo menos diez meses que no llovía, estamos asfixiados con la sequía, apenas respiramos aire puro, pues bien, el día 5, cuando iba a llegar la caravana de los Reyes Magos...llovía más que "cuando enterraron a la tacones", (no se quien era esta señora, solo se lo he escuchado decir muchas veces a mi padre), pues bien, llovía pero bien.
Ahí estábamos los mayores con los paraguas, los niños todos encapuchados hasta los ojos que apenas veían cuando, aparece una moto de la policía.
Todos salimos del porche hacia la carretera, los niños corriendo para no perderse nada. A todo esto, seguía lloviendo, pero bien.
Aparece otro motorista, policía, claro está. Después dos más. Un poco mas tarde un coche policial, le siguen tres en batería, otro un poco más alejado. Yo pienso. ¿Esto es un desfile?
Después de varios agentes en coche, aparecen varios más al lado de una carroza, muy bonita por cierto. Los niños ya no piensan en la lluvia, solo están recogiendo caramelos que desde dicha carroza les han tirado.
Los pastorcitos que van encima de la carroza, están los pobrecitos empapados, unos se tapan con paraguas, otros se cubren como pueden con trozos de plásticos...llega la segunda carroza. Los críos se alborotan, las mamás y papás también están pendiente de los caramelos, estos, al estar el suelo mojado se ponen "chuchurrios".
Yo tengo más suerte pues me he quedado cerca de la acera y aunque me estaba empapando como los demás, los que iban a pie rodeando dichas carrozas, se acercaban a mi y me ponían puñados de caramelos en la mano. (Ventajas de la edad). Yo me los guardaba, al final tenía los bolsillos llenos de ricos caramelitos secos.
Aunque la lluvia deslucía un poco, al final estuvo muy bonito todo el desfile. Hubo mucho personal cuidando de que ningún niño se metiera debajo de alguna carroza para coger caramelos. Creo que toda la policía de Coslada estaba pendiente de los niños.
Cuando terminó, todos los niños estaban muy contentos enseñando el acopio que habían hecho de caramelos, yo saqué los que llevaba en los bolsillos y se los di al pequeño Daniel, que dicho sea de paso, llevaba una bolsa casi llena. El caso es que disfrutamos mucho de ese momento.
Ahora llega la hora de la cena y el Roscón de postre. En casa es un momento que nos gusta mucho, aunque lo disfruto sola con mi hijo que es un poco menor que yo...
Nos hartamos a comer y después teníamos que, por lo menos, probar el dulce y rico roscón. Lo hicimos. Tomamos un poco, desayunamos roscón, merendamos roscón y...aún nos queda un trozo. Yo ya me hago la distraída para no comer más.
Y ya llega la hora de irse a la cama, pues si los reyes nos ven despiertos seguro que no nos dejan nada.
En otras ocasiones les he pedido muchas cosas, tales como un chale en la sierra, un abriguito de visón, un mayordomo, asistenta, cocinera...en fin, que nunca me lo han traído. Por ese motivo me he decido por algo que diera pena, les he pedido un bastón, eso si, negro para que me haga juego con el abrigo.
También les pedí un paraguas de esos transparentes, esos que si metes la cabeza lo ves todo como en pantalla panorámica, pues bien: me han traído las dos cosas, acompañado con 6 libros, perfumes... Pero lo que más me gustó, fue una parejita de Baby Pelones. Por si alguno no lo sabéis, son esos muñequitos que han sido decorados los pañuelos que llevan en la cabecita pelada por muchos famosos y, que todo lo que se recaude con su venta es para los niños enfermos de cáncer...me emociona que unos niños tan pequeños tengan esa enfermedad.
He puesto mis Baby Pelones en mi mesilla de noche, los acaricio y les hago muchas visitas, lo mismo que si fueran los preciosos niños en los que se han inspirado.
Os pongo la foto para que veáis lo lindos que son.
lunes, 1 de enero de 2018
Más vale tarde...que nunca
Antes de ponerme pachucha, puse el Belén.
El refrán ese de que "Mas vale tarde que nunca" viene muy bien en estos momentos.
Lo primero es que he estado un poco pachucha, nada que no se pueda superar ya que he tenido un catarro, resfriado, virus o lo que le queramos llamar que me ha tenido todas las navidades hecha un trapo.
Tengo que dar las gracias a todos los que os habéis interesado por mi ausencia:
A Pluma y Data, que me llamó por teléfono desde Perú.
A Piruja, que también llamó desde Valencia. María Cristina se interesó desde mi amado Buenos Aires. y más cercana estaba Ana Ayala, concretamente en San Lorenzo del Escorial. No me han faltado llamadas de mis compañeros de la Parroquia. Pilar, Pedro, Mariano, etc.
Otros muchos me habéis dejado un mensajito en Facebook, gracias a todos.
Hoy por fin he podido ir a misa. Mis más cercanos amigos y las monjas me han dado la bienvenida. Cuando he ido a besar al Niño, el Párroco también me ha felicitado...bueno, todo muy bonito.
Como es el día de primero de año, yo os deseo a todos felicidad, amor, tranquilidad y...que no os falte el dinerito, que, aunque no da la felicidad...ayuda.
Para animarnos un poco y empezar bien el año nuevo empezaremos con algo alegre:
Empleada del hogar...(no se de que país).
Esta empleada, después de tres meses de trabajo, se acercó a su patrona y le dijo:
¡Discolpa siñora, pero yo renoncio...!
¿Pero por qué?...si nosotros estamos contentos con tu trabajo. qué te pasa?
-Bueno, es qui la problema ista in mi habitación.
-Tu habitación?...pero que tiene?...si hasta la hemos remodelado!!!!
-Lo qui pasa is que al entrar, hay un letrero que dice: "El Señor siempre está contigo" ¡ Y eso no se cumple, él solo ha estado dos noches!
Un matrimonio mayor.
-Antonia, el domingo hacemos 40 años de casados y voy a matar un pollo.
¿Y que culpa tiene el pollo? Mata a tu primo Genaro que fue el que nos presentó!!!
La despedida del cura y un "buen político"
Al padre Pascual le estaban haciendo una cena de despedida por 25 años de trabajo en una Parroquia.
Un político miembro de la comunidad fue invitado para dar un breve discurso.
Como el político tardaba en llegar, el sacerdote decidió decir unas palabras él mismo para llenar el tiempo:
-"Mi primera impresión de la Parroquia la tuve en la primera confesión que me tocó escuchar. Pensé que me había enviado el Obispo a un lugar terrible, ya que la primera persona que se confesó me dijo que había robado un televisor, que les había robado dinero a sus padres, había robado también en la empresa donde trabajaba, además de tener aventuras sexuales con la esposa de su jefe. También en ocasiones se dedicaba al trafico y a la venta de drogas. Y para finalizar, confesó que había transmitido una enfermedad venérea a su cuñada.
Me quedé asombrado y asustadísimo...
Pero transcurrió el tiempo, fui conociendo más a la gente y vi que no eran todos así, vi una Parroquia llena de gente responsable, con valores, comprometida con su fe. Y así he vivido los 25 años más maravillosos de mi sacerdocio"
Justamente en ese momento llegó el político, por lo que le dio la palabra.
Por supuesto, pidió disculpas por llegar tarde y empezó a hablar diciendo:
-"Nunca voy a olvidar el primer día que llegó el Padre a nuestra Parroquia, de hecho, tuve el honor de ser el primero que se confesó con él...
Moraleja. Nunca llegues tarde.
Y aquí me veis, ya casi repuesta y sin tos...
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