Una vez un sultán, al que no le faltaba el Turbante, se llevó a sus mejores cortesanos a disfrutar de un crucero por las aguas tranquilas del golfo Pérsico. Todos se mostraban encantados de ser sus invitados, menos uno, que jamás había visto el mar ya que había pasado toda su vida en las montañas.
Este hombre sufrió un ataque de pánico nada más abandonar el puerto y se encerró en la bodega de la nave, donde no paró de llorar y lamentarse e incluso se negó a comer y beber.
Su comportamiento estaba arruinando el crucero a todos los pasajeros, pero el sultán no sabía cómo hacer entrar en razón al cortesano. Para fortuna de todos, el más sabio de los ministros del reino (en mi reino hay pocos ministros sabios),t se dirigió a su señor diciéndole:
-Si Su Alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo.
Y, a continuación, mandó que tirasen por la borda al atormentado cortesano. Cuando el hombre vio que nadie le salvaría de morir ahogado empezó a dar grandes brazadas y, aunque tragó mucha agua, llegó hasta el barco, desde donde fue izado.
A partir de ese momento, no sólo dejó de quejarse, sino que todo le pareció maravilloso.
Al igual que el cortesano, muchas personas sólo consiguen dar el auténtico valor a las cosas de las que disfrutan a diario cuando experimentan la sensación de pérdida.
Este hombre no tenía Turbante, pero quería uno...
Hace mucho tiempo, un hombre descubrió en un arcón de su desván una pieza de tela que perteneció a sus antepasados. Como en su familia solían usar preciosos turbantes, pensó que, para honrar a sus ancestros, se haría uno. Claro que el trozo de tela no era lo suficientemente grande para ello, así que ni corto ni perezoso decidió vender el trozo de tela en la subasta de cada sábado en el mercado.
Durante la puja, el subastador comenzó a subir el precio hablando de la calidad de aquella maravillosa tela y, al final, un profesor, muy conocido por ser una de las personas más influyentes de la comunidad (igual que mi amigo Juan, que me enseña estas bonitas historias), pues bien, este profesor ofreció muchísimo dinero por el trozo de tela.
El propietario del tejido se quedó muy preocupado porque se dio cuenta de que el comprador tampoco podría hacerse un turbante y pensó que le acusaría de intentar engañarle al vendérsela a aquel precio. Se acercó a él y le comentó:
-No vale la pena comprar esa tela. ¡Es demasiado pequeña para hacerse un turbante!.
El profesor, sorprendido, le miró y le dijo:
-¿Quien puede pensar en hacerse un turbante con esta reliquia? Voy a enmarcar este maravilloso tapiz y lo colgaré en algún lugar de mi casa donde pueda verlo y tener siempre presente la leyenda que lleva bordada:
"TODO TIENE SU VALOR, PERO HAY QUE SABER RECONOCERLO"
Una sonrisita no nos va a hacer daño....
-Pepe, te veo preocupado.
-Es que por poco atropello a mi suegra.
-¿Te fallaron los frenos?
-No, no, el acelerador.
......
-Tu sabes el castigo por ser bígamo?
-Si, tener dos suegras.
.....
-Pepe, pero a ti no te cae mal tu suegra.
-Si.
-Y entonces, ¿Por que llevas su foto en tu pitillera?
-Es que estoy dejando de fumar.
Aleccionadores unos y divertidos otros.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡¡Estupendo Alfred!! Lo importante es que estemos contentos. La vida ya nos hace ponernos enfadados de vez en cuando.
EliminarUn abrazo
Olá, Mª De Los Ángeles (seu nome já é um poema)!
ResponderEliminarGostei muito deste seu conto, "Señores con turbante", narrado com o seu estilo tão particular, um estilo envolvente que leva o leitor até o desfecho da narrativa proposta. Parabéns minha amiga.
Um grande abraço.
Pedro
Muchas gracias Pedro, siempre lees mis "cosillas" con muy buenos ojos.
EliminarUn abrazo.
Dos buenos ejemplos y dos buenos chistes Ma de los Angeles! Gracias por traernos temas para reflexionar y para sonreir, un abrazo!
ResponderEliminarLo más importante es reír, aunque sea de uno mismo, claro que siempre es mejor reírse de unos pequeños chistecillos.
EliminarA ver si encuentro alguno mas para ponernos contentos.
Un abrazo María Cristina.
Seguro que tú eres una suegra estupenda. Un beso.
ResponderEliminarNo creas, no creas Susana, eso se lo tendrías que preguntar a mi nuera.
EliminarUn beso
Muy buenos los relatos aunque si a mí me tiran por la borda me da más ataque de pánico todavía.......no me volvería a quejar pero por miedo a que me tirasen de nuevo. Los chistes me han devuelto la calma de verme nadando en mitad del mar:-))Besicos
ResponderEliminarNuestro hombre llegó al barco a grandes brazadas, yo no hubiese dado ni una, del miedo bajaría rápidamente al fondo.
EliminarUn besito Charo.
Bonito relato en el que nos enseña a saber a preciar el valor de las cosas por pequeñas o insignificantes que nos parezcan.Un abrazo
ResponderEliminarAsí es Ana, a veces tiramos las cosas que quizá en algún momento nos harían un buen servicio.
EliminarMira, tengo una colcha de ganchillo hecha por mi madre, que cuando la vio una vecina me dijo:
-Yo tenía una igusl y se la he dado a una amiga.
Yo se lo censuré y le dije que era una cosa muy valiosa...se quedó pensativa pues no anda muy boyante económicamente y si la hubiese vendido le habría venido muy bien el dinerito.
Un besito guapa
Ja ja ja, qué buenos chistes.
ResponderEliminarUn abrazooo.
Hola LOBEZNA, un abrazo bien fuerte para ti tambien.
EliminarMe alegro si te has reído un poco con "mis suegras".
Muy interesantes reflexiones y enseñanzas. Quien si no yo para apreciar mejor las cosas luego de mi traumatica experiencia.
ResponderEliminarDe los chistes; ni que se diga. Siempre te he dicho que si hay algo que te sobra es: gracia y salero.
Una vez mas estoy aquí, de vuelta y con ganas de enriquecerme con tu entretenida técnica literarria; amena y constructiva.
un beso y un fuerte abrazo.
Me ha dado una gran alegría saber que ya estás dispuesto para darle a la tecla.
EliminarEstoy segura de que tanto tus lectores como yo estamos muy contentos.
No me seas exagerado respecto a is ocurrencias, pero me agrada si alguien se ríe un poco con "mis suegras"
Un fuerte besazo amigo.
ambas reflexiones la de asisrse a lo que se pueda como la del turbante y su medida del valor son una buena norma de la conducta a seguir. Ma de los Angeles, te invito a visitar mi blog y espero te agrade mi nuevo post , saludos.jr.
ResponderEliminarMuy bienvenido Jose Ramón. Gracias por tu visita.
ResponderEliminarSaludos.
Muy grato leerte
ResponderEliminarCuan cierto los seres no saben valorar lo que tienen
Ni tampoco dar gracias
Cariños
Encantada de verte por aquí Abuela Ciber.
EliminarMuchas gracias por tu visita.
Un fuerte abrazo.
Ángeles, buenos relato. Tendemos a no valorar las pequeñas cosas cotidianas que se nos presentan, y sólo les damos importancia cuando sentimos su ausencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tienes toda la razón del mundo, me alegro que te hayan gustado.
EliminarUn abrazo
Hola! Bonitas reflexiones. Acabo de descubrir tu blog y me quedo por aquí. Te invito a pasar por el mio cuando quieras. Bss
ResponderEliminarEncantada de verte por aquí, me alegro mucho. Rápidamente me paso por tu blog.
EliminarUn beso