Primera mujer almirante:
Hoy nos enfrascamos en una aventura épica, de viajes y expediciones oceánicas, en una época en la que los mares estaban llenos de piratas, corsarios y exploradores. Y en medio de todo eso una mujer, Isabel Barreto. Se convirtió en la primera almirante de una flota en la historia de la navegación mundial. Para conseguirlo, esta gallega, nacida en Pontevedra en 1567, tuvo que ser una mujer fuerte, valiente y capaz de tomar decisiones en un entorno de hombres que siempre la miraron con una mezcla de recelo, desconfianza y desprecio.
Isabel tuvo la suerte de que su padre decidió darle la misma educación que a sus hijos varones. Y así fue cómo estudió geografía, y geometría sin saber lo útiles que le iban a resultar aquellos conocimientos al cabo de los años. Y es que, a los 28, se embarcó en la expedición que su marido, Álvaro de Mendaña, organizó rumbo a las islas Salomón, en los Mares del Sur, en busca de oro. Pero cuando llegaron, éste enfermó de malaria y murió, no sin antes nombrarla heredera universal.
De esta manera, Isabel se convirtió el 18 de octubre de 1595 en adelantada del archipiélago, cargo que le correspondía a la persona que llevaba a cabo o adelante una empresa pública bajo designio real. Además pasó a ser también capitana general y almirante de la flota de Felipa II y tuvo a su mando cerca de 400 hombres. Desde entonces, "demostró unas excepcionales dotes de mando y la dureza que se requería para someter a obediencia a hombres rudos y aventureros".
Tras afrontar el levantamiento de los indígenas y un ambiente en el que afloraban constantemente conflictos, Isabel zarpó hacia Filipinas en busca de nuevas rutas. Llegó a Manila después de una travesía infernal de varios meses, convertida en heroína y habiendo logrado una gesta increíble, recorrer 20.000 kilómetros, la mayor distancia surcada por naves españolas en el siglo XVI.
Después siguió navegando y sus aventuras la llevaron hasta Perú, donde murió en 1612, a los 45 años.
¿Que dirán las feministas de ahora, que solo saben hablar y mal, sentadas en un despacho, de esta admirable mujer?