lunes, 28 de enero de 2019

Abuelos ricos

 
 
 
 
 
Les tocó la Lotería
 
 
 
Ya han pasado muchos días desde que se hizo el sorteo de la Lotería de Navidad. Pero como dicen eso de que hasta San Antón Pascuas son (claro que  también ha pasado el día de este santo), bueno, el caso es que yo no me puedo resistir a contar lo que ha ocurrido con estos ancianos que, estando en una Residencia, no sabemos el por qué. Lo que si sabemos es que son mayores, que no se pueden valer por si mismos, que estan un poco pachuchos...el caso es que no están como cuando eran jóvenes.
¡Pero!
 Si sabemos que les ha tocado nada más y nada menos que el gordo de la lotería de Navidad. Pues bien. Apenas tenían visitas, algunos ni se acordaban que tenían un nieto, un sobrino o quizá un hermano. Ahora todos ellos han sido visitados por todos sus parientes.
Nietos y sobrinos la mayoría.
 Se han llevado el decimo premiado y si te he visto no me acuerdo. Los ancianos siguen en la residencia, como antes, sin un euro.
Han sido unos abuelos ricos aunque hayan sido solo unos días, el tiempo que han tardado los "familiares" en recorrer la distancia que los separaba.
 
Ahora, me han contado un caso mucho peor.
Se trata de una familia rica, con muchos negocios, que viven de maravilla, llevan a sus hijos a buenos colegios, de hecho, una de las hijas está estudiando en Nueva York, pues bien. Una cosa que nadie puede arreglar es que el cabeza de familia muera de un infarto.
Mucho dolor, mucho duelo, muchos llantos, pero...
Después de esta tragedia y cuando pasan unos días, el abuelo, o sea, el padre del fallecido acusa a su nieta de ser la asesina de su padre. Él, el abuelo, se hace cargo de los negocios y la simple de la nuera no pone objeción, incluso acusando a su hija de ser la asesina.
No creáis que lo he visto en una pelicula, no, lo digo tal como me lo han contado porque, claro está, yo no vivo en Nueva York donde si vive la huérfana que gracias a que ha podido justificar su estancia en esta gran ciudad americana mientras le ocurrió el infarto a su padre no está en la cárcel acusada de asesinato.
La boba de su madre se ha ido a vivir a una de las casas que tienen, una casita muy inferior a lo que estaba acostumbrada. Pero sigue viviendo sin trabajar.
La joven sigue estudiando. Su abuelo...bueno, mejor no decir lo que yo pienso de ese abuelo, rico por más señas.
 
No hay que ser adivino para que,  después de estos sucesos que he contado se me note que estoy triste. Pues sí, lo estoy.
He pasado un fin de semana quizá como mucha gente esperando la búsqueda y recuperación de Julen. Ese angelito que tan mal lo debe de haber pasado hasta su muerte y que muchos teníamos la esperanza de encontrarlo con vida.
 Sabíamos que eran muchos días en el pozo, pero la esperanza es lo último que se pierde.
Hoy estoy triste, muy triste.
 

lunes, 21 de enero de 2019

¡¡¡Cene pistachos!!!

 
 
 
Plaza de Cervantes.
 
 
      Todo empezó cuando mi querida cuñada me dijo que a su compañera y amiga Robustiana la habían operado y ya estaba en su casa.
     Dicha compañera vive en Alcalá de Henares, que no es que lo diga yo, pero es un pueblo precioso de la Comunidad de Madrid.
 Yo voy muy a menudo, sobre todo para comer las riquísimas almendras garrapiñadas que venden las monjitas muy cerca de la Plaza de Cervantes y que ponen en un torno, fiándose de los que vamos a comprarlas. Estas monjas son de Clausura. Cuando saben que hay alguien en la antesala, dicen;
- Ave María Purísima.
Cuando les contestas:
-Sin Pecado Concebida.
 Entonces ponen las almendras y esperan el dinerito. Como digo, se fían de nosotros.
Bueno creo que me estoy yendo por otro sitio.
El caso es que cuando mi cuñadita me propuso ir con ella de visita, ya que yo también conozco a su compañera y amiga, aunque estuve titubeando, al final dije que si, que iba. Tambien iba mi hermano pero mi hijo dijo que él no iba de visita y se quedó en casa. Mi hermano le prometió que no se preocupara que a la vuelta me dejaban en casa.
Pues bien allá que nos fuimos camino de Alcalá.
Las gentes de Alcalá de Henares son muy acogedoras, pues aunque ahora todo ha cambiado mucho y hay grandes barrios nuevos, los que viven en casas heredadas y que han reformado para que estén cómodamente siguen siendo tan solidarios como lo fueron sus antepasados.
Llegamos.
 La casona es enorme y muy bien acondicionada, los anfitriones, como ya digo, maravillosos. Cuando llegamos nosotros serían las 6 de la tarde, ya me había advertido mi cuñada que nos quedaríamos a cenar, estaba otra visita. Nos saludamos, nos presentaron, besitos por aquí, besitos por allá aunque apenas nos conocíamos.
La anfitriona aunque estaba recién operada de la vista se la veía bien pero su marido era el que se movía para todo. La ponía un cojín en la espalda para que estuviese más cómoda y no dejaba de preguntarle si se sentía bien, a lo que ella siempre decía que sí.
En un momento dado, Leopoldo, el anfitrión, se levanto preguntando a todos que queríamos tomar. Se fue a por las bebidas y después colocó en la mesa, lo primero, una enorme bandeja de melón con jamón. Todo ello muy bien servido.
 Estaba cortado en trocitos pequeños. Trozo de melón y trozo de jamón cogido con un palillo que resultaba muy cómodo. Tambien puso pan, patatas fritas y varios fiambres.
Yo pensé que esto sería para aquellas visitas, además a esa hora yo no tengo ganas de tomar esas cosas y como me dijeron que cenaríamos allí, quise hacer hueco para la cena que me imagine que sería lo menos un faisán con trufas y muchas patatas asadas. Ya se me estaba haciendo la boca agua.
Como todos se animaban y comían a dos carrillos, yo, muy educadamente cogí una patatita frita para la cerveza que me estaba tomando.
Llegó la hora de marcharse la visita de tarde. Nos quedamos nosotros, sus hijos y unos amiguitos de estos.
Así pasamos la tarde. Charlando. Los hombres hablando de futbol. Las mujeres oyendo como nos contaba la buena de Robustiana como le había ido la operación...total, llegó la noche.
Entonces los chicos dijeron que tenían hambre. Leopoldo se fue derecho a un gran congelador que tenían en el porche trasero, sacó no se cuantas Pizzas y se las preparo a los muchachos. Después dijo de preparar algo para nosotros. A todo esto ya eran las 10 de la noche.
Mi cuñada, muy "sabihonda" ella y dándoselas de conocer muy bien a sus amigos, o para presumir delante de mí, va y le dice:
Leopoldo, a ver lo haces, no vayas a traer un montón de cosas que te conozco.
El bueno de Leopoldo...le hizo caso. Apareció con unas bolsas de patatas fritas, almendras y un plato de pistachos que puso, quizá por azar, justo a mi lado.
No comí muchos, quizá por miedo a que me hiciesen daño, pero pude matar el gusanillo porque de verdad en ese momento si tenía hambre.
 Salimos de Alcalá a más de las 12 de la noche. Mis hermanos me llevaron a casa y cuando nos despedíamos mi cuñada, no se si con recochineo, me dijo:
-Come algo que has cenado muy poco.
Solo dije:
-Yo a estas horas no voy a tomar nada.
Cuando se lo conté  a mi hijo...
 
 


                              
 

                                                         ¡¡¡Al rico Pistacho!!!

lunes, 14 de enero de 2019

El murcielago...politico.

 
 
 
   No quería, o mejor dicho, quería dar un respiro a mi blog sin hacer caso a Juan por lo menos... medio año. Se lo he dicho pero, cuando me ha mandado ayer domingo un correo con el tema de hoy, no he podido por menos que darle las gracias pues nos viene, como diría mi madre, "al pelo". Por lo menos en mi País, no se lo que sucederá en otros sitios, pero aquí, creo que hay muchos políticos como el Vampiro que tenemos cerca.
Ya le he dicho a Juan que este es el último "cuento" que publico (por ahora), que quiero contar muchas cosas que tengo en la cabeza y él no me deja. ¿Sabéis que me ha contestado? Pues que todos los alumnos de la Universidad me leen gracias a él. (el "niño" es presumido). Digo niño porque puede ser mi hijo. De eso se aprovecha, le quiero y él lo sabe.
Bueno, empecemos con el murciélago.

Hace tiempo, las aves y los mamíferos entraron en guerra y el resto de animales se posicionaron en uno de los dos bandos.
 Sin embargo, el murciélago, llevado por su cobardía, no sabía por quien apostar. Pensó que los mamíferos eran más fuertes y se presentó ante el león.
-Como ves, soy pariente del ratón. Por favor, déjame unirme a vuestro bando. Lucharé y arriesgaré mi vida si es preciso, dijo.
El león lo aceptó.
A la mañana siguiente, las aves les atacaron con piedras. El murciélago, temeroso de la derrota, voló hasta el águila real.
-Como puedes ver por mis alas, soy un ave. Me gustaría luchar contra los mamíferos con vosotros, arriesgaré mi vida por ello si hace falta, afirmó.
El águila lo admitió.
 Al día siguiente, los mamíferos contraatacaron con dureza y el murciélago volvió a unirse al grupo, y cuando las aves se hicieron otra vez con el poder, se cambió de nuevo.
Tanto las aves como los mamíferos se dieron cuenta de la cobardía del murciélago.
Esto les llevó a comprender que era una tontería luchar entre ellos y se hicieron amigos, pero dejaron fuera al murciélago, que quedó solo y vivió oculto en las grutas.
 Sólo salía por las noches, cuando nadie le veía.

Y es que, quien cambia de bando continuamente según le conviene puede acabar sin amigos.

Aprovecho para dar las gracias a todos los que me seguís por Facebook. Me hace mucha ilusión ver los emoticonos que ponéis. No pongo nombres por si no os gusta.
Muchas gracias a todos.

lunes, 7 de enero de 2019

El mejor juguete

 
 

          Como todos los años los señores Reyes Magos pasaron por la puerta de mi casa. Como todos los años, los niños y los padres alborotados apenas veían la Cabalgata, solo pensaban en los caramelos que podían echar a sus bolsas de plástico que previamente habían sacado de sus bolsillos. Yo, tambien como todos los años estuve junto a mis vecinos, sus hijos y sus nietos.
          No se por qué, pero me pareció que los señores Reyes Magos se estaban burlado de mi. Los tres me miraban y saludaban con la mano que, no se si me saludaban o me decían de no me traerían lo que yo había pedido. Caramelos si, caramelos me echaban tantos, que ya casi tenía los pies cubiertos de ellos. Claro que cuando se percataron los niños, casi me limpian los zapatos por cogerlos.
Al final no se han portado mal, pero no me han dejado muchas de las cosas que pedí. Pedí Paz, no solo para mi Patria, fui ansiosa y la pedí para todo el Mundo. Pedí tambien que los políticos dejen de pelearse y miren por todos nosotros, pedí por los niños enfermitos, pedí por los que no tienen casa y sí hambre...pedí, pedí, pedí...
Mejor será que haga honor a Juan y os cuente lo que a su vez me ha contado él.

Lo titula: El mejor juguete.

Una joven pareja entró en una tienda de juguetes de su ciudad. Los dos se entretuvieron en mirar sin prisas todos los juguetes alineados en las estanterías y hasta los que estaban colgados del techo.
Había muñecas que lloraban y reían, juegos electrónicos, cocinas en miniatura donde se hacían tartas y pasteles. Entre tanta oferta, no sabían por cual decidirse. Entonces, se les acercó una dependienta muy simpática para ayudarlos.
>Mire, nosotros tenemos una niña pequeña, es preciosa, pero, debido a nuestros respectivos trabajos, estamos casi todo el día fuera de casa y la vemos muy poco<, le explicó la mujer.
>Es una cría que apenas sonríe<, incidió el hombre.
>Asi es. Por eso, quisiéramos comprarle algo que la hiciera feliz<, añadió la mujer.
>Algo que la entretuviera todo el rato y le diera alegría. No importa cuanto dinero cueste, ella es nuestra única hija y se lo merece todo. ¿Qué nos puede aconsejar?< insistió.
-Lo siento mucho, no puedo ayudarles- dijo la vendedora sin perder el gesto amable.
 "Aquí no vendemos padres", contestó.

Intentar compensar con cosas materiales la falta de atención a nuestros hijos es un error, para ellos el mejor regalo somos nosotros. Obsequiémosles con nuestro tiempo y dedicación.