Les tocó la Lotería
Ya han pasado muchos días desde que se hizo el sorteo de la Lotería de Navidad. Pero como dicen eso de que hasta San Antón Pascuas son (claro que también ha pasado el día de este santo), bueno, el caso es que yo no me puedo resistir a contar lo que ha ocurrido con estos ancianos que, estando en una Residencia, no sabemos el por qué. Lo que si sabemos es que son mayores, que no se pueden valer por si mismos, que estan un poco pachuchos...el caso es que no están como cuando eran jóvenes.
¡Pero!
Si sabemos que les ha tocado nada más y nada menos que el gordo de la lotería de Navidad. Pues bien. Apenas tenían visitas, algunos ni se acordaban que tenían un nieto, un sobrino o quizá un hermano. Ahora todos ellos han sido visitados por todos sus parientes.
Nietos y sobrinos la mayoría.
Se han llevado el decimo premiado y si te he visto no me acuerdo. Los ancianos siguen en la residencia, como antes, sin un euro.
Han sido unos abuelos ricos aunque hayan sido solo unos días, el tiempo que han tardado los "familiares" en recorrer la distancia que los separaba.
Ahora, me han contado un caso mucho peor.
Se trata de una familia rica, con muchos negocios, que viven de maravilla, llevan a sus hijos a buenos colegios, de hecho, una de las hijas está estudiando en Nueva York, pues bien. Una cosa que nadie puede arreglar es que el cabeza de familia muera de un infarto.
Mucho dolor, mucho duelo, muchos llantos, pero...
Después de esta tragedia y cuando pasan unos días, el abuelo, o sea, el padre del fallecido acusa a su nieta de ser la asesina de su padre. Él, el abuelo, se hace cargo de los negocios y la simple de la nuera no pone objeción, incluso acusando a su hija de ser la asesina.
No creáis que lo he visto en una pelicula, no, lo digo tal como me lo han contado porque, claro está, yo no vivo en Nueva York donde si vive la huérfana que gracias a que ha podido justificar su estancia en esta gran ciudad americana mientras le ocurrió el infarto a su padre no está en la cárcel acusada de asesinato.
La boba de su madre se ha ido a vivir a una de las casas que tienen, una casita muy inferior a lo que estaba acostumbrada. Pero sigue viviendo sin trabajar.
La joven sigue estudiando. Su abuelo...bueno, mejor no decir lo que yo pienso de ese abuelo, rico por más señas.
No hay que ser adivino para que, después de estos sucesos que he contado se me note que estoy triste. Pues sí, lo estoy.
He pasado un fin de semana quizá como mucha gente esperando la búsqueda y recuperación de Julen. Ese angelito que tan mal lo debe de haber pasado hasta su muerte y que muchos teníamos la esperanza de encontrarlo con vida.
Sabíamos que eran muchos días en el pozo, pero la esperanza es lo último que se pierde.
Hoy estoy triste, muy triste.