Irene Bernasconi fue primera científica en liderar una expedición a la Antártida y como toda mujer de su época tuvo sus más y sus menos con los señores, tambien de aquella época.
Desde que era una niña, Irene Bernasconi sintió fascinación por las estrellas de mar y otras criaturas marinas. Después de estudiar Ciencias Naturales, empezó su andadura profesional dando clases de bachillerato y en la Universidad. Pronto, el gusanillo de la investigación la llevó a ser una de las primeras mujeres en ingresar en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, donde comenzó su carrera de exploradora científica, aunque sin ayudas de ninguna clase.
Durante 55 años, Irene recorrió la costa argentina financiándose ella misma las expediciones, que le permitieron publicar numerosos trabajos y estudios. Finalmente, cuando tenía 72 años, en l968, le ofrecieron capitanear una expedición a la Antártida, a la que se sumaron, pese a lo arriesgado de la aventura, otras tres científicas, M.ª Adela Caría, Elena Martínez y Carmen Pujals.
Tras recorrer 1.000 kilómetros en aquella inhóspita zona, montar cinco laboratorios móviles, crear nuevos instrumentos y hacer inmersiones de hasta media hora, a profundidades entre 15 y 73 metros en aguas gélidas, aquel equipo, dirigido por Irene, recolectó 2.000 especímenes de estrellas de mar, algunos nunca vistos, y cientos de de muestras de vida vegetal y animal.
Esa hazaña le valió reconocimientos, entre ellos ser nombrada socia honoraria de la Asociación Argentina de Ciencias Naturales y que, desde el 2018, un punto geográfico de la Antártida, la Ensenada Bernasconi, lleve su nombre.
Ella murió en 1.989 y se le reconoció su valía a los 72 años.
¡¡Menos mal, pues a otras todavía no han sido reconocidas!!