lunes, 24 de abril de 2023

Un dicho. Poner las manos en el fuego


 

          Hay un dicho que raro es quien no lo haya dicho, eso de "Yo pongo las manos en el fuego", si, si, pues yo no las pondría por nada ni por nadie...¡Pues menudo dolor!...

          Resulta que, cuando los romanos fueron sitiados hacia el año 510 a, C. la situación era desesperada por la carencia de alimentos. Un joven llamado Murcio, viendo morir de hambre a sus conciudadanos, se presentó ante el Senado y se ofreció para infiltrarse de noche en el campamento de Porsenna disfrazado de etrusco y asesinar al rey con el permiso de los senadores, afirmando que muerto el rey, los etruscos se retirarían.

          El Senado lo tomó por loco, pero como estaban desesperados al final le dieron permiso al joven para hacer lo que quisiera pensando que no volverían a verle. Mucio, salió una noche de las murallas, cruzó a nado el río, se disfrazó de soldado etrusco y se infiltro en el campamento. Logró entrar en una tienda donde había un personaje ricamente ataviado, sacó su puñal y lo apuñalo. Enseguida fue apresado, pero en realidad había matado a un dignatario de Porsenna. Los soldados le llevaron ante el rey para ser interrogado y condenado mediante torturas a hierro y a fuego.

           Entonces Mucio tomó la palabra y dijo al rey: " Soy ciudadano romano y me llamo Gallo Mucio. Soy tu enemigo y solo quiero matar a un enemigo que nos daña. Puedes torturarme, abrasarme y matarme, no le temo al fuego ni a la muerte, pues tu vas a morir. En Roma somos 300 jóvenes conjurados, adiestrados para afrontar el fuego y la muerte. Despues de mi vendrán 300, uno tras otro y siempre habrá un puñal oculto para ti, que al final te matará. Igual que yo, no temen al fuego ni a la muerte. Mira".

          Y acercándose a un fuego Mucio puso la mano derecha sobre las ascuas y la dejó consumirse sin emitir un solo gemido.

          El rey contempló la escena aterrado y admirado, viendo a aquel feroz joven y creyó que se enfrentaba a un pueblo feroz y temible, perdonó la vida al joven soltándolo y al poco levantó el campamento y se fue. 

Los romanos llamaron a aquel joven "Mucio Escévola" (Mucio el manco), le premiaron con campos y honores públicos y los historiadores romanos narraron repetidamente su legendaria gesta.


Por si acaso, no volváis a decir eso de... "Yo pongo la mano en el fuego". Yo no lo haría, soy muy cobarde.

lunes, 17 de abril de 2023

Las bellotas


      

          Aquí estoy otra ver para daros la tabarra y sobre todo para seguir contando algunas de mis experiencias que he leído y sigo leyendo.

          Ya en otra ocasión conté que a uno de mis hermanos le cayó una "bellota" en su pequeña cabeza que casi lo mata, no fue el caso, sino que estaban un monton de chicos a ver quien cogía mas, tiraban piedras, una se quedó en el Roble y fue a caerle a mi pobre hermano en la cabeza, por supuesto que le tubieron que curar en Urgencias. Pero el caso de hoy, es distinto:

          Esto fue en 1930 cuando un joven viajero exploraba los Alpes Franceses. Este hombre llegó a una vasta extensión de tierra estéril. Estaba desolada. Era amenazante. Era horrible. Era el tipo de lugar del que uno sale huyendo deprisa. Entonces de repente, el joven viajero se detuvo sobre sus talones. En medio de ese vasto desierto había un anciano encorvado. Sobre su espalda cargaba un saco de bellotas. En su mano había un tubo de hierro de metro y medio. El hombre usaba el tubo de hierro para abrir agujeros en la tierra. Entonces, sacaba del saco que traía una bellota y la colocaba en el agujero. El anciano le dijo al viajero:

-"He sembrado mas de 100.000 bellotas". -Quiza tan solo una decima parte de ellas crecerán.

          La esposa y el hijo del anciano habían muerto, y esta era la manera como él había decidido invertir sus últimos años. 

          "Quiero hacer algo útil", dijo el buen hombre.

          Veinticinco años despues, el ahora no tan joven viajero regresó al mismo paraje desolado. Lo que vio lo sorprendió. No podía creer lo que veían sus ojos.

          La tierra estaba cubierta con un hermoso bosque de tres kilómetros de ancho por ocho de largo. Las aves cantaban y los animales jugaban y las flores silvestres perfumaban el ambiente.

          El viajero se quedó contemplándolo, recordando la desolación qué alguna vez estuviese en su lugar, un hermoso bosque de Robles ahora se levantaba allí...-solo porque alguien se interesó-

Moraleja. Nunca te canses de sembrar, lo que ahora parece que no germina un día brotará. Quizá no lo veas tu,  pero lo verán tus hijos y tus nietos y tu sonreirás desde los Cielos.

          La vida es un campo y tu eres el sembrador.


Una frase: 

"LOS MONSTRUOS SON REALES Y LOS FANTASMAS TAMBIÉN: VIVEN DENTRO DE NOSOTROS Y, A VECES, GANAN"

Autor:   Stephen King