Hay un dicho que raro es quien no lo haya dicho, eso de "Yo pongo las manos en el fuego", si, si, pues yo no las pondría por nada ni por nadie...¡Pues menudo dolor!...
Resulta que, cuando los romanos fueron sitiados hacia el año 510 a, C. la situación era desesperada por la carencia de alimentos. Un joven llamado Murcio, viendo morir de hambre a sus conciudadanos, se presentó ante el Senado y se ofreció para infiltrarse de noche en el campamento de Porsenna disfrazado de etrusco y asesinar al rey con el permiso de los senadores, afirmando que muerto el rey, los etruscos se retirarían.
El Senado lo tomó por loco, pero como estaban desesperados al final le dieron permiso al joven para hacer lo que quisiera pensando que no volverían a verle. Mucio, salió una noche de las murallas, cruzó a nado el río, se disfrazó de soldado etrusco y se infiltro en el campamento. Logró entrar en una tienda donde había un personaje ricamente ataviado, sacó su puñal y lo apuñalo. Enseguida fue apresado, pero en realidad había matado a un dignatario de Porsenna. Los soldados le llevaron ante el rey para ser interrogado y condenado mediante torturas a hierro y a fuego.
Entonces Mucio tomó la palabra y dijo al rey: " Soy ciudadano romano y me llamo Gallo Mucio. Soy tu enemigo y solo quiero matar a un enemigo que nos daña. Puedes torturarme, abrasarme y matarme, no le temo al fuego ni a la muerte, pues tu vas a morir. En Roma somos 300 jóvenes conjurados, adiestrados para afrontar el fuego y la muerte. Despues de mi vendrán 300, uno tras otro y siempre habrá un puñal oculto para ti, que al final te matará. Igual que yo, no temen al fuego ni a la muerte. Mira".
Y acercándose a un fuego Mucio puso la mano derecha sobre las ascuas y la dejó consumirse sin emitir un solo gemido.
El rey contempló la escena aterrado y admirado, viendo a aquel feroz joven y creyó que se enfrentaba a un pueblo feroz y temible, perdonó la vida al joven soltándolo y al poco levantó el campamento y se fue.
Los romanos llamaron a aquel joven "Mucio Escévola" (Mucio el manco), le premiaron con campos y honores públicos y los historiadores romanos narraron repetidamente su legendaria gesta.
Por si acaso, no volváis a decir eso de... "Yo pongo la mano en el fuego". Yo no lo haría, soy muy cobarde.
Tremenda historia que no conocía...yo tampoco pongo la mano en el fuego que quema mucho.Besicos
ResponderEliminarLa verdad es que fue un valente o un loco, yo no metería la mano como él lo hizo por nadie. ¡Claro es que yo soy muy cobarde!
EliminarBesitos querida amiga
Pues no lo sabía. Muy interesante.
ResponderEliminarYo tampoco pondría la mano en el fuego. ;)
Un abrazo.
Yo no haría esta gesta por nadie, pues me da horror el fuego.
EliminarUn abrazo amigo Alfred.
Tu blog me encanta y muchas veces me da paz infinita
ResponderEliminarbeso
Me alegro mucho que pienses de esa manera querida Recomenzar.
EliminarUn beso enorme
Qué historia interesante, Ma de los Angeles! Desconocía el origen de la frase, gracias por traerla, y admiración al valiente Mucio, un abrazote!
ResponderEliminarYo no hubiese sido tan valerosa ni generosa ni nada, pues me da mucho miedo el fuego.
EliminarUn fuerte abrazo y un besito para Sol.
Es el anochecer te mando flores y abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias guapa, yo a mi vez tambien te deseo lo mejor.
EliminarUn fuerte abrazo
Pobretico!!! Menudo dolor.
ResponderEliminarFeliz finde y un abrazoo.
Ys se ha pasado el fin de semana, pero te deseo que esta sea muy buena para ti,
EliminarUn abrazo
Hola Mª Angeles, no conocia la historia ni el por que del dicho, pero al leerla me ha gustado, lo que no hare es poner la mano en el fuego, yo tambien soy cobardica:)
ResponderEliminarEspero querida Mª Angeles que estes mejor, ya nos dices algo vale?, cuidate mucho.
Besos.
Tu no metas la manos en la lumbre por nadie, aunque los quieras mucho.
EliminarUn beso querida Piruja
Qué interesante. Un beso
ResponderEliminarCreo que te había dejado un comentario, seguro que estará en spam.
ResponderEliminarAiixxx. Maria De Los Ángeles. Que poco me gusta tener el fuego tan cerca.
ResponderEliminarBesos, amiga.
Mónica