lunes, 25 de marzo de 2024

A los papás y a los abuelos



Hace varios días que fue el del padre, pero como siempre voy retrasada quiero felicitar a todos. Como ejemplo voy a contar dos anécdotas, una de mi padre y otra de mi suegro. Como estas habrá muchas en todas las casas, asi que os invito a que las contéis.

Padre I 

Empezaré por por el abuelo Vicente (llegó a ser abuelo). Un hombre honrado, bueno, trabajador y gracioso. Este hombre, como todos los de su época, pasaría calamidades, frío, hambre e incomodidades, pero creo que una de las experiencias peores de su vida tuvo que ser, cuando su esposa dio a luz a una niña muerta.
Cuando fue a ver a su mujer al hospital le dijeron lo que había sucedido, pero no quedaba ahí la cosa, ya que le dijeron que tenía que hacerse cargo del cadáver de la niña.
El debió de echarse las manos a la cabeza, pues era muy apocado. Los encargados de dicho hospital le aconsejaron, como se solían hacer las cosas en aquellos tiempos (años 50). Pues bien...en una tienda de comestibles, pidió una caja vacía donde antes había higos secos. En aquel hospital introdujeron a la niña en la caja y con ella debajo del brazo fue hasta el Cementerio de Vallecas que era el más cercano a su domicilio. ¿Que iría pensando por el camino con el cadáver de su hija debajo del brazo? Lo hizo a través del campo.
Nunca lo contó, nunca dijo nada y jamás mencionó a la niña. Yo lo supe porque me lo contó mi madre despues de muchos años, Por que el abuelo Vicente...era mi padre.

Abuelo II

Ahora le toca al abuelo Antonio, capitán de la Guardia Civil. Era otro hombre bueno, valiente y muy serio. En una ocasión me contó su esposa (a él no le gustaba alardear de su valentía), allá por el año 1937 en pena guerra civil tenían 5 hijos, vivían en el cuartel de Albolote (Granada). ella estaba embarazada. Pues bien. Una noche que iban de patrulla, caminando el abuelo Antonio al frente de su pelotón  por una carretera de arena...tan oscuro estaba que no vio una cuerda que atravesaba dicha carretera. El abuelo Antonio que entonces era teniente, sin darse cuenta se enredó en la cuerda, se quedó quieto, dio el alto a sus guardias para que no siguieran andando. Todos se pararon. Cuando se dieron cuenta de lo que pasaba, todos ellos sin excepción quisieron ayudar a su teniente.
Les ordenó que no se acercaran a él, pero como aquellos guardias civiles eran tan valientes como su teniente le dijeron a voces que iban a tratar de soltarle de la dichosa cuerda. Había mucho peligro, pues si tocaban mal la cuerda podrían volar todos por los aires.
Tuvo que ordenar con pistola en mano que se quedaran quietos hasta que amaneciera y, aunque de mala gana le hicieron caso: estuvieron toda la noche en pie, tanto el teniente cómo sus guardias civiles...por fin, al clarear el día pudieron ver que efectivamente había un artefacto, 
Después de desactivarlo y destrozados de cansancio volvieron al cuartel. Creo que cuando entraron, le dijeron al Comandante de puesto...Sin novedad...
Algunas veces le pregunte que cuantas durmió , él muy serio decía:
Antes del medio día se le ocurrió parir a la abuela y no uvo un solo guardia que no oyera sus gritos...

 
ADMIRABLES LOS DOS,
 


lunes, 18 de marzo de 2024

Mi potaje


Para mis queridos amigos ingleses, alemanes, franceses etc.etc. Les digo que el potaje es un plato típico español que se come preferentemente en Cuaresma. (O eso me imagino yo).

     Se compone de garbanzos, espinacas, bacalao y en algunos sitios le ponen albóndigas de Cuaresma, o sea, sin carne. Mi madre lo hacía muy rico y sencillo y yo lo hago como ella me enseñó.

     Hacía lo menos diez años que no lo comís, pues a ninguno de mis hijos les hace mucha gracia, por no decir ninguna. Como ya sabemos todos, estamos en Cuaresma y es costumbre que los Cristianos Católicos nos abstengamos de comer carne los viernes de Cuaresma. Dicha costumbre es...porque al hacer esto estamos en comunión todos, a sea, que estamos unidos en días tan señalados como es la Semana Santa.

     El viernes hice el consabido potaje...pongo la mesa y espero a que llegue mi hijo. Lo primero que me dice es que está muerto de hambre. Se pasa al cuarto de estar donde comemos cuando estamos solos, se sienta y esperan que yo llegue con la comida. Cuando ve el potaje, va y me suelta:

-Parece rancho.  (claro, como ha hecho la mili), yo creía que lo decía por hacer gracia, si, si.

     Me pregunta muy serio que clase de comida es. Yo le respondo que potaje, me dice:

-¡Que pena de garbanzos!

-¿Y eso verde que es?

     Le contesto que espinacas y, me dice:

¡Que ya me lo puedo comer yo que él no lo cata!.

     Yo con cara de mártir le digo que por favor, que lo coma, que está muy rico y además es día de vigilia...entonces...me pide un filete, que así tengo potaje para más días, para mi sola, por supuesto.

     Entre este tira y afloja nos han dado las 4 de la tarde. Como el "niño" es cuarentón, ni puedo darle un guantazo ni obligarlo a comerlo, las dos cosas se las merecía. Me voy a la cocina, abro un tarro de espárragos y un par de huevos fritos y se los pongo en la mesa...yo empiezo a comer mi potaje. El muy ladino viéndome comer me dice: 

-Con la olla que has cocinado vas a tener potaje para toda la Cuaresma...y para la del año que viene.

     Cuando hemos terminado la comida, he sacado todas las tarteras que tengo de Tupperware y me he repartido el potaje por raciones, seguro que despues de Cuaresma...todavía tengo potaje. 

     ¡Ah, a todo esto he tomado el té de las cinco a las siete...

¡Que ricos son los hijos cuando son mayores!

 

lunes, 11 de marzo de 2024

El Abuelo, leyenda de Jaén


 

     Como estamos en Cuaresma vamos a poner algo que he visto y oído por alguna parte y lo voy a contar, a mi me ha gustado mucho, allá voy.

     Resulta que nos parece que solo vemos algunas partes de Andalucía, pero no, hay, bueno todas, tienen sus leyendas, cuentos o como queramos llamarlas. 

     Esto ocurrió en Jaén, que también es una de las provincias de Andalucía y que según las crónicas ocurrió en un pequeño caserío:

     Una noche, un anciano llegó muy cansado a la puerta de un caserío y pidió a la familia que allí vivía pasar la noche allí a lo que la familia accedió.

     Durante la cena, el hombre vio el tronco de una encina y se le ocurrió tallar una imagen como agradecimiento por acogerlo, se encerró en un dormitorio y dijo no salir de ahí hasta que no acabara de tallar.

     Pasados tres días y viendo que el hombre no salía la familia, preocupados, se decidieron a entrar y encontraron la figura de Jesús perfectamente esculpida cubierta con un sudario pero ni rastro del anciano, y una nota en la que decía:

   >A través de esta imagen, amadle con todo el corazón, con la seguridad de que nunca os abandonara<

     A partir de entonces se produjeron multitud de peregrinaciones al caserío y cuando el matrimonio falleció, la imagen fue trasladada al Convento de las Carmelitas Descalzas.


Esta leyenda mantiene el misterio de este paso al que acompañan miles de penitentes, a ritmo de una marcha compuesta para este paso por el maestro Cebrián, y que despierta la admiración de la ciudad de Jaén y de los visitantes. 


LA FOTOGRAFÍA LA HE COGIDO DE INTERNET Y ES LA  AUTENTICA O SEA LA MISMA 

QUE AQUEL ANCIANO ESCULPIÓ.




lunes, 4 de marzo de 2024

Los guisantes de la abuela

 

     Hoy tenemos la reunión anual de los vecinos, por ese motivo y aunque tengo pocas ganas, no tenemos más remedio que ir.

     He delegado en mi hijo, pero dice que yo vaya aunque sea poco tiempo, el caso es que me vean...iré.

     Por ese motivo voy a ser breve y voy a contar una anecdota que le ocurrió a mi querido padre y a mi abuela:

     Ya sabéis que mi padre solo se ponía el uniforme cuando estaba de servicio, que era siempre, pero claro solo por las tardes, pues bien. Escribió mi no menos querida abuela, diciendo que venía para hacernos una visita y de paso nos traía un poco de matanza, que lógicamente habían hecho en el pueblo. 

     Mi madre se puso tan contenta, no solamente porque llegaba su suegra, sino por la matanza que anunciaba. Eran malos tiempos, estoy ablando de los años 40, cuando todo lo tenían que comprar de estraperlo, ya que como sabéis algunos mayores, eran tiempos de Posguerra y el que mas y el que menos vivía del estraperlo,

     Mi padre, a regañadientes se puso el uniforme para ir a buscar a su señora madre. Mi madre, casi le empujaba para que se fuera cuanto antes y así venían pronto.

     Al bajarse del tren en la estación de las Delicias en Madrid. Mi pobre padre vio que su madre traía una enorme bolsa y a este le caían sudores. Después de los consabidos besitos, que no le gustaban cuando vestía el uniforme, le dijo a mi abuela, su madre:

    - Madre, ¿Qué trae usted el esa bolsa?

     Ella le contestó - Un poco de matanza, hijo.

     Él le contestó.- Salga usted rápidamente porque si la registran los de abastos...

     Ella se reía, pues creía que mi padre era el que mandaba en Madrid. Salieron por donde le dijo mi padre y la buena de mi abuelita se paró para decirle al señor de abastos...-Este es mi hijo.

    Según creo a mi padre le caían sudores, le dio una risa tonta y pasaron los dos como si nada. 

    No solamente llevaba "una poca de matanza" sino que también traía guisantes, estos estaban secos, o sea, como los garbanzos...la matanza se acabó, pero los guisantes, estos no tenían fin. Mi madre los hacía en forma de potaje, los guisaba como las lentejas...el caso es que ya nos salían los guisantes por las orejas. Hasta que nos revelamos y ya no quisimos comer mas guisante. No crean que fueron a la basura, no, sino que "Los vendió mi madre" y las vecinas se los quitaban de las manos.

     Mi padre lo contaba con mucha gracia, tal es así, que al decirle mi madre que como habían pasado por la estación bolsa tan grande, él dijo:

     "Es que si lo se no voy"