lunes, 25 de abril de 2022

Un dicho muy corriente


     No me digáis que el dibujito no está gracioso...

     Una de las veces que hemos ido a Aranjuez, fue antes de la pandemia, y por supuesto visitamos el Palacio donde están los vestidos de novia de la reina Sofia, sus hijas las infantas y nuestra reina Letizia. Todos estan preciosos, pero lo que a mi me pareció, sobre todo en uno de ellos...¿Cómo se metió en él su dueña? 

     Como es natural, visto un Palacio, visto todos pues casi todos se asemejan, no obstante, espero volver pronto...

     Ya cuando volvíamos y al pasar por Valdemoro, el próximo pueblo, como todos sabéis es Pinto. Yo, como siempre, dije la famosa frase: "Estamos entre Pinto y Valdemoro". Mi hijo me dice: -No me cuentes otra vez la frase que ya me la has contado muchas veces- pero yo, toda sabihonda se la vuelvo a contar...por si acaso no se acuerda.

     Resulta que en una ocasión, dos amigos de Pinto, fueron de juerga a Valdemoro. Por supuesto que a la vuelta iban cargaditos del buen vino de Valdemoro y ya era medianoche cuando se pusieron a descansar. Entre ambos pueblos, hay un arroyo y como nuestros amigos no tenían mucho que hacer y además el vino no se estaba quieto, uno de ellos saltó el arroyo y su amigo le preguntó, dada la oscuridad de la noche:

¿Dónde estas Pepe? Este le contestó:-Estoy en Pinto...

 Acto seguido volvió a dar otro salto diciendo: -Ahora estoy en Valdemoro.

     Esta operación la hizo varias veces...hasta que cayó dentro del arroyo, su buen amigo al oír el trastazo dijo: ¿Dónde estás Pepe? A lo que este contestó:

-Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro.

Hay otra versión que cuenta el historiador González Arteaga que argumenta tras rechazar la leyenda del borracho, que el origen de la frase se remonta al siglo XIII, cuando Madrid y Segovia pugnaban por las tierras de Valdemoro y Pinto. El enfrentamiento por los terrenos de cultivo llegó a tanto que el mismo rey Fernando III el Santo tuvo que asignar con "carácter irrevocable" , Pinto a Madrid y Valdemoro a Segovia. Para que no quedara ninguna duda, el monarca ordenó colocar 42 hitos en las lindes. Algunos persisten todavía.

     El rey presenció durante varios días la colocación de hitos, así que los cortesanos, cuando alguien preguntaba por Fernando III, respondían, "está entre Pinto y Valdemoro".

     Así se curó en salud el historiador Arteaga, pero en  Pinto o en Valdemoro se sigue creyendo en la leyenda del borrachín.

A mi tambien me gusta más, yo me quedo con los dos borrachines, además, tanto un pueblo como otro, los dos pertenecen a la Comunidad de Madrid.


lunes, 18 de abril de 2022

La botellita de café con leche...


      Hoy está haciendo un día esplendido en Madrid, pero según los entendidos mañana va a llover y bajan las temperaturas lo menos 10%...ahí es "ná", que diría un castizo madrileño, yo también lo digo pues ya habíamos quitado la calefacción y seguro, si Dios no lo remedia que tendremos que ponerla otra vez. 

     Esto me hace recordar (siempre recordando), que cuando yo era pequeña y por supuesto no teníamos calefacción. Eso sí, teníamos un magnifico brasero que mi madre con mucho arte siempre lo tenía encendido. Como iba diciendo, contando o como se le quiera llamar, en los días de mucho frío y cuando mi padre se ponía el uniforme para ir de servicio (como ya he dicho muchas veces, era policía municipal), mi madre le forraba el cuerpo con papel de periódico debajo de la guerrera. Nosotros nos reíamos y decíamos que papá iba como si fuera un paquete. Creo que así no le traspasaba el frío.

     El motivo era que en aquella época no había semáforos y los policías tenían que dirigir el tráfico con las manos, brazos, cuerpo y a veces con los pies, pues si venía algún despistado, tenían que correr hacia las aceras para ponerse a salvo.

     Un día que hacía mucho frío y quizá los periódicos no surtían efecto, mi madre preparó una botellita de café con leche muy caliente, la envolvía en papel de periódico, la metía en el bolso y nos decía:

     -Niños, estar quietecitos que voy a llevarle un café con leche a papá que seguro que estará pasando mucho frío. ¡Ale! Y allí iba la pobre mujer, con su botellita envuelta en papel de periódico...

     Una de esas veces, yo quise ir con ella y...fui.

     Yo iba muy contenta pues iba al centro de Madrid con mi madre y nada más y nada menos que a ver a papá dirigir el tráfico. Cuando llegamos, mi padre puso una sonrisa de oreja a oreja, seguro que de ver a mi madre...¡¡¡Entonces eran muy jóvenes!!!

     En un momento nos acercó a un portal cerca de donde hacía el servicio, se quitó los guantes, cogió la botellita que todavía llegó caliente y se la tomó. Después miró a mi madre y la besó. Todo esto "a la remanguillé" pues en aquellos tiempos la gente no se besaba por la calle, después, también me dio un beso a mi. Acto seguido él se fue hacia la Puerta del Sol, esquina a Arenal, que era donde hacía su servicio, nosotras cogimos el metro hacia nuestra casa. Mi madre sonreía y yo iba muy contenta.

     Esto me lo ha hecho recordar el frío que los que entienden, dicen que hará mañana y también me ha hecho pensar. Si los agentes hubiesen vivido ahora podrían tomarse su cafelito en cualquier bar, pues antes, o sea, en aquellos tiempos no podían entrar de uniforme en los bares...eso creo. 

     Tambien tengo que decir que mis hermanos eran unos niños muy buenos, mi madre se podía ir tranquila a llevar...la botellita de café con leche a su..."chico", como dicen ahora. Y cuando volvía todo estaba en orden.

     

lunes, 11 de abril de 2022

A buenas horas mangas verdes


      

     Todos hemos oído esta frase en alguna ocasión, yo la he escuchado hoy mismo y me he reído mucho. Me he reído por la situación, pues estaba haciendo un zumo a mi hijo cuando ha sonado el telefono, no lo tenía que haber cogido pues hay quien llama por entretenerse y esta mujer era una de ellas. El caso es que cuando hemos "cortado" y le llevo el zumo, me dice eso de "A buenas horas mangas verdes". Yo me he echado a reír, pero le he dado la razón, pues la señora que me hablaba sin parar parecía que no tenía nada que hacer. 

     Luego le he preguntado a mi hijo si sabía de donde venía dicha frase, contestación suya: . Yo no lo se, pero tu me la vas a contar aunque no quiera, y efectivamente...se la he contado.

     Se debe el origen de esta frase, a que en tiempos de los Reyes Católicos, crearon una institución parecida a lo que hoy sería una policía de Castilla para defender el orden público, pertenecían a la Santa Hermandad.

     Como casi nunca llegaban a tiempo de capturar a los malhechores, los delitos siempre quedaban impunes. 

     Los cuadrilleros, que así los llamaban, vestían un uniforme con mangas verdes y Coleto. El Coleto estaba hecho de piel semi curtida, era largo hasta las rodillas y ajustado al busto y sin mangas. Total, que estaban muy guapos los "policías", pero nada más, ya que no eran unos sabuesos que digamos. 

     Creo que eran una especie parecida al 7º de caballería de los EE UU de América del norte, que cuando llegaban, los indios ya se habían "merendado" y cortado  cabelleras a "punta pala" a todo bicho viviente.

No creo que se enfaden los norteamericanos, pues yo lo he visto en muchas películas, hasta que al final...los indios se cargaron al batallón por completo.


Y ahora, recordando a Víctor, os cuento uno de los muchos chistes que nos contaba los fines de semana:  

¿- Mamá, es verdad que en muchos países de África una mujer no conoce a su marido hasta que se casa?

-Eso sucede en todos lados, hija.




lunes, 4 de abril de 2022

Los jarrones


 Yo quería ilustrar esto con mi precioso jarrón chino que en una ocasión me regalo mi hijo pequeño, pero como soy tan mala haciendo fotos, he desistido. Me he puesto con el móvil a sacarle fotografías, las he hecho de mil y una maneras y ninguna me ha salido bien, o por lo menos a mi gusto. Pero prometo que voy a llamar a un fotógrafo profesional para que le haga fotos a mi bonito jarrón. El que he puesto para ilustrar esta pagina...lo he sacado de Internet. Espero no tener problemas...

     El regalo del emperador:

     Al emperador de China le regalaron 55 magníficos jarrones de la porcelana más fina. Era tanto su valor que hizo construir un palacio para guardarlos y encargó su cuidado a un mandarín.

-¡Si alguien rompe alguno, lo pagará con su cabeza!- amenazó!

     El mandarín puso todo su empeño pero acabó rompiendo uno y rodó su cabeza, la misma suerte que corrieron los dos siguientes mandarines. El cargo era tan peligroso que nadie tenía el valor de aceptarlo. Al final, se presentó un viejo sabio, tranquilo y sonriente.

-Yo- dijo-. Tengo 80 años y, si me va mal, pierdo poco.

     Sus modales agradaron tanto al emperador que lo aceptó, pero, de repente, el anciano tomó un grueso palo y rompió todos los jarrones.

-¡Insensato! ¿Qu has hecho?, gritó el emperador, muy alterado.

-He salvado la vida de 51 de sus súbditos, explicó el viejo.


Esta historia, cuento, fábula como queramos llamarlo, nos enseña que, más allá de las posesiones materiales, lo mejor que tenemos son nuestros valores y nuestro talento...Ah, y cuidado con los viejos, o mejor dicho...mayores. Que no se enfade nadie