domingo, 29 de marzo de 2015
¿Donde estaràn las manos de Dios?
Desde hoy Domingo de Ramos y hasta que finalice la Semana Santa, vamos a ser buenos y reflexionar aunque sólo sean unos días.
Hoy mi buen amigo Víctor, que no es cura, sino policía, nos ha dado una pequeña charla al finalizar la misa con procesión que hemos tenido en mi parroquia, y en todas las parroquias del mundo católico. Esto es lo que nos ha contado:
Cuando veo la tierra quebrada y abandonada; hogares y vidas humanas arrasadas por la furia de los ríos, amigos y compatriotas con la mirada perdida porque perdieron todo, me pregunto...
¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil, cuando veo al prepotente enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero y del campesino, me pregunto...
¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando contemplo a esa anciana olvidada, cuando su mirada es nostálgica y balbucea todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto...
¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando veo al moribundo en su agonía lleno de dolor, cuando observo a su esposa y a sus hijos deseando no verle sufrir y su lecho se convierte en un grito de suplica de paz, me pregunto...
¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando a esa jovencita que debería soñar en fantasía, la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el estío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca, se ciñe el vestido y sale a vender su cuerpo, me pregunto...
¿Dónde estarán las manos de Dios?
Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico, su miserable cajita de dulces sin vender, cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán tiritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubran su frágil cuerpecito, cuando su mirada me reclama una caricia, cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto...
¿Dónde están las manos de Dios?
Y tuve la osadía de enfrentarme a EL y le pregunté:
¿DONDE ESTÁN TUS MANOS SEÑOR para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados?
Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó:
"No te das cuenta que tu eres mis manos, atrévete a usarlas para lo que fueron hechas: para dar amor y ser instrumento."
Y comprendí que las manos de Dios soy YO...y eres TU!
Y pensé:
Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían dar, te pido perdón por el amor que me diste y que no he sabido compartir, las debo de usar para amar y hacerle honor a la grandeza de la creación.
No extrañará a nadie si digo que hemos salido todos con lagrimas en los ojos. Hemos empezado bien la Semana Santa...
lunes, 23 de marzo de 2015
Eclipse Total
Eclipse Total, eso es lo que vimos mis vecinitos y yo. Mientras toda España veía el eclipse parcial, y en algunos sitios ni siquiera eso, porque estuvo casi todo el día nublado, nosotros "vimos" un eclipse total...os cuento.
Resulta que mi vecina Juanita, que tiene 25 años y cinco niños el mayor de seis añitos, bajó a casa toda preocupada y pidiéndome por favor, que me quedara cuidando a sus tres niños mayores pues estaban los tres con Paperas y el pequeño tenía fiebre y tenía que llevarlo de urgencias a un médico.
Por supuesto que les abrí la puerta y pasaron en tropel, aquellos críos no parecía que estaban enfermos.
Antiguamente a los niños con paperas se les ponía un pañuelo cubriéndoles la carita y atado en lo alto de la cabeza. Mis vecinitos bajaron a casa los tres, con pasamontañas, que más parecían terroristas que críos, claro que son tan guapos...
La madre les recomendó que no dieran guerra a la yaya vecina, así es como me llaman, pues como soy la mayor de todos los vecinos, tengo esa "distinción".
Como sabe toda España y parte del extranjero, el viernes estaba más bien nublado en Madrid, salvo algunos claros que muy tímidamente dejaba entrar algún rayito de sol.
Encendí el televisor para que se distrajeran un poco (en que hora lo hice), en esos momentos estaban hablando del eclipse y el niño mayor me dice que él quiere verlo, que salgamos a la terraza.
En la terraza hacía de todo menos sol. Frío, si, pero, sol poco.
Para distraerlo les empecé a contar lo que hacía mi padre cuando éramos pequeños mis hermanos y yo, esto era: Ahumar un cristal para que no nos hiciera daño el sol en los ojos. Yo creo que en aquellos años, incluso el sol brillaba más que ahora.
El mayor, Jorge, que es más listo que el hambre, me dijo que ahumara yo un cristal. Ahí estoy yo pensando donde y como encontrar un cristal para ahumarlo. A todo esto ya eran más de las diez y media, el eclipse estaba a punto de expirar.
Como no tenía nada aparente, saqué la tabla de partir carne, que dicho sea de paso, no es tabla sino es cristal transparente y muy dura por cierto, pues cuando destripo un pollo doy buenos golpes y no se rompe, no se de que material está hecha.
Me puse a ahumarla con un mechero. Antes por supuesto, aparté a los tres críos. Cuando tenía ya la tabla o lo que sea totalmente negra, salimos a la terraza, en la cual apenas había sol.
Jorge, chillando me decía:
-¡Corre yaya vecina que ya empieza el eclipse.
Todos miramos por aquel artilugio que yo había fabricado que estaba más negro que un túnel sin bombillas.
Los niños chillaban de alegría, decían que estaba todo negro, la Luna se había comido al Sol, y un montón de disparates más.
A todo esto ya era mediodía, cuando llaman a la puerta.
Era mi vecina, la madre de los niños. Cuando nos ve, da un grito y dice:
-¿Que os ha pasado?
Nos miramos unos a otros y vemos que teníamos toda la cara negra de hollín.
Los niños se reían unos de otros y...yo con la tableta de cristal o de lo que sea, toda negra en las manos. Me pillaron, como suele decirse, con las manos en la masa. En este caso, en una plancha negra.
Mis manos, mi cara y la cara de los niños...mejor no decir como estaban.
Mi vecina Juanita me dijo:
-Yaya vecina, eres peor que los críos.
Se subió a su casa y no los he visto hasta hoy lunes que me han visitado diciéndome que se habían curado y que les gustó mucho el eclipse, y que cuando haya otro lo veremos desde mi casa.
Los niños estaban preciosos y hasta el que llevó a las urgencias, estaba fenomenal
Resulta que mi vecina Juanita, que tiene 25 años y cinco niños el mayor de seis añitos, bajó a casa toda preocupada y pidiéndome por favor, que me quedara cuidando a sus tres niños mayores pues estaban los tres con Paperas y el pequeño tenía fiebre y tenía que llevarlo de urgencias a un médico.
Por supuesto que les abrí la puerta y pasaron en tropel, aquellos críos no parecía que estaban enfermos.
Antiguamente a los niños con paperas se les ponía un pañuelo cubriéndoles la carita y atado en lo alto de la cabeza. Mis vecinitos bajaron a casa los tres, con pasamontañas, que más parecían terroristas que críos, claro que son tan guapos...
La madre les recomendó que no dieran guerra a la yaya vecina, así es como me llaman, pues como soy la mayor de todos los vecinos, tengo esa "distinción".
Como sabe toda España y parte del extranjero, el viernes estaba más bien nublado en Madrid, salvo algunos claros que muy tímidamente dejaba entrar algún rayito de sol.
Encendí el televisor para que se distrajeran un poco (en que hora lo hice), en esos momentos estaban hablando del eclipse y el niño mayor me dice que él quiere verlo, que salgamos a la terraza.
En la terraza hacía de todo menos sol. Frío, si, pero, sol poco.
Para distraerlo les empecé a contar lo que hacía mi padre cuando éramos pequeños mis hermanos y yo, esto era: Ahumar un cristal para que no nos hiciera daño el sol en los ojos. Yo creo que en aquellos años, incluso el sol brillaba más que ahora.
El mayor, Jorge, que es más listo que el hambre, me dijo que ahumara yo un cristal. Ahí estoy yo pensando donde y como encontrar un cristal para ahumarlo. A todo esto ya eran más de las diez y media, el eclipse estaba a punto de expirar.
Como no tenía nada aparente, saqué la tabla de partir carne, que dicho sea de paso, no es tabla sino es cristal transparente y muy dura por cierto, pues cuando destripo un pollo doy buenos golpes y no se rompe, no se de que material está hecha.
Me puse a ahumarla con un mechero. Antes por supuesto, aparté a los tres críos. Cuando tenía ya la tabla o lo que sea totalmente negra, salimos a la terraza, en la cual apenas había sol.
Jorge, chillando me decía:
-¡Corre yaya vecina que ya empieza el eclipse.
Todos miramos por aquel artilugio que yo había fabricado que estaba más negro que un túnel sin bombillas.
Los niños chillaban de alegría, decían que estaba todo negro, la Luna se había comido al Sol, y un montón de disparates más.
A todo esto ya era mediodía, cuando llaman a la puerta.
Era mi vecina, la madre de los niños. Cuando nos ve, da un grito y dice:
-¿Que os ha pasado?
Nos miramos unos a otros y vemos que teníamos toda la cara negra de hollín.
Los niños se reían unos de otros y...yo con la tableta de cristal o de lo que sea, toda negra en las manos. Me pillaron, como suele decirse, con las manos en la masa. En este caso, en una plancha negra.
Mis manos, mi cara y la cara de los niños...mejor no decir como estaban.
Mi vecina Juanita me dijo:
-Yaya vecina, eres peor que los críos.
Se subió a su casa y no los he visto hasta hoy lunes que me han visitado diciéndome que se habían curado y que les gustó mucho el eclipse, y que cuando haya otro lo veremos desde mi casa.
Los niños estaban preciosos y hasta el que llevó a las urgencias, estaba fenomenal
lunes, 16 de marzo de 2015
El tesoro escondido
El rabino Isaac tenía un sueño recurrente en el que una voz le ordenaba que viajase a Praga y que, una vez allí, empezara a cavar debajo del puente que conduce al Palacio Real hasta encontrar un tesoro.
Como pasaban los meses y el sueño persistía, al final decidió hacer el largo viaje para comprobar qué había de verdad en esa revelación.
Cuando llegó a su destino, constató desolado que el puente era constantemente vigilado por dos soldados.
Así que cada día, desde la distancia, se pasaba un buen rato observándoles.
Ese gesto no pasó inadvertido al capitán de la guardia que, cuando lo vio llegar una mañana más, se acercó a él para averiguar el motivo de su presencia allí.
El rabino, superando sus recelos, decidió confiarle su sueño.
El capitán se echó a reír y, a su vez, le confesó al venerable rabino:
-¿Sabe usted que si yo hiciera caso de mis sueños estaría buscando por Polonia a un tal Isaac, hijo de Ezequiel, que según mis sueños tiene un tesoro en un rincón de su cocina?
El rabino quedó impresionado y rápidamente regresó a Polonia. Cavó entusiasmado en su cocina y encontró el tesoro.
Y es que, a veces, recorremos un largo camino en busca de la felicidad cuando realmente está muy cerca de nosotros, en nuestro interior.
Como pasaban los meses y el sueño persistía, al final decidió hacer el largo viaje para comprobar qué había de verdad en esa revelación.
Cuando llegó a su destino, constató desolado que el puente era constantemente vigilado por dos soldados.
Así que cada día, desde la distancia, se pasaba un buen rato observándoles.
Ese gesto no pasó inadvertido al capitán de la guardia que, cuando lo vio llegar una mañana más, se acercó a él para averiguar el motivo de su presencia allí.
El rabino, superando sus recelos, decidió confiarle su sueño.
El capitán se echó a reír y, a su vez, le confesó al venerable rabino:
-¿Sabe usted que si yo hiciera caso de mis sueños estaría buscando por Polonia a un tal Isaac, hijo de Ezequiel, que según mis sueños tiene un tesoro en un rincón de su cocina?
El rabino quedó impresionado y rápidamente regresó a Polonia. Cavó entusiasmado en su cocina y encontró el tesoro.
Y es que, a veces, recorremos un largo camino en busca de la felicidad cuando realmente está muy cerca de nosotros, en nuestro interior.
jueves, 12 de marzo de 2015
Mi primera "huelga"
Supongo que los que hacen huelga tienen sus razones pero a mi particularmente no me agradan.
Si la hacen los blancos, es para atacar a los negros.
Si la hacen los negros, para atacar a los blancos. (El color que pongo no es racista, es simplemente una manera de expresión).
Siempre que hay una huelga, ya sea de comerciantes, de taxistas, de fontaneros o toreros, siempre, siempre hay alguien que sufre. No entiendo nada, pero me da mucha pena ver estas cosas.
Y yo...participé en una...
Que nadie se asuste, que ninguna persona que lea esto piense nada malo pues la huelga fue de lo más inocente, verán:
De esto hace muchos años pues estaba yo en plena adolescencia. Era más o menos el año 1949.
Yo estaba pasando unos días de vacaciones con unas 20 chicas de mi edad y dos monjitas que a su vez nos habían llevado a un convento de las Madres Jesuitinas a "El Espinar" de la provincia de Segovia.
Este pueblo está en plena Sierra de Guadarrama rodeado de pinos y montañas y...allí fuimos a "caer" la "panda", como nosotras mismas nos llamábamos.
Por la mañana después de oír misa y desayunar, nuestras monjas, digo nuestras porque eran las que nos habían llevado desde Madrid, pues bien, estas nos llevaban a la montaña que aunque había una buena caminata no hacíamos pereza ni protestábamos. Allí pasábamos toda la mañana, jugando, charlando o leyendo la que quería. Siempre libros "buenos" seleccionados para que no nos hicieran daño...¡que tiempos!
Cuando volvíamos, lo hacíamos con el tiempo justo de lavarnos las manos, ponernos los calcetines, pues no podíamos estar en el convento sin calcetines las pequeñas y sin medias las mayores. ¡Ah, y tampoco con vestidos sin mangas.
Como digo, íbamos justo derechas al comedor.
La comida era buena, o eso me parecía a mi que estaba acostumbrada a comer de todo, aún hoy lo hago, pero siempre había niñas que protestaban.
Lo único regular que yo encontré, era, que...de postre nos daban dos galletas María.
Respecto a esto todos los día había protestas. Se quejaban a nuestras monjas pero, ellas las pobres no decían nada, a pesar de que eran las que pagaban la manutención nuestra.
Un día mientras estábamos en plena montaña, se formó, lo que se llamaría hoy, un "piquete". Estas nos dijeron que cuando nos pusieran las galletas de postre no las cogiéramos, esa sería la protesta o huelga de galletas.
Llegamos al convento, como siempre y con un sol de justicia ya que era el mes de agosto y hacía lo menos 40º a la sombra. Nos lavamos las manitas, nos ponemos los calcetines y la rebeca y nos vamos hacia el comedor.
Todas sentaditas esperando que nuestra monja bendijera la mesa, nosotras rezando divinamente, como siempre, cuando terminamos, entra la madre "Ito". Se llamaba Consuelo, pero nosotras la pusimos ese apelativo...
La madre Ito entró en el comedor, con un cocido que quitaba los sentidos... con su sopa, sus garbanzos y su poca pringá (eran malos tiempos y la carne escaseaba).
¡Y de postre...dos galletas!
Con más de 40º grados. Habíamos llegado acaloradas. Nos sirven un cocido de garbanzos...¿Quien puede comerse un par de galletas de postre?
Menos mal que yo no estaba la primera de la fila, pues soy cobarde y no me hubiese atrevido a poner el plato del postre boca bajo como hizo mi compañera. Claro que después de ella todas hicimos lo mismo.
La madre Ito, se puso roja como la grana, la nuestra que comía con nosotras casi nos fulminó con la mirada. La primera se fue a la cocina a dar el parte a la madre Superiora, esta no tardó ni un segundo en entrar en el comedor. Iba con la sonrisa puesta, nos miraba y decía que éramos muy traviesas y a nuestra monjita le dijo que no se preocupara que era cosas de la juventud...
¡¡¡Pero seguimos teniendo galletas de postre el resto de nuestras vacaciones!!!
Si la hacen los blancos, es para atacar a los negros.
Si la hacen los negros, para atacar a los blancos. (El color que pongo no es racista, es simplemente una manera de expresión).
Siempre que hay una huelga, ya sea de comerciantes, de taxistas, de fontaneros o toreros, siempre, siempre hay alguien que sufre. No entiendo nada, pero me da mucha pena ver estas cosas.
Y yo...participé en una...
Que nadie se asuste, que ninguna persona que lea esto piense nada malo pues la huelga fue de lo más inocente, verán:
De esto hace muchos años pues estaba yo en plena adolescencia. Era más o menos el año 1949.
Yo estaba pasando unos días de vacaciones con unas 20 chicas de mi edad y dos monjitas que a su vez nos habían llevado a un convento de las Madres Jesuitinas a "El Espinar" de la provincia de Segovia.
Este pueblo está en plena Sierra de Guadarrama rodeado de pinos y montañas y...allí fuimos a "caer" la "panda", como nosotras mismas nos llamábamos.
Por la mañana después de oír misa y desayunar, nuestras monjas, digo nuestras porque eran las que nos habían llevado desde Madrid, pues bien, estas nos llevaban a la montaña que aunque había una buena caminata no hacíamos pereza ni protestábamos. Allí pasábamos toda la mañana, jugando, charlando o leyendo la que quería. Siempre libros "buenos" seleccionados para que no nos hicieran daño...¡que tiempos!
Cuando volvíamos, lo hacíamos con el tiempo justo de lavarnos las manos, ponernos los calcetines, pues no podíamos estar en el convento sin calcetines las pequeñas y sin medias las mayores. ¡Ah, y tampoco con vestidos sin mangas.
Como digo, íbamos justo derechas al comedor.
La comida era buena, o eso me parecía a mi que estaba acostumbrada a comer de todo, aún hoy lo hago, pero siempre había niñas que protestaban.
Lo único regular que yo encontré, era, que...de postre nos daban dos galletas María.
Respecto a esto todos los día había protestas. Se quejaban a nuestras monjas pero, ellas las pobres no decían nada, a pesar de que eran las que pagaban la manutención nuestra.
Un día mientras estábamos en plena montaña, se formó, lo que se llamaría hoy, un "piquete". Estas nos dijeron que cuando nos pusieran las galletas de postre no las cogiéramos, esa sería la protesta o huelga de galletas.
Llegamos al convento, como siempre y con un sol de justicia ya que era el mes de agosto y hacía lo menos 40º a la sombra. Nos lavamos las manitas, nos ponemos los calcetines y la rebeca y nos vamos hacia el comedor.
Todas sentaditas esperando que nuestra monja bendijera la mesa, nosotras rezando divinamente, como siempre, cuando terminamos, entra la madre "Ito". Se llamaba Consuelo, pero nosotras la pusimos ese apelativo...
La madre Ito entró en el comedor, con un cocido que quitaba los sentidos... con su sopa, sus garbanzos y su poca pringá (eran malos tiempos y la carne escaseaba).
¡Y de postre...dos galletas!
Con más de 40º grados. Habíamos llegado acaloradas. Nos sirven un cocido de garbanzos...¿Quien puede comerse un par de galletas de postre?
Menos mal que yo no estaba la primera de la fila, pues soy cobarde y no me hubiese atrevido a poner el plato del postre boca bajo como hizo mi compañera. Claro que después de ella todas hicimos lo mismo.
La madre Ito, se puso roja como la grana, la nuestra que comía con nosotras casi nos fulminó con la mirada. La primera se fue a la cocina a dar el parte a la madre Superiora, esta no tardó ni un segundo en entrar en el comedor. Iba con la sonrisa puesta, nos miraba y decía que éramos muy traviesas y a nuestra monjita le dijo que no se preocupara que era cosas de la juventud...
¡¡¡Pero seguimos teniendo galletas de postre el resto de nuestras vacaciones!!!
lunes, 9 de marzo de 2015
Todas son extraordinarias
Me da mucha pena que se hable de un día internacional de la mujer. Máxime cuando la celebración lleva consigo la muerte de más de 140 jóvenes camiseras que fueron encerradas en la fábrica donde trabajaban simplemente por reclamar sus derechos laborales. Esto ocurrió el 25 de marzo de 1911.
Después de esto, ha habido mucho ruido, pero también han sido muchas las mujeres que han destacado y no se les ha hecho mucho caso.
No es el caso de tantas mujeres conocidas, como por ejemplo:
Emilia Pardo Bazán, "Galleguiña" ella y que buenos recuerdos nos dejó con: "Los Pazos de Ulloa"
María Curie, Científica que gano dos premios Nobel.
Virginia Woolf, escritora, que la pobre se suicidó ahogándose por miedo a una incipiente locura.
Son muchas las mujeres famosas merecidamente admiradas. Pero yo hoy me voy a referir a algunas que no las conoce ni su "padre" y son tan buenas y hermosas como la que más. Digo que no las conoce ni su padre, porque algunas, de verdad, no conocen a su padre.
Una de ellas me cuenta, que cuando se hizo mayor y vivía con su madre sola le preguntó que donde estaba papá, ella le contestó que ni lo sabía ni quería saberlo, pues cuando le dijo que estaba embarazada,. salió corriendo, pues no quería que se entera su señora madre de que su querido hijo, con 35 años, iba a ser padre.
Nos podemos imaginar lo que pasaría esta mujer en los años cincuenta siendo madre soltera. Ahora por ejemplo, si una joven se queda embarazada lo cuenta a los cuatro vientos y como debe de ser, todos lo aceptamos.
Otra señora ya muy mayor a la que veo todos los domingo en la iglesia y charlo con ella y su marido, los dos muy viejecitos. Se han venido a vivir con un hijo, pues ya no pueden estar solos en el pueblo. Ayer mismo me contaba que le dolía la espalda de lo que había trabajado cargando carros de heno, sacando patatas, segando trigo y cuando llegaba la matanza, un cerdo que habían alimentado con toda la ilusión de engordarlo para tener "apaño" a lo largo del año...resulta que no cataban los jamones, pues el "señorito" y amo de casi todas las tierras del pueblo, les hacía un trueque:
Él se llevaba los jamones y les daba: por cada kilo de jamón, dos kilos y medio de tocino. El canalla no era tonto, no.
Claro los pobres aceptaban, pues ellos creían que era mejor dos kilos y medio de grasa, que uno de magro.
¡Como no le va a doler la espalda!
Si no han comido más que cerdo y garbanzos.
Luego están las pobres mujeres maltratadas, que salvo raras excepciones, como una conocida que va a la peluquería siempre con un ojo morado y nos dice que se lo ha puesto su marido, cuando le decimos algo en contra de él, nos dice:
-No os importa, no os metáis con él, pues cuanto más me pega, más lo quiero.
Ya la dejamos por imposible, pensamos que no está bien de la cabeza...que la siga zurrando.
Una compañera de la parroquia que está al frente de Cáritas, me contaba que llegan las mujeres en camisón y bata huyendo del zángano de su marido. Salen de casa con lo puesto a refugiarse donde pueden. Me dijo confidencialmente mi amiga:
-Tenemos un pido para ellas, pero no te digo donde. Yo le contesté.
-Ni quiero saberlo.
Luego está nuestra querida Madre Teresa, que fundó la congragación Misioneras de la Caridad para ayudar a los pobres. Y tantas y tantas que han hecho cosas muy buenas para la humanidad.
Desde aquí mi homenaje a todas las mujeres y a algunos hombres también.
Y para no exagerar, ahí va algo para empezar la semana sonriendo:
Un matrimonio ya veterano va de viaje en coche por el campo.
No se hablan debido a una discusión que acaban de tener. Al pasar por una granja donde hay varios mulos y cerdos, el marido le pregunta a la mujer:
-¿Esos de ahí son familiares tuyos?
La esposa le responde en tono cortante:
-¡Si! ¡Son mis suegros !
Después de esto, ha habido mucho ruido, pero también han sido muchas las mujeres que han destacado y no se les ha hecho mucho caso.
No es el caso de tantas mujeres conocidas, como por ejemplo:
Emilia Pardo Bazán, "Galleguiña" ella y que buenos recuerdos nos dejó con: "Los Pazos de Ulloa"
María Curie, Científica que gano dos premios Nobel.
Virginia Woolf, escritora, que la pobre se suicidó ahogándose por miedo a una incipiente locura.
Son muchas las mujeres famosas merecidamente admiradas. Pero yo hoy me voy a referir a algunas que no las conoce ni su "padre" y son tan buenas y hermosas como la que más. Digo que no las conoce ni su padre, porque algunas, de verdad, no conocen a su padre.
Una de ellas me cuenta, que cuando se hizo mayor y vivía con su madre sola le preguntó que donde estaba papá, ella le contestó que ni lo sabía ni quería saberlo, pues cuando le dijo que estaba embarazada,. salió corriendo, pues no quería que se entera su señora madre de que su querido hijo, con 35 años, iba a ser padre.
Nos podemos imaginar lo que pasaría esta mujer en los años cincuenta siendo madre soltera. Ahora por ejemplo, si una joven se queda embarazada lo cuenta a los cuatro vientos y como debe de ser, todos lo aceptamos.
Otra señora ya muy mayor a la que veo todos los domingo en la iglesia y charlo con ella y su marido, los dos muy viejecitos. Se han venido a vivir con un hijo, pues ya no pueden estar solos en el pueblo. Ayer mismo me contaba que le dolía la espalda de lo que había trabajado cargando carros de heno, sacando patatas, segando trigo y cuando llegaba la matanza, un cerdo que habían alimentado con toda la ilusión de engordarlo para tener "apaño" a lo largo del año...resulta que no cataban los jamones, pues el "señorito" y amo de casi todas las tierras del pueblo, les hacía un trueque:
Él se llevaba los jamones y les daba: por cada kilo de jamón, dos kilos y medio de tocino. El canalla no era tonto, no.
Claro los pobres aceptaban, pues ellos creían que era mejor dos kilos y medio de grasa, que uno de magro.
¡Como no le va a doler la espalda!
Si no han comido más que cerdo y garbanzos.
Luego están las pobres mujeres maltratadas, que salvo raras excepciones, como una conocida que va a la peluquería siempre con un ojo morado y nos dice que se lo ha puesto su marido, cuando le decimos algo en contra de él, nos dice:
-No os importa, no os metáis con él, pues cuanto más me pega, más lo quiero.
Ya la dejamos por imposible, pensamos que no está bien de la cabeza...que la siga zurrando.
Una compañera de la parroquia que está al frente de Cáritas, me contaba que llegan las mujeres en camisón y bata huyendo del zángano de su marido. Salen de casa con lo puesto a refugiarse donde pueden. Me dijo confidencialmente mi amiga:
-Tenemos un pido para ellas, pero no te digo donde. Yo le contesté.
-Ni quiero saberlo.
Luego está nuestra querida Madre Teresa, que fundó la congragación Misioneras de la Caridad para ayudar a los pobres. Y tantas y tantas que han hecho cosas muy buenas para la humanidad.
Desde aquí mi homenaje a todas las mujeres y a algunos hombres también.
Y para no exagerar, ahí va algo para empezar la semana sonriendo:
Un matrimonio ya veterano va de viaje en coche por el campo.
No se hablan debido a una discusión que acaban de tener. Al pasar por una granja donde hay varios mulos y cerdos, el marido le pregunta a la mujer:
-¿Esos de ahí son familiares tuyos?
La esposa le responde en tono cortante:
-¡Si! ¡Son mis suegros !
lunes, 2 de marzo de 2015
¡Que nada nos frene mejorar!
Hoy me voy a poner un poco filósofa ya que después de contaros el percance de mi experiencia con el "terremoto" madrileño parece que os habéis reído lo vuestro, lo cual me satisface pues no es muy frecuente reír en los momentos que tenemos encima.
Las inundaciones, los políticos, los malos, los buenos, en fin, todo lo que nos rodea. Por eso, hoy nos vamos a sentir filósofos por un día...
Un filósofo y su joven discípulo paseaban por los alrededores de un pueblo, cuando divisaron una pequeña granja. Tras llamar a la puerta para pedir un vaso de agua, les recibió un humilde matrimonio y sus tres hijos, vestidos con pobres harapos. Al preguntarles de qué vivían, el granjero les contó que una vaca les daba leche, con la que hacían mantequilla y queso para su autoconsumo y venta.
Lejos ya del lugar, el filósofo le ordenó a su discípulo:
-Regresa a la granja, coge la vaca y tírala por un precipicio.
-Pero si es el único sustento de la familia. Respondido el joven intentando, sin éxito, salvar al animal.
Años más tarde, el muchacho, convertido en un rico empresario, volvió al mismo lugar y quedó sorprendido al ver que la granja ahora era una lujosa mansión.
Aquello le provocó una enorme tristeza, pero pronto descubrió que sus propietarios eran los mismos granjeros que, empujados por la necesidad, habían empezado a cultivar algodón. Y lo que comenzó como una forma de escapar de la miseria, con el tiempo se convirtió en un próspero negocio.
A menudo, en la vida nos acomodamos a lo que nos da nuestra "vaca", pero no dudemos en tirarla por el precipicio y pasemos a la acción.
Que nada nos frene para mejorar.
Las inundaciones, los políticos, los malos, los buenos, en fin, todo lo que nos rodea. Por eso, hoy nos vamos a sentir filósofos por un día...
Un filósofo y su joven discípulo paseaban por los alrededores de un pueblo, cuando divisaron una pequeña granja. Tras llamar a la puerta para pedir un vaso de agua, les recibió un humilde matrimonio y sus tres hijos, vestidos con pobres harapos. Al preguntarles de qué vivían, el granjero les contó que una vaca les daba leche, con la que hacían mantequilla y queso para su autoconsumo y venta.
Lejos ya del lugar, el filósofo le ordenó a su discípulo:
-Regresa a la granja, coge la vaca y tírala por un precipicio.
-Pero si es el único sustento de la familia. Respondido el joven intentando, sin éxito, salvar al animal.
Años más tarde, el muchacho, convertido en un rico empresario, volvió al mismo lugar y quedó sorprendido al ver que la granja ahora era una lujosa mansión.
Aquello le provocó una enorme tristeza, pero pronto descubrió que sus propietarios eran los mismos granjeros que, empujados por la necesidad, habían empezado a cultivar algodón. Y lo que comenzó como una forma de escapar de la miseria, con el tiempo se convirtió en un próspero negocio.
A menudo, en la vida nos acomodamos a lo que nos da nuestra "vaca", pero no dudemos en tirarla por el precipicio y pasemos a la acción.
Que nada nos frene para mejorar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)