Rusiñol
Edison
Dalí
Hoy me he encontrado, así, de sopetón, con unos hombres maravillosos. Bueno, maravillosos porque han sido unos genios cada uno en lo suyo. Yo no se como serían en su vida cotidiana, pero si que eran unos hombres buenos, alguno, hasta gracioso.
Empezaré con un español. Don Santiago Rusiñol, (catalán).
Mientras su hermano Alberto se dedicaba a la política. Santiago se dedicaba a la pintura.
A finales del siglo XIX, acompañaba a su hermano Alberto en su viaje electoral, así que, cuando paro el tren en una estación y la vio llena-, su hermano estaba ausente charlando con unos compañeros-, decidió asumir el mando.
Sacó la cabeza por la ventanilla y dijo improvisando:
-Os haré una carretera.
-¡Ya tenemos una! le replicaron, airados.
-Tenéis la ida; ¡peo yo os haré la de vuelta!, dijo esto y se quedó tan fresco.
Menos mal que el tren arranco justo cuando los payeses empezaron a tirarle de todo. Supongo que cuando se enteró su hermano también le daría lo suyo. Y es que, aunque se sea un genio, muchas veces se puede ser simpático.
Una de las anécdotas que me he encontrado de Edison, me ha parecido muy tierna y cómo un genio como él, tambien era humilde.
Tras idear el primer tablero eléctrico de cotizaciones en bolsa, el entonces desconocido inventor acudió a una gran empresa para venderlo.
Llegado el momento de fijar un precio, Édison dudaba entre pedir 3. 000 dólares o arriesgarse con 5.000. Le propuso al ejecutivo:
- Hágame una oferta.
-¿Que le parecen 40.000 dólares?, inquirió este.
No se la respuesta del señor Edison, pero estoy segura que salió corriendo con su cheque sin mirar atrás.
Yo lo hubiera hecho. Bueno, tambien lo hice. En una ocasión que estaba sin trabajo y fui a una entrevista. Iba pensando. "Si me ofrecen 500 pesetas diarias lo cojo". Cual no sería mi sorpresa cuando me ofrecieron...2.000 media jornada. Del Ayuntamiento (donde iba a trabajar), hasta mi casa fui corriendo a contárselo a mis hijos.
Claro mi caché no se puede comparar con el del señor Edison...¡Que más quisiera yo!
Y ahora otro catalán ilustre, (no como algunos de ahora).
Dalí, como buen catalán y que les gusta el dinerito (a mi tambien me gustan los euros), pues bien, Dalí era un genio incluso para los negocios.
De tal forma que, cuando iba a comer fuera de casa, hacía un dibujo y lo firmaba en el reverso del cheque con el que pagaba la cuenta. así se aseguraba de que el restaurante, teniendo un pedacito de Dalí en sus manos, no se atrevería a canjearlo.
No diréis que no tenía ingenio...
Hoy he traído a tres hombres ilustres. Pero hay muchos más.