lunes, 31 de julio de 2023

La bicicleta




          Cuando estaba yo en la playa, no hace muchos días, leí en una revista el caso de un hombre que salvó a muchos niños de una enorme catástrofe.

           Como eran muchos y no podía con todos a la vez, hizo varios tramos, o sea, cogía todos los que podía en sus brazos, los dejaba y volvía a por más, tal es asi, que le hicieron un monumento para elogiar su epopeya.

          Yo me dije recordando...eso lo he vivido yo...

Y si, es cierto recuerdo que siendo yo muy pequeña, uno de mis tíos hizo lo mismo con nosotros. Claro que no había ninguna catástrofe, solo lo hacía por lo buena persona que era.

          Fue,  el tío Eustaquio, hermano de mi madre. 

Habíamos llegado en el tren hasta Villaluenga, pero a Recas (que no llegaba dicho tren y al día de hoy todavía no llega), hay 8 kilómetros. Los dos pueblos pertenecen a  la provincia de Toledo.

           Iba mi madre y mi tía Gabriela, cada una llevaba un niño en brazos, mis hermanos, los demás íbamos caminando como podíamos pues era noche cerrada.

          Mi tío Eustaquio que era un ciclista consumado. Tal es así, que no faltaba a todas las carreras que había en los pueblos de alrededor. Cierto día que entre los ciclistas corría nuestro campeón Bahamontes y se le rompió la bicicleta...el bueno de mi tío le dio la suya para que terminara la carrera. La cual, ganó.

          Pues bien, mi tía y mi madre caminaban los 8 kilómetros que había desde que las dejó el tren hasta el pueblo. Entonces apareció el tío Eustaquio montado en su famosa bicicleta.

          Primero montó en el sillín mi hermano, yo era muy miedosa, luego volvió a por mi, despues llevó a otro de mis hermanos...total, que a pocos a pocos nos dejo en el pueblo y se volvió a por el pequeño equipaje de sus dos hermanas.

¡¡Por fin llegamos sanos y salvos a casa de la abuela!!

Tambien mi querido tío se merecía un monumento. Quizá no me haya explicado bien, pero llevo varios días pensando en aquellos tiempos, y por supuesto, en el tío EUSTAQUIO.


           

lunes, 24 de julio de 2023

El aire acondicionado.


          Ya estoy aquí otra vez. Estoy segura de que me habéis echado de menos...yo a vosotros tambien. Pero como todo pasa y mis vacaciones ya se han terminado, otra vez a lo nuestro. Yo la verdad es que ya al estar jubilada estoy todos los días de vacaciones, pero no así mi hijo. No he tenido mas remedio que salir con él camino de la playa, que dicho sea de paso, estaba de arena hasta el moño, pero como tengo melena, diré aquello de hasta los pelos. Gracias al aire acondicionado del hotel, lo he pasado mejor.

           Yo me creía que esto del aire acondicionado se había inventado ahora, pero no, esto ha sido ya hace mucho tiempo, lo que pasa es que algunos, como es mi caso, lo hemos puesto ahora, ya sea por vivir en un piso bajo, como yo y estar fresquito, o bien porque el calor va aumentando como en España.

          Esto fue inventado en el siglo XIX, cuando el médico John Gorrie quiso aliviar el sufrimiento de los pacientes que tenían malaria. Lo hizo con un mecanismo muy rudimentario, que lanzaba aire sobre recipientes con hielo que colgaban del techo, enfriando así el aire de la habitación.

           Pasaron años hasta que, en 1902, el ingeniero norteamericano Willis Carrier diseñó el primer aparato de aire acondicionado moderno, que era capaz de controlar la humedad ambiental del interior de un local y, a la vez, refrescarlo.

           Otro invento que me ha causado rareza, es...las tiritas, ya sea porque las he conocido no hace mucho. El primer apósito fue inventado por el alemán Paul Belersdorf , que lo patentó en 1882.

          Más de 30 años despues, en 1917, el estadounidense Earle Dickson. que trabajaba para Johnson & Johnson, le copió la idea al darse cuenta de que su mujer se cortaba a menudo mientras cocinaba y utilizaba vendajes muy aparatosos que se desprendían con facilidad.

          Las tiritas llegaron a España en 1954, gracias al empresario catalán Gerard Coll, que las descubrió mientras estuvo viviendo varios años en EEUU.

          Gracias a mi hijo con el que viajo que lleva un botiquín muy aparente y gracias a él, hace unos días que me caí (sin consecuencias), solo magulladuras y un raspón en el antebrazo, que dicho sea de paso, cuando llegamos al hotel, me curó, aunque yo chillaba como un conejo. Pero me curó muy bien.

          Ya se han terminado mis vacaciones, llegamos apunto para votar. Deseo que hayan ganado los vuestros, os felicito por ello.