DRONES
El pequeño casi me "pela"
Empezaré pidiendo a mi querida cuñada Pepi que no diga que soy una exagerada. Todo ocurrió como a continuación lo cuento.
Resulta que estos drones o bichejos como yo los llamo son muy delicados pues si hay un pelín de viento, ¡Zas! caen al santo suelo y casi se destripan. Con el consabido deterioró.
Por este motivo mi hijo apenas lo ha volado en todo el invierno.
El sábado, pensando en poder volarlo me invitó a comer a un pueblecito de la sierra madrileña que son especialistas en hacer cordero. Todo ello con la intención de volar el dichoso Dron...su gozo en un pozo, pues empezó a llover y tuvimos que regresar a casa, eso si, con la barriga llena de cordero, ensalada y para rematarlo nos dieron leche frita de postre. Todo muy rico, pero no acto para personas de mi edad.
Como el "nene" tenía un deseo atroz de volar el dron grande y no pudo, no se le ocurrió otra cosa que volar el más pequeño aunque fuese en casa. Que dicho sea de paso, se lo compró con esa intención.
Yo, cuando le vi con ese teje maneje, me atrincheré en la cocina y me puse a planchar cuatro cosillas.
Me saque la tabla, la plancha, la ropa arrugada y como una mujercita de mi casa empecé a darle a la plancha.
Estando yo tan afanosa con mis quehaceres veía pasar el dron por el pasillo. Iba hacia el salón, volvía y otra vez lo mismo.
Era gracioso ver una cosa tan pequeña con tantas luces, la verdad es que estaba bonito... hasta que dejó de estarlo
¡De pronto! veo que se acerca a mi...no me dio tiempo a protegerme. El maldito dron aterrizó en mi cabeza. Pero como él "nene" estaba en su cuarto con las gafas esas que parece un astronauta, no vio o no quiso ver (que yo pienso que si lo veía), como el dron aterrizaba en mi cabeza. Como no lo paró, las aspas seguían dando vueltas sobre mis rizos: Yo chillaba y el niño creía que lo hacía de gracia...total, cuando lo paró y llegó a la cocina, no me podía quitar el artilugio de la cabeza. Yo chillaba, pues de verdad que lo menos me arrancó un puñado de pelos.
Pero no quedó ahí la cosa.
El caso es que me engredó de tal manera el pelo que era imposible desenredarlo, pues tengo rizos de peluquería.
Tal es así, que esta mañana he tenido que ir a ver a la peluquera a ver lo que podía hacer,,, han hecho:
Lo primero reírse.
Lo segundo tratar de quitarme los nudos que llevaba. Entre siete peluqueras no podían (Bueno querida Pepi, aquí si exagero), eran dos. Una de ellas no podía manejar el cepillo de la risa que le daba por lo que yo chillaba y les había contado. La otra, con un cepillo muy suave que parecía uno de la ropa, trataba poco a poco de deshacer el entuerto. Yo les decía que lo cortaran. Pero claro, me decían que me iba a quedar una calva en toda la coronilla. En un momento dado, una le dice a la otra:
-Mira, ¿Ves como lo tiene irritado?
En ese momento, yo, como una niña pequeña empiezo a chillar más fuerte, ellas a reírse. Total, al final y después de terminar con los rizos bien lisitos, me han lavado la cabeza, me han arreglado, me he vuelto a casa, aunque todavía me resiento.
Desde ahora mismo digo que:
-No vuelvo a ir a ver volar el dron aunque me diga que me invita a comer cosas ricas. En casita con un cocido me quedo tan tranquila.
Y ahora, os voy a contar algo graciosos para resarciros:
Un padre compra un "Robot detector de mentiras", que da tortazos a las personas cuando mienten. Decide probarlo con su hijo...
-Hijo, donde has estado hoy? El hijo responde:
-Estuve en la escuela. Viene el robot y le da un bofetón.
-Está bien...fui a ver una pelicula con mis amigos.
-Que pelicula viste.
-"Piratas del Caribe"
El robot le mete otro viaje con la mano abierta...
-Está bien, grita el hijo, -era porno.
El padre le grita: ¿Como? Cuando yo tenía tu edad no sabía lo que era una pelicula porno.
Viene el robot y le da una leche tremenda al padre.
La mamá se troncha de la risa y dice: .¡Hijo tuyo tenía que ser!...y el robot le dio tal bofetada a la madre que casi la deja en coma...
¡¡Que cosas!!