lunes, 28 de septiembre de 2020

No es un chiste...



                                                          Descansando

      Hace mucho que no escribo nada de lo que me manda mi buen amigo y Psicólogo Juan. El sigue mandándome cosas y yo las archivo, pero esto último que me ha mandado y, que cuando se lo estaba contando a mi hijo ya veía por donde iba a salir la cosa, además de reírse antes de yo terminar, dijo que parecía un chiste.

    Bien es sabido que a veces exagero un poco, como dice mi cuñada Pepi, pero en este caso, no lo hago, o sea, que es cierto todo lo que me ha contado Juan. El chiste lo dejo para más adelante:

    Resulta que un padre y su hijo trabajaban juntos en el campo. Después de una larga jornada, de vuelta hacia su casa, el padre se sintió muy cansado y dijo:

  -Hijo mío, si no te importa, vamos a descansar un poco y luego seguimos caminando. Así lo hicieron. Tan fatigado estaba el padre que se acostó en el tronco de un árbol y enseguida se durmió. De repente, un tábano se paro en su cabeza dispuesto a darse el gran banquete con su sangre. El hijo lo vio y, no dispuesto a consentirlo, cogió una pesada rama y la estrelló con todas sus fuerzas contra el tábano. El resultado fue obvio e inevitable; abrió la cabeza de su padre que se despertó sobresaltado y a punto estuvo de causarle la muerte.

     Cuando pasadas unas semanas, el hombre finalmente se recuperó de la enorme brecha, le preguntó curioso a su hijo:

    -Hijo, sé que tu intención era ayudarme pero ¿no podrías haber ahuyentado al tábano de otra manera? A lo que el hijo, sin dudarlo, le repuso:

    -No, padre, en absoluto. Se me podría haber escapado.

Esta historia nos enseña que las buenas intenciones son esenciales pero, eso sí, siempre tienen que ir acompañadas de un poco de sensatez.

Hoy estoy casi de descanso, pues ahora cuento lo que me ha mandado mi querido amigo José Luis. Mas conocido en los blog por "Pluma y Data". Me lo ha mandado en privado y espero que no se enfade por aprovecharme de su buen hacer. Ahí va lo que me ha contado:

Un hombre fue llevado de emergencia a un hospital administrado por monjas, donde lo operaron del corazón.

Después de la operación, el hombre despertó y una monjita estaba a su lado:-"Señor Perez, la operación fue un éxito. Sin embargo, necesitamos saber como piensa pagar la cuenta del hospital.-¿Tiene usted seguro de gastos médicos? -"No". -"¿Puede pagar en efectivo?. "Me temo que no, hermana". -Entonces, ¿tiene usted parientes cercanos? -"Solo mi hermana, pero es una monja solterona sin un centavo." -"Disculpe que lo corrija. Las monjas no son solteronas; ellas están casadas con Dios".-¡Magnifico! Por favor envíele la cuenta a mi cuñado.

...Y ASÍ NACIÓ EL "QUE DIOS TE LO PAGUE"...

Aprovecho para dar las gracias a todos los que me seguís por Facebook: Mi querido Sergio, mi encantadora amiga Zulma, que aunque vive en Australia, la tengo muy cercana. A la no menos querida Charo, que siempre me escribe en los dos sitios y es de donde se hace un buen vino...La Rioja, a mis amigas andaluzas, madrileñas...etc.

lunes, 21 de septiembre de 2020

El bidón

El bidón de marras
       

      Ya han acabado mis vecinos de hacer ruido con las obras...de momento. Pues seguro que a alguno de ellos se le ocurre que no le gusta la bañera en el sitio que la han puesto y vuelve a quitarla. 

      ¡¡Cuanto les gustan las obras!!  Lo que voy a contar ahora, si no me interrumpe ningún ruido desagradable, ocurrió hace un par de semanas, o quizá más, el caso es que fue en esos días que hizo un calor asfixiante en Madrid. Yo soy reacia a las obras. Si se rompe algo...se repone. Pero tirar la casa por la ventana, hacer cambio de puertas, de baños, cocinas y demás, nada de nada. Sin que sirva de cotilleo, lo cuento y lo mantengo que mi vecina de arriba ha estado 3 meses de obras, bueno ella no, los obreros. Claro que yo que estoy debajo he sufrido las consecuencias. Palabra de honor, un día, me daban ganas de llorar del enorme ruido que hacían. Pero bueno, esto ya pasó.

      Otra que ha hecho muchas obras ha sido mi vecina del 4º y no se le ocurrió otra cosa que enseñarnos las tuberías que casi estaban atascadas y le habían tirado hasta el techo del pasillo para sacarlas. A mi me daba repelús solo de verlas. Pero...resulta que en uno de mis baños ya casi no salía agua para la ducha. Tenía que abrir otro grifo para que tuviera presión y así me duchaba, pero...a mi hijo se le ocurre que no hay más remedio que desatrancar o cambiar dichas tuberías...sigo con el repelús.

      El caso es que llamó a una empresa de esas que limpian las cañerías a presión y no hay que hacer ninguna obra...me convence.

      Vienen los operarios. Lo primero que dicen es que van a dejarnos sin agua 3 días...mi repelús sigue aumentado. Mi hijo llama a Amazon (que ya le deben conocer por la cantidad de cosas que compra), para que le manden un bidón de lo menos 20 litros. Lo llena y lo coloca en su cuarto de baño, en el alfeizar de un ventanuco lleno de agua para, por lo menos poder lavarnos, o ducharnos esos 3 días.

      Cuando aparecieron los especialistas, yo me tuve que aislar en el salón, pues todavía estabamos con el confinamiento. Colocaron los "bártulos". No creáis qué eran cualquier cosa, no. Son unas enormes aspas y tuberías...bueno, seguro que todos lo sabéis. El caso es que no podíamos entrar en los baños ni en la cocina. Los 3 días estuvimos comiendo, ensaladilla, ensalada de judías y ensalada de pasta. Todo frío, yo ya tenía el estomago estragado. Ahora llega el momento cuando se van los operarios a las 6 de la tarde, de ducharnos. Como el bidón tiene un grifo y los jóvenes son todos muy listos, mi hijo se ducho perfectamente. Yo hice lo que puede sin decir ni pío, pero el segundó día...ni grifo ni nada, no se como fue que le di al bidón, este que se mueve, que se mueve...que se me cayó encima...menos mal que los dos caímos en la bañera.

      Lo primero que hice fue gritar, ¡claro está! Lo segundo y aunque estaba enjabonada me puse el albornoz y salí como pude por entre las tuberías que estaban en el suelo y apenas podía caminar pues el cuarto de baño es muy pequeño...

      Menos mal que al tercer día todo acabó. Ahora, tengo que decirlo, da gusto abrir los grifos y la ducha sale de maravilla. !Ah¡ Se me olvidaba decir que el ruido era infernal y que como las mangueras entran por una ventana, les dijimos que pusieran el compresor en el aparcamiento de la comunidad. Los señores operarios se pusieron muy contentos, pues de esa manera tenían que poner menos mangueras. Pero nosotros lo hicimos con la intención de que el ruido se escuchara por todo el jardín...¡para una vez que hacíamos obra!...


SONRIAMOS CON LOS DOCTORES

Se encuentra el paciente tendido en la cama, en la misma habitación su médico, abogado, esposa e hijos. Todos ellos esperando el suspiro final, cuando de repente el paciente se sienta, mira a su alrededor y dice:

-Asesinos, ladrones, mal agradecidos, y sinvergüenzas. Se vuelve a acostar y entonces el doctor confundido dice:

-Yo creo que está mejorando.

¿Por qué lo dice doctor?, pregunta la esposa.

-Porque nos ha reconocido a todos.

____

-Doctor, ¿Usted piensa que después de esta operación voy a poder caminar?

-Claro que si...porque va a tener que vender el coche para poder pagar la factura de la clínica.


lunes, 14 de septiembre de 2020

Sopa y patatas


 

                                                Sopita de sobre

     Hoy si que puedo decir aquello de "Como todo el mundo". Pues bien, lo digo...apenas salgo de casa.

Hoy precisamente he salido a darme un paseito pues aconsejada por mi hijo lo he hecho. He caminado y creo que por la falta de costumbre apenas sabía andar. 

      Iba pensando, cuando he visto a una compañera de trabajo y además amiga. María. Ella volvía del médico, de una revisión rutinaria. Las dos nos hemos alegrado mucho y hemos estado un buen rato sentadas en un banco charlando. Eso si, guardando la distancia. Nos ha dado mucha alegría y hemos recordado nuestros días de trabajo.

      Cuando nos hemos despedido, yo he recordado lo que me contó en cierta ocasión que fuimos con nuestra Parroquia a una excursión a Alcalá de Henares. Ese día, que íbamos acompañadas por nuestro párroco y el secretario del señor Obispo, al entrar en una de las iglesias, fuimos recibidos por su párroco, muchos le saludaron muy contentos, yo le conocía hacía poco y no reparó mucho en mi. Pero cuando vio a mi amiga María, a ella la saludó muy efusivamente. Le preguntó por sus hijos y como le iban las cosas. Estuvieron charlando y después seguimos nuestra visita por la monumental Alcalá.

      Mientras caminábamos por Alcalá me contó su reconocimiento hacia el cura. Que desde aquel instante, yo le llamo "El cura de Alcalá", esto fue lo que me contó:

      Por los años 70 compró un piso, tenía los niños pequeños (4), también tenía un marido que le daba a la botella más que al trabajo. Ella trabajaba, pero con una hipoteca apenas le llagaba, no solo a fin de mes, sino que había veces que el día 10 ya no había en casa más dinero que para la botella de whisky. Me contó que había días, su padre, mandaba al niño mayor a algún club a comprar la botella, pues como era lógico las tiendas estaban cerras. (Entonces no había la ley de no vender a menores alcohol).

      Llegó un día de Nochebuena y cuando ella volvió de trabajar, en casa no había nada que cenar, ni dinero para comprar. En el barrio sabían lo que esta familia estaba pasando y, por supuesto el cura de la parroquia se enteró.

      Sobre las nueve de esa Nochebuena, se presentó el cura en casa de María y preguntó si le invitaban a cenar. Al entrar en la casa y sobre una mesita que había en el recibidor, dejó un paquete que traía muy bien envuelto. A cualquier ama de casa, donde se presenta algún amigo a comer sin avisar, le da un repelús, pues siempre quiere uno lo mejor para sus amigos y darle algo especial. Sobre todo que no sean huevos con patatas que es lo que siempre tenemos. Me imagino que a mi compañera y amiga se le caería el alma a los pies, pues ella... no tenía ni huevos...

      María dijo que no tenían cena especial, "al cura de Alcalá" no le importó. No tenían más que sopa de sobre y unas pocas patatitas pequeñitas que puso a hervir con piel y todo.

       Se sentaron a la mesa y "El cura de Alcalá" bendijo la mesa de un modo precioso, según mi opinión. Se dieron todos la mano y rezaron el Padrenuestro. María puso la sopa de sobre en la mesa y después las patatas que se comieron cada uno quitandole las pieles a su ración. Me dijo que a los niños les hizo mucha gracia eso de pelar las patatas y comérselas.

      Cuando terminaron, "El cura de Alcalá", salió al recibidor, desenvolvió el paquete, que no era otra cosa que ricos turrones variados. Los críos daban saltos de contentos...los mayores, también comieron, incluso "El cura de Alcalá"

      El día de Navidad en la homilía, el cura que era de Coslada y ahora es de Alcalá, expuso las necesidades de una familia de la Parroquia diciendo que necesitaba ayuda...El domingo siguiente, recaudó en la colecta 150.000 pesetas de principios de los años 70.

      Este dinero les vino muy bien. María respiró. Su marido al poco tiempo "reventó" de una borrachera de Whisky, porque a él no le gustaba el vino, no, tenía que ser Whisky.

      Hoy mi querida compañera, ha casado a sus hijos, tiene nietos y aunque vive sola está contenta y feliz...No le falta de nada, gracias a Dios.


      

 

lunes, 7 de septiembre de 2020

El tío Raimundo y su pozo

 

                                                       Pozo de aquella época

       Hay una estación de Cercanías llamada "El pozo del tío Raimundo", mejor dicho, solo tiene puesto El Pozo. Yo, por ser tan "jovencita" conocí el pozo y al tío Raimundo, os cuento como:

      Siendo yo mas joven que ahora, iba con mis amigas casi todos los domingos paseando hasta...casi, el fin del mundo. (Como decía mi madre). Por aquella época, sobre todo en verano, las chicas los domingos paseábamos mucho. Ese era nuestro divertimento.

      Eramos cuatro amigas y cuando salíamos los domingos, las cuatro vivíamos en Puente de Vallecas, y las cuatro cogíamos la Avenida de Ciudad de Barcelona y caminábamos hacia arriba. Muchas veces llegábamos al Alto del Arenal y nos volvíamos, otros días llegábamos a Portazgo, el  cerro Buenos Aires y muchas veces hasta  al pozo del tío Raimundo. Que era lo más lejano donde podíamos llegar.

      Parece que le estoy viendo: pantalón, creo que era de pana de color claro, camisa blanca con rayitas marrones, se cubría la cabeza con una gorra, pero una gorra castiza, no de esas que llevan ahora todo el mundo, hombres y mujeres, que parecen soldados americanos (que quede claro que admiro a los soldados americanos, no sea que se enfaden). También el tío Raimundo tenía un garrote. Un garrote rustico, quizá hecho por él mismo. Vivía en  una casita, quizá hecha también por él. Le daban sombra cuatro Acacias, una higuera y una parra. Era un hombre de una estatura media y siempre sonreía.

      El primer día que le encontramos, íbamos huyendo de unos chicos. Unos chicos que lo único malo que hacían era piropearnos. En aquella época los hombres piropeaban mucho a las mujeres. Ahora dicen que es machismo, pero yo creo que era muy bonito. (Salvo raras excepciones).

      Cuando el tío Raimundo vio que cuatro chicas iban corriendo hacia él, se levantó de su banqueta, cogió el garrote, se fue hacia nosotras y nos preguntó porque corríamos. Cuando se lo dijimos y vio a los mozalbetes que nos seguían, los llamó. Los pobres muchachos, eran, como dirían ahora, buena gente. Después de hablar con ellos, se dirigió a nosotras y nos dijo:

     -¿Como no os van a seguir los chicos con lo guapas que sois?

      Así conocí al tío Raimundo. A partir de ese día casi todos los domingos íbamos a verle. Tenía dos botijos al lado del pozo siempre llenos de agua fresquita que nosotras bebíamos, Aunque nos recomendaba que tenía que ser a chorro.

      Cuando empezó a llegar la emigración de los pueblos hacia la Capital, muchos fueron los que se asentaron en aquel cerro. Todo estaba desierto. Había alguna huerta, pero todo estaba sin habitar, era una enorme extensión de terreno árido, sin siquiera agua. Pero ahí estaba el tío Raimundo con su pozo. No le negaba un trago de agua a nadie, sino que a todas esas buenas gentes que se hacían su "casita" con sus propias manos, él jamas les negó agua para hacer un mortero de arena y cemento para construir su vivienda. Ese fue el caso del que luego fuera famoso y campeón del mundo de motociclismo  Ángel Nieto. Pues sus padres se construyeron allí su primera vivienda. (Lo digo porque él mismo Ángel lo contó en más de una ocasión).

      Creo que mucha gente le debe de recordar. Seguro que hoy gracias a Dios viven en mejores casas, pero jamás olvidaran a aquel hombre entrañable que se llamó:

      RAIMUNDO... así, con mayúsculas.

      Ahora ya viajo menos, pero siempre que he pasado por esta estación de Cercanías, me he acordado del bueno del tío Raimundo. También este sitio es recordado por el fatídico 11 M, en el cual ocurrió, lo mismo que en otras estaciones, grandes desgracias.