lunes, 31 de mayo de 2021

Leyendas de Salamanca


San Juan de Sahagún Patrón de Salamanca
 

    ¡Otra de pozos!

     Al leer mi entrada de la semana pasada, nuestro buen amigo Matías me recomendó hacer un recorrido por Salamanca donde se había hecho un milagro en un pozo, que por supuesto, tenía final feliz. Yo, muy obediente y curiosa rapidamente fuí hacia el ordenador y esto, y mucho más fue lo que me encontré.

     En una céntrica calle, allá por 1450, estaba el pozo que nos ocupa, el agua era de color amarillento quizá por las filtraciones que había en el subsuelo.

     Cuentan que Juan de Sahagún, fraile agustino, escuchó los gritos desesperados de una mujer que imploraba ayuda porque su hijo se había caído en un pozo. El clérigo se acercó y desató su habito, arrojó su cíngulo, pero este resultó corto para ser alcanzado por el pequeño. Comenzó a rezar y el agua subió tanto que el niño no tuvo problemas en agarrarse al extremo y así, el religioso pudo salvarle la vida.

     Esto es lo que he podido averiguar del Pozo Amarillo. Pero ahora cuento una leyenda que yo ya sabía desde hace muchos años, tambien ocurrida en Salamanca y adjudicada a San Juan de la Cruz pero según he leído, tambien hizo este milagro el mismo fraile. O sea, Juan de Sahagún.

    

 
El toro y el fraile 

    Cuando yo estuve en Salamanca, ya hace varios años, me contaron las monjitas Teresianas dicho suceso, leyenda o caso que allí ocurrió:

     Por lo visto y oído iba un fraile por una calle estrecha, sin portales y poco concurrida. Por un lado de la calle iba el fraile y por el lado opuesto venía una señora en avanzado estado de gestación. La mala fortuna hizo que un enorme toro bravo se escapara de una ganadería, de las muchas que hay en Salamanca, ni la mujer ni el fraile tenían donde esconderse y el toro avanzaba muy deprisa hacia la mujer. El fraile levantando su mano derecha y mirando al toro dijo: Tente necio. 

Automáticamente dicho toro paró y se quedo manso. Desde ese día la calle se llama Tentenecio, y es una de las más famosas, no solamente de Salamanca, sino de todo el mundo que va a la Ciudad y la visita.         

Es seguro que no se queda un turista sin visitarla.

lunes, 24 de mayo de 2021

El pozo amargo


 

     Una de las veces que fuimos mi hijo y yo a Toledo, además de que nos vimos sin sitio donde aparcar, despues de dar muchas vueltas, por fin lo encontramos en una placita o calle allá "donde Sansón perdió el flequillo". Claro, no tuvimos mas remedio que caminar y caminar mucho, pero mira por donde fuimos a parar por un callejón solitario a una pequeña placita donde había un solitario pozo, por allí todo estaba solitario. Me fuí a dicho pozo, le di vueltas, lo examiné cuando apareció una pareja de mayores, que al verme tan interesada mirando el pozo, me contaron su historia o leyenda, esto me dijeron:

     Esta leyenda que nos habla de los amores clandestinos del cristiano Fernando y la judía Raquel. En aquella época el pozo estaba en el jardín de la judía Raquel y fue testigo del amor que se profesaban ambos jóvenes. Aunque otro testigo les observaba en las sombras: el padre de Raquel.

     Una de esas noches, cuando los dos compartían gestos de amor, de cariño y animada charla, el padre de la judía irrumpió en la escena de amor y sin pensárselo dos veces, clavo un puñal por la espalda al cristiano, quien cayó a lo hondo del pozo sin apenas haberle dado tiempo de lanzar una última mirada a su amada. (muy valiente fue su señor padre).

     Tantas lágrimas derramaba cada noche Raquel sobre las aguas del pozo en recuerdo de ese amor, que las aguas empezaron a estar amargas, como si fueran cómplices de ese amargo recuerdo que en su día fue tan bonito y que ahora era el más fuerte de los dolores. De hecho, una de esas noches que fue a recordar a su enamorado, el dolor que sentía la hizo imaginar que su amor la llamaba desde el fondo, lo que hizo que fuera a ayudarle y se arrojara al fondo con él.  Desde ese momento, se dice que ambos descansan juntos en el fondo de sus aguas.

     Después de escuchar a tan amables comunicadores de dicha leyenda, los cuatro nos fuimos hacia arriba, (pues Toledo tiene muchas cuestas), nos tomamos unas cañas juntos, les dimos las gracias y de vez en cuando nos llamamos por telefono. Espero que me cuenten otras leyendas de este fabuloso Toledo.

lunes, 17 de mayo de 2021

El amo del corral




     Ayer viendo en Internet como unos niños corrían delante de un gallo y el muy ladino les picaba, recordé que mi prima y yo tambien corríamos fuera del corral. Creo que ya lo he contado, pero por si acaso, lo cuento otra vez.
     "Me invitó mi prima Victoria a pasar unas vacaciones con ella y sus padres, mis tíos, vivían en Campo de Criptana. Mi tío era el molinero pero en esa ocasión ya estaban los molinos solo para el turismo. Algunos molinos los habían regalado, uno a la entonces princesa Sofía, otro a la Argentina. Los argentinos lo habían amueblado con cosas de su tierra, entre esas cosas había una enorme piel de vaca como alfombra en la cual mi prima y yo nos echábamos la siesta por lo fresquito que se estaba, era el mes de agosto. Bueno, lo que nos ocupa es el gallo:
     Como es natural estaba en el corral, pero en el corral tambien había un retrete al que no teníamos más remedio que acudir de vez en cuando. El gallo tenía manía a mis piernas y a las de mi prima, más a las de mi prima, que eran las piernas más largas y bonitas que yo haya visto. A mi tío no se las veía porque llevaba pantalones y mi tía: la enagua, el refajo, la saya, el gallo no veía más piernas que las nuestras (en aquellos años no se llevaban los pantalones). 
     Cuando entrabamos al corral el gallo salía a picarnos, nosotras corríamos y llamábamos a la tía, esta entraba, cogía un palo y le decía: -¿Me vas a picar a mi? Y el condenado del gallo corría a esconderse. Ella se ponía en la puerta y nos esperaba. Esto ocurría todos los días.
     Un día, entró el tío, claro el gallo ni apareció. 
     El retrete estaba hecho sobre una plataforma de cemento, encima tenía una tabla de madera que tenía un agujero por donde caían los excrementos al corral, el gallo se paseaba quizá esperando a ver si podía picar algo, aquel día, saltó y picó...al tío...en...
     Oímos chillar al tío, al momento oímos palabrotas, se había quitado el cinto y no paraba de dar cintarazos a diestro y siniestro, pero según nos dijo no atinó ni una sola vez al dichoso gallo.
     Como el tío estaba cabreado (con razón), nosotras nos fuimos hacia los molinos y allí pasamos toda la mañana.
     Sobre las dos de la tarde bajamos a comer, no se nos ocurrió preguntarle al tío lo que le había pasado. 
 


      Nos sentamos a la mesa...sale mi tía con la comida, que por cierto olía que daba gloria y empezó a repartir.

     Mi prima, cuando vio en su plato aquel muslo de pollo tan enorme, dijo:

-Madre, ¿No será este muslo del gallo?  su respuesta fue:

-Comer y callar, ya no os va a picar más.

     Nosotras nos miramos pero nada podíamos hacer y...el hambre es muy mala y aquello olía tambien...comimos el mejor gallo del gallinero, tenía la carne oscura de viejo que era, pero...¡Estaba tan rico! "
 

lunes, 10 de mayo de 2021

...es una chica excelente...

 

           No puedo por menos que rendirme ante esta atleta paralímpica que cambió la ley. La perseverancia y el espíritu de superación son los rasgos que definen a esta mujer. Que como tantas otras, es digna de admiración.

       Tatyana McFadden nació en San Petersburgo en 1989 con una dolencia de espina bífida, que no le permitía usar las piernas y fue abandonada  por sus padres en un orfanato. Allí no tenía acceso ni a una silla de ruedas para poder moverse (gateo hasta los 6 años) ni a la medicación para su enfermedad, hasta que Deborah McFadden, una inspectora de salud de EEUU que estaba de visita en Rusia, conoció su caso y decidió adoptarla.

      El estado de Tatyana era tan precario que los médicos americanos sólo le daban unos meses de vida. Pero esa niña que llevaba escrita la palabra "imposible" en la frente, logró salir adelante gracias a que su madre la apuntó a varios deportes, entre ellos el atletismo, que la conquistó.

      Cuando llegó al instituto no la dejaban competir con el resto de los alumnos, porque decían que su silla de ruedas suponía un peligro para los demás. Ante esa situación de indiscriminación, Tatyana no se podía quedar de brazos cruzados, así que demandó al servicio de escuelas públicas del estado de Maryland. Ganó el pleito, y, desde entonces, gracias  a la llamada ley Tatyana, en los colegios de EEUU, niños y niñas con y sin discapacidad compiten juntos, ya que en 2013 esa norma se transformó en una ley de aplicación nacional. Ese año, McFadden hizo también historia en el plano deportivo porque se convirtió en la primera persona en ganar, en la misma temporada, los maratones de Boston, Londres, Chicago y Nueva York. Nadie sin discapacidad lo había logrado jamás, y repitió esta hazaña en el 2014, 2015 y el 2016.

      Su currículum deportivo es excepcional y, desde sus primeros Juegos Olímpicos, los de Atenas en el 2004, ha conquistado 17 medallas.  "Los 23 grandes maratones que he ganado y mis éxitos olímpicos me han permitido tener una plataforma para hacerme oír y he podido utilizarla por el bien común hablando de la discapacidad", asegura Tatyana, que además de ser un referente, siempre ha sido una activista por la igualdad y la inclusión de las personas discapacitadas.


     Yo en mi modesto entender, pienso que la señora que la adoptó, también se merece una medalla, no así la señora madre que la pario, que, según he leído por alguna parte, ha aparecido para hacerse fotos con su "niña"...

lunes, 3 de mayo de 2021

Madrileños Gatos


La puerta de Alcalá

      Ayer fue el día de la Comunidad de Madrid. Como todos los años se celebró en la Casa de Correos la imposición de medallas, todo estuvo muy emocionante (yo lo vi por tv.), pero lo que verdaderamente me emocionó, fue cuando la señora Presidenta les dio a todos los niños de su Comunidad una medalla por lo bien que se habían portado durante la pandemia. Uno de ellos dijo que ha aprendido a hacer Pizza, otro, que un sofrito partiendo cebolla zanahorias, etc. uno de ellos, dijo el pobre que había estado haciendo deberes con su mamá y aburriéndose. Como casi todos los años digo lo mismo de los héroes de esta cruzada, hoy me centro sólo en los madrileños a los cuales se les llama...Gatos.

     Seguro que todos habéis escuchado en algún momento el apodo de "gato" cuando se refiere a los madrileños. Pues hoy vamos a descubrir por qué se les conoce con este mote a los nacidos en Madrid. Para ello nos tenemos que remontar, allá por el año 852. En esta época España estaba dominada por la invasión árabe y Muhammad, hijo de Abderramán II, fundó la villa de "Mayrit".

     En esta villa se edificaría una fortaleza fuertemente amurallada, que tendría el dominio de la sierra del Guadarrama y el valle del Manzanares. La muralla que protegía la villa se construyó con piedra extraída de las canteras de la sierra de Madrid. En el interior del recinto amurallado se levantó una ciudadela y una mezquita; esta última recibiría el nombre de "Almudaina".



Muralla que conquisto "el Gato"

     Situada en un lugar estratégico, la villa de Mayrit, fue objeto de numerosos intentos de conquista. Estos intentos solo servirían para que el Califa Abderramán, diera orden de fortificar aún más la villa...

     Pero de nada serviría tal blindaje, el cual se rendiría ante la destreza y el arrojo de un Valiente soldado. Y es que en mayo de 1085, las tropas de Alfonso VI se embarcarán en un ambicioso proyecto. Para ello llevó a sus tropas hasta la fortificación. Allí se dio cuenta que era una difícil tarea, ya que la muralla que protegía a la ciudad medía 12 metros de altura. Pero para sorpresa de los allí presentes, un valiente joven soldado del rey, se dirigió hacia la muralla y comenzó a trepar con una habilidad asombrosa, con la única ayuda de una daga. Tal fue la destreza del joven que el rey exclamo: "Parece un gato".

     Cuando el osado muchacho superó la muralla, se dirigió hacia una de las torres y retiró la bandera árabe y en su lugar colocó la insignia cristiana. A partir de ese insólito hecho, el soldado sería conocido como "gato", apodo que tambien se extendió a su descendencia.



Calle que le pusieron al magnifico soldado  

      En cuanto a quienes podían ostentar este "título", al principio se limito a aquellos que al menos sus padres hubieran nacido en Madrid. Pero con el paso del tiempo se fue extendiendo al solo hecho de haber nacido en Madrid.

Por lo tanto, todos los nacidos en Madrid...son "Gatitos"