¡Otra de pozos!
Al leer mi entrada de la semana pasada, nuestro buen amigo Matías me recomendó hacer un recorrido por Salamanca donde se había hecho un milagro en un pozo, que por supuesto, tenía final feliz. Yo, muy obediente y curiosa rapidamente fuí hacia el ordenador y esto, y mucho más fue lo que me encontré.
En una céntrica calle, allá por 1450, estaba el pozo que nos ocupa, el agua era de color amarillento quizá por las filtraciones que había en el subsuelo.
Cuentan que Juan de Sahagún, fraile agustino, escuchó los gritos desesperados de una mujer que imploraba ayuda porque su hijo se había caído en un pozo. El clérigo se acercó y desató su habito, arrojó su cíngulo, pero este resultó corto para ser alcanzado por el pequeño. Comenzó a rezar y el agua subió tanto que el niño no tuvo problemas en agarrarse al extremo y así, el religioso pudo salvarle la vida.
Esto es lo que he podido averiguar del Pozo Amarillo. Pero ahora cuento una leyenda que yo ya sabía desde hace muchos años, tambien ocurrida en Salamanca y adjudicada a San Juan de la Cruz pero según he leído, tambien hizo este milagro el mismo fraile. O sea, Juan de Sahagún.
Cuando yo estuve en Salamanca, ya hace varios años, me contaron las monjitas Teresianas dicho suceso, leyenda o caso que allí ocurrió:
Por lo visto y oído iba un fraile por una calle estrecha, sin portales y poco concurrida. Por un lado de la calle iba el fraile y por el lado opuesto venía una señora en avanzado estado de gestación. La mala fortuna hizo que un enorme toro bravo se escapara de una ganadería, de las muchas que hay en Salamanca, ni la mujer ni el fraile tenían donde esconderse y el toro avanzaba muy deprisa hacia la mujer. El fraile levantando su mano derecha y mirando al toro dijo: Tente necio.
Automáticamente dicho toro paró y se quedo manso. Desde ese día la calle se llama Tentenecio, y es una de las más famosas, no solamente de Salamanca, sino de todo el mundo que va a la Ciudad y la visita.
Es seguro que no se queda un turista sin visitarla.
Creo en los milagros así que estas dos historias me han gustado pero me da pena no haber sabido antes la de la calle Tentenecio para haberla visitado las dos veces que he estado en Salamanca...igual pasé por ella y no me enteré.Besicos
ResponderEliminarYo también creo en los milagros y me gustan tanto que cuando Matías me lo recomendó rapidamente trate de buscarlo y...lo encontré.
EliminarLa calle Tentenecio no está muy céntrica, pero buscaré el rotulo y si puedo la calle para que la veas aunque solo sea en foto.
Me alegro mucho de que te hayan gustado estos dos milagritos.
Un besito querida Charo
He estado varias veces en Salamanca y no tengo constancia de dicha calle. Igual como Charo, he pasado sin saberlo.
ResponderEliminarAl menos esta leyenda tiene un final feliz ;)
Un abrazo.
De vez en cuando nos viene muy bien una alegría, aunque sea de milagro.
EliminarSeguro que la próxima vez que vayas a Salamanca seguro que procuras enterarte donde está la calle Tentenecio. Lo mismo que le digo a Charo, a ver si localizo la calle y por lo menos el rótulo de la misma para que la veáis.
Un abrazo amigo Alfred
Gracias por contarnos estas historias. Un beso
ResponderEliminarYa sabes querida Susana que me gusta contar cosas y mucho más si son como estas.
EliminarUn beso
Esto sería para los "pozos felices"! Muy buenas historias, Ma de los Angeles, los finales felices son siempre bien recibidos, un abrazote!
ResponderEliminarEsta vez creo que a todos les ha gustado las dos leyendas que han leído. Espero encontrar más para que todos estéis contentos.
EliminarUn fuerte abrazo María Cristina
Olá, amiga Maria, gostei imensamente dessa sua crônica, talentosa cronista que você é. A lenda sobre o poço, a criança em que nele caiu e o Frade que o salvou, é muito interessante, como é interessante, também, o que aconteceu na segunda história sobre o Frade que acalmou o touro que avançava sobre ele e a mulher grávida. E tudo se passa em Salamanca, que deve ser um lugar extraordinário.
ResponderEliminarParabéns, amiga.
Uma boa semana.
Forte abraço.
Amigo Pedro, Salamanca es un lugar muy especial. De hecho, por lo menos cuando yo estuve, había muchos conventos, muchas de las monjitas se dedicaban a dar de comer a estudiantes, no en vano está una de las mejores Universidades del mundo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, pero no sería justa si no pensara que tu eres mucho mejor, no solamente cronista, pues haces unas pesías bastante buenas.
Te mando un fuerte abrazo, de Madrid para Brasil
Bien traído el milagro de tente necio, también es conocido el de la Plaza de los Bandos.
ResponderEliminarExisten en Salamanca dos calles y una plaza atribuidas a los milagros de San Juan de Sahagún, son tres lugares céntricos, calle Tentenecio, calle Pozo Amarillo y Plaza de los Bandos.
Un abrazo.
Gracias por tu opinión. Como veras me he documentado muy bien de las buenas cosas de Salamanca pero para que nuestros amigos queden tranquilos y la próxima vez que vayan a dicha ciudad no se pierdan pasarse por estos sitios, voy a buscar todo lo que me sea posible. Espero complacerlos.
ResponderEliminarUn saludo amigo Matías
Bonitas leyendas. Yo tampoco había oído hablar de esa calle, la próxima vez que vaya a Salamanca la buscaré. Besos.
ResponderEliminarseguro que en cuanto pregustes a alguien, enseguida te dan razón de ella. Gracias por tus bonitas palabras.
EliminarUn beso Teresa