lunes, 26 de agosto de 2019

Cosas de la edad

 
 



Este poema o como lo queramos llamar, me lo ha pasado una compañera de mi Parroquia. Es mayor, lo mismo que yo, pero las dos tenemos la suerte de tener un buen hijo, no es el caso de otras muchas.
Todos los domingos vemos a hijos y nietos acompañando a sus padres o abuelos. Unos van con su garrote, otros, van sujetos a sus nietos y los hay que van en silla de ruedas empujadas por sus hijos, como es el caso de Paqui, una señora maravillosa, que por enfermedad apenas puede caminar, pero tiene un hijo hermoso por dentro y por fuera que siempre la acompaña a comulgar y lo hacen juntos.
No va para ellos, pero si para aquellos que no son tan "detallistas".

Si yo derramo la leche al ir a desayunar,
no te enfades, hijo mío, que son cosas de mi edad.
Cuantas veces derramaste la papilla y lo demás.
Y yo, siempre sonriente, eran cosas de tu edad
Si al ir al baño no llego, no me da tiempo a llegar.
No te alteres, hijo mío, que son cosas de mi edad.
Cuantas veces te he cambiado tus ropitas y el pañal.
Y yo, con gusto lo hacía, eran cosas de tu edad.
 
Si ves que me siento torpe y que vacilo al andar.
No me hagas ningún reproche, que son cosas de mi edad.
Tú avanzabas a gatas, yo te enseñé a caminar
rebosante de alegría, eran cosas de tu edad.
Si hablo cuando no debo y me cuesta coordinar,
no te enojes, hijo mío, que son cosas de mi edad.
Tantas y tantas palabras no sabías pronunciar.
Y yo, feliz te enseñaba, eran cosas de tu edad.
 
Si yo al hacer ciertas cosas, perjudico a los demás.
No es mi intención, hijo mío, que son cosas de mi edad.
Tú de niño eras travieso y hacías muchas más.
Nunca te lo tuve en cuenta, eran cosas de tu edad
Si me da miedo la noche y terror la soledad.
No me riñas, hijo mío, que son cosas de mi edad.
Recuerda que tantas noches sentías miedo al soñar.
Te venías a mi cama, eran cosas de tu edad.
 
Ya llegarás algún día y a ti te pasará igual.
Y te acordarás de mi, serán cosas de la edad.
 
 
 
Para todos los buenos hijos y mejores nietos. 



lunes, 19 de agosto de 2019

ANECDOTAS

 
 

     
                                               Piscina de San Fernando

  
       Hay personajes que cuanto más sabios son, mas despistados estan en ciertas ocasiones. Eso les pasó a unos sabios e inteligentes hombres que todos conocemos.
 Como siempre estoy leyendo, aunque sea la publicidad que me echan en el buzón, pues me entero de cosas que quizá sepáis todos, pero que yo no sabía.
La que seguro que no sabéis es la que nos pasó el martes pasado a mi hijo y a mi en la piscina, pero no os preocupéis que os la voy a contar.

Una que me ha gustado mucho es la que le ocurrió a Mark Twain, estoy segura que le conocéis todos por su libro tan famoso "Tom Sawyer". Pues bien. Iba el señor Mark Twain en uno de sus viajes por Estados Unidos cuando se topó con el revisor y no encontraba su billete. Tras una larga espera y mientras buscaba en sus bolsillos, el empleado le dijo:
-Ya se que es el autor de Tom Sawyer, así que no se moleste, estoy seguro de que ha extraviado el billete.
-El problema es que, si no lo encuentro, no se donde debo bajarme, respondió Twain.

Don Ramón del Valle-Inclán, nuestro poeta español que fue citado ante el juez por un alboroto que había armado. Tras declarar su nombre y su oficio, tuvieron este dialogo:
-¿Sabe leer y escribir?
-No, dijo don Ramón.
-Me extraña la respuesta.
-Más me extraña a mi la pregunta.

Toreaba Francisco Arcona, mas conocido por Currito en la plaza de toros de Madrid con suerte más bien escasa y el publico empezaba a impacientarse. De pronto, un aficionado le gritó:
-¡Haga usted por arrimarse al toro!. A lo que Currito replicó:
-¡Déjelo "uste", que bastante hace él por arrimarse a mí!

Y ahora cuento una muy actual...la mía.
Después de venir de una vacaciones en la playa, a mi hijo le quedaban días de descanso y decidimos ir todos los días a la piscina. Elegimos la de San Fernando de Henares, un pueblo muy bonito de la Comunidad de Madrid. Que dicho sea de paso, tanto la piscina como el restaurante estan de maravilla, tanto es así, que pensábamos que todavía estábamos de vacaciones lejos de casa.
El martes pasado cuando llegamos a la taquilla, al darnos las entradas nos dice el operario que no hay luz, pero como eso no nos afectaba, cogimos nuestras entradas y entramos en el recinto de las piscinas.
Cuando ya estamos instalados en nuestra sombrita, nos fijamos que la piscina recreativa está a la mitad de agua y solo unos niños jugando.
Como yo no me baño en la Olímpica, me dice mi hijo:
-No te vas a poder bañar.
Yo le digo que no me importa, pues él se va a la Olímpica, me quedo tan tranquila.
Nos dicen los socorristas que en una hora está llena...a todo esto vemos que la están llenando con una manguera.
Cuando empieza a llegar público, deciden acordonar con vallas y la cinta esa de rayas roja y blanca que ponen en todas partes, por miedo a que algún crio se tire de cabeza y de en el fondo...
Pasa una hora, pasan dos horas y la cubeta que no se llena.
Mi hijo nada en la Olímpica..yo, miro.
Por fin a las dos de la tarde y después de haber tomado un aperitivo, decidimos marcharnos a casa.
(La piscina no había aumentado ni cuatro dedos de agua).
Cuando salimos por los vestuarios y ya cerca de la taquilla, me dice mi hijo:
- Voy ha hacer una reclamación.
Yo le digo que no se moleste pues al fin y al cabo él se ha bañado y hemos pasado la mañana bien.
Pero el sigue en sus trece. Yo le dejo solo y me voy hacia el coche pues me daba vergüenza reclamar  algo tan barato.
Desde donde yo estaba ya en el coche, le veía casi metido en la ventanilla. Me caían sudores, pero ya sabemos como son los hombres de hoy que cuando tienen razón no dan su brazo a torcer.
¡Por fin viene hacia mí!
Llega riéndose y me enseña los 20 euros que le han devuelto.
Bueno, que voy a contar más.
 Al pasar por Mac-Donal, para el coche, pide la comida y nos vamos a casa a comer unas ricas hamburguesas, aritos de cebolla, alitas y cerveza bien fresquita. y a dormir la siesta, que se nos da muy bien.
El viernes volvimos y el sábado y pude nadar como una sirena...
Pensábamos ir toda esta semana, pero le ha pedido un compañero a mi hijo que le cambie el turno y ya está trabajando.
 Que dicho sea de paso yo ya estaba harta de tantas vacaciones.

Lo que no paro de pensar es que nos han ocultado algo...

lunes, 12 de agosto de 2019

POLITIQUEO

 
 

                                          Ayuntamiento de Recas, (Toledo)

Después de ver como estamos viviendo la política en casi todo el mundo y con las más cercanas elecciones de Argentina voy a ver si saco una sonrisa a todos nosotros que buena falta nos hace.
La foto que he puesto es del Ayuntamiento de Recas, mi pueblo natal. No porque yo sepa lo que ocurre entre sus cuatro paredes, pues hace años que no lo visito, y no es por falta de ganas, es, porque ya no puedo ir sola por esos mundos de Dios.
Dicho esto, paso a contar tan regocijante relato:

Un día cualquiera en un Ayuntamiento cualquiera.
Una Alcaldesa está en su despacho (sin nada que hacer, por supuesto), y se plantea si hacer el amor con su marido es trabajo o placer.
Aparece el secretario y la Alcaldesa le plantea su duda:
-Hacer el amor con mi marido es trabajo o placer? El secretario responde:
-Pues no lo se, tendría que estudiarlo.
La Alcaldesa le da una hora para responder.
El secretario va a ver al responsable de RECURSOS HUMANOS y le pasa la pelota:
-Que la Alcaldesa haga el amor con su marido, ¿es un acto de trabajo o de placer?
El de recursos humanos, entretenido en hacer NADA, le responde que no sabe.
El secretario le dice que tiene 45 minutos para averiguarlo.
El responsable de Recursos Humanos le traslada la pregunta  al TÉCNICO DE FORMACIÓN, que estaba muy ocupado, (peleándose con la maquina de café, sin nada mejor que hacer). Pero el tampoco sabe la respuesta.
Al final le llega la pregunta a la ADMINISTRATIVA, que se encuentra detrás de su mesa, llena de expedientes, listas de asistencias que enviar, valoraciones que realizar, facturas, albaranes, el telefono sin parar, en fin, con trabajo hasta las orejas.
Su jefe le dice que tiene 5 minutos para decirle si el hecho de que la Alcaldesa haga el amor con su marido es trabajo o placer. Sin levantar la cabeza, la administrativa responde categóricamente:
-ES PLACER !!
Su jefe, intrigado por la rápida respuesta, le pregunta:
-¿Como ha llegado tan rapidamente a esa conclusión?
La administrativa, harta de que le entretengan con todo el follón de expedientes, que tiene, le responde:
-Porque si fuera trabajo, ¡¡Tendría que hacerle yo el amor al marido de la Alcaldesa!!

Parece ser que solo la Administrativa trabajaba....

Una frase de John Adams, que nació en 1797 y fue el que llevó a Thomas Jefferson a la presidencia de los EEUU.
 Tambien fue representante del Congreso en Europa, dijo:

"En mis muchos años de vida he llegado a la conclusión de que un hombre inútil es una calamidad.
Dos son un bufete de abogados y tres o más son un gobierno"

Estoy totalmente de acuerdo con él, a pesar de vivir en otra época.

lunes, 5 de agosto de 2019

Recuerdos de juventud

 
 
 

                                                La hamaca de don Fernando


Cuento una de mis batallitas:
Era el verano de 1953 (está a la vuelta de la esquina), estaba de vacaciones en El Espinar (Segovia), fui con un grupo de unas 20 chicas y dos monjitas.
En la juventud todos hacemos las mismas cosas, reímos, jugamos y hacemos diabluras, ya seamos señoritas, curas o monjas (por lo menos en mi época).
Un día mientras comíamos nos dice la madre Consuelo:
-Después de la siesta vamos a San Rafael.
Pues habían ido de excursión los miembros de la Parroquia de San Ramón Nonato a la que pertenecíamos. Como es natural nos pusimos muy contentas.
Estaba cerca pero las monjas fletaron un autocar y además nos acompañaba el capellán del colegio de las Madres Jesuitinas, que por cierto, era un chaval y además muy guapo. Esto nos hacía estar más contentas todavía.
Aunque nos llevábamos bien todas, siempre hay alguna con la que tienes más intimidad, con la que te cuentas las cosas, con la que comes junto a ella etc. y esa era mi amiga Leíto, (su nombre es Leonor),
Leíto y yo, nos separamos un poco del grupo, otras hacían lo mismo.
Habían colocado entre dos hermosos pinos una hamaca en la cual estaba tumbado uno de los curas. Se llamaba Don Fernando y pesaba lo menos 120 kilos.
Cada uno estaba a lo suyo, nosotras solo nos fijábamos en D. Fernando que además de estar gordo, era un hombre muy alto, mejor dicho, altísimo.
Nosotras, chicas de 17 y 18 años que nos reíamos por nada, no le quitábamos ojo, una de ella dijo:
-Don Fernando se cae...todas esperábamos ver si era verdad.
Parece ser que el buen sacerdote estaba cansado y dormitaba...se durmió.
Mientras tanto, los demás excursionistas, charlaban y se reían de lo que alguno contaba, seguro que todo muy inocente, mientras D. Fernando dormía a pierna suelta.
Nosotras, (malas) no quitábamos los ojos de la hamaca y cuando menos lo esperábamos...¡¡zas!! Don Fernando al suelo.
Las cuerdas que sostenían la hamaca se rompieron, con tan mala fortuna que debajo de ella había una enorme piña que se le clavó al cura en los riñones.
Nosotras, seguíamos siendo malas, lo primero que hicimos fue reírnos a carcajadas. Las monjas asustadísimas y todos los que fueron a esa excursión asistieron a D. Fernando pues la dichosa piña se le había clavado en la parte baja de los riñones.
Llamaron al médico de San Rafael y a nosotras nos mandaron rapidamente otra vez para El Espinar.
Del rapapolvo no nos libró nadie, pues a la madre Consuelo no le pareció bien que nos riéramos de tal percance y nos dijo que teníamos que confesarnos por tan "gran" pecado. Por supuesto que le hicimos caso, al día siguiente antes de la misa, allí estábamos todas en fila esperando turno para la confesión.
Cuando terminó la compañera que iba delante de mi, vi con gran placer que sonreía. Pensé, no nos va a regañar, como ha hecho la madre Consuelo.
Cuando me hinqué de rodillas y dije: Ave María Purísima, noté que el cura se sonrió.
-¿Que pecado tan grave has cometido.
-Me he reído cuando se ha caído don Fernando, el me contestó.
-¿Que crees que he hecho yo?
Me quedé sin habla y él volvió a decirme:
-Y tambien yo he sido el que ha puesto la piña debajo de la hamaca.
Si antes me había quedado sin habla, ahora estaba muda de asombro. Volvió a decirme:
Los dos hemos cometido el mismo pecado, yo te perdono y tu me perdonas.
Los dos decidimos rezar por la pronta recuperación de D. Fernando.

Los días que nos quedaron de vacaciones los pasamos muy bien, pues todas las chicas teníamos un secreto de confesión.
Nunca conté este episodio de mi paso con las monjas y por aquel curita tan joven que tan buenos ratos nos hizo pasar. Ahora lo he hecho porque...ha pasado tanto tiempo.!!!