lunes, 22 de enero de 2018

Resplandor y Perro



                                                Resplandor  Lejano





Desde el cerro donde se ubica nuestra Parroquia, ayer cuando salimos de misa, nos quedamos mirando "la seta" o sea, se divisaba perfectamente la contaminación del centro de Madrid. No es extraño que mi padre viera el resplandor de un incendio acaecido en 1928 en Madrid.
Mi padre, como todos los padres además de cariñoso, nos contaba un montón de curiosidades y sucesos que nosotros no conocíamos.
Un día de invierno, lluvioso y con mucho frío, mientras merendábamos higos secos, castañas y mandarinas al amor del brasero, (en los años 40 no teníamos calefacción), él nos contaba cuentos y leyendas, unas verdaderas, otras se las inventaba.
Nos extrañaba cuando decía que desde su pueblo, a más de 30 kilómetros de Madrid, vio, él y todo el pueblo un incendio muy grande en Madrid.
Este tristemente suceso era verdad pues aunque nosotros no lo vimos, doy mi palabra de que yo no había nacido, a través de los años hemos oído como fue pasto de las llamas el teatro Novedades.
Ya había tenido un par de conatos de incendio dicho teatro, pero en aquellos tiempos, ni eran tan cuidadosos, ni había tantos medios como para impedirlo. El caso es que se formó el incendio cuando estaba el teatro abarrotado de público. Según nos contaba mi padre, hubo mas víctimas por culpa de un pobre hombre cojo que atravesó la muleta en la puerta de salida y, lógicamente la gente en su afán de salir, iba tropezando y cayendo...total...80 personas fallecidas y más de 200 heridos. El aforo era de 1500 personas.
Aunque a nosotros nos parecía raro que desde tan larga distancia vieran las llamas, él nos aseguró que todos los días se veían las luces de Madrid, claro que en aquellos tiempos el cielo estaba limpio de contaminación.






                                                             "Perrito Lindo"




Mientras nosotros nos zampábamos tan rica merienda, calentitos y con papá entre nosotros, él seguía con sus relatos. Unas veces nos reíamos, otras nos metía el miedo en el cuerpo, como fue el caso cuando nos conto lo de "la calle del perro".
Mi padre conocía bien el centro de Madrid, pues no en vano hacía servicio en calle Mayor, Arenal y Puerta del Sol. Por eso sabía todas las calles y plazas, cosa que a nosotros, niños, nos parecía algo extraordinario.
Bueno, vamos con la calle del perro.
Esta calle, siempre era observada y analizada de soslayo, con una prudencia miedosa, un enorme mastín de color negro custodiaba la entrada a una casa, misteriosa, considerada por los vecinos como una ventana al infierno.
 Era el hogar de un tal Enrique de Villena, docto en letras, medicina y astrología. Fue repudiado por la corte y señalado como hombre hechicero.
Al pobre hombre lo acusaron de practicar ciencias ocultas, decían que era discípulo del Diablo y muchas cosas más.
Ambas supersticiones, evidentemente, eran fruto de la ignorancia de la plebe. Por tal motivo, el buen hombre, ni corto ni perezoso, se compro un  mastín negro y feroz, el cual lo dejó en la puerta de su casa y por allí ya no quería pasar nadie. Los chavales, a partir de la media tarde no había quien los hiciera pasar por dicho callejón, que según creo, pues ya no existe, medía no más de 2 metros de lado a lado. Claro, esas eran las calles del Madrid de entonces. Ahora, en cualquier callejuela, ya sea de Madrid o de "San Serenin del Monte" (esta calle es cosa mía), pues bien, te tienes que comunicar a voces o con un teléfono Movil. 
Lo he exagerado un poco, ¿Verdad?
Bueno, como seguro que no lo va a ver mi cuñada Pepi, yo sigo con lo mío.
Como iba diciendo, pasábamos buenos ratos con papá, pero más de una vez nos metía el miedo en el cuerpo.
 No lo hacía muy a menudo pues entonces la Policía Municipal no tenía días libres, solo un mes en verano. Estos momentos los "disfrutábamos" cuando mi padre estaba dado de baja por algún catarro. Mientras les duraba la baja no podían salir de casa, cosa que nos venía muy bien a nosotros y a nuestra madre, pues cuando le daban el alta, ese día, se iban los dos al cine...cosas de aquellos tiempos.

16 comentarios:

  1. Tuviste suerte de tener un padre tan cariñoso y que encima os contaba historias......no todo el mundo ha tenido esa suerte.Besicos

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    1. A lo largo de los años, si me he dado cuenta de que mi padre era mejor que otros.
      ¡Que pena que se fuera! Pero claro, es ley de vida, como dicen muchos.
      Verdad que hablo como una viejecita?
      Un beso Charo

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  2. Es bonito recordar los relatos sean verdaderos o inventados que antes se contaba ahora con los moviles, tables e internet se estan perdiendo.Siempre recuerdo cuamdo mi madre me contaba que a ella y a mis tios mi abuela les leia pequeñas novelitas de esas baratas al calor de la chimenea. Quizas por eso yo desde pequeña me ha gustado leer novelas sobre todo de epoca de esas que llamaban de capa y espada y dibujar al calor del fuego Y en verano junto con mis hermanos jugar a buscar tesoros en un bosque cercano o con nuestras espadas de madera a ser los tres mosqueteros jeje Lo dicho espero que la gente no acabe perdiendo la magia que son los relatos o novelas contadas. Un abrazo

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    1. No saben los niños de ahora lo que se pierden, claro que yo también les he contado cuentos a mis hijos. Solo hace falta, echarle un poco de tiempo a los niños.
      Un abrazo Ana

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    1. Todavía me quedan muchas batallitas Alfred, pienso seguir dándoos la lata más veces.
      Un abrazo

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  4. Las historias contadas por los padres, abuelos y tíos; siempre nos dejan un tufillo nostálgico y una agradable brisa evocadora. Hay que añadir que: Contado por ti,tiene otro sabor, con ese toque pintoresco y gracioso, se convierte en algo divertido y ameno.
    Un beso y un fuerte abrazo.

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    1. Eso y que además ya no están con nosotros. Yo lo cuento tal-cual, no tengo ningún mérito.
      Un besazo José Luis.

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  5. Como siempre, Ma de los Angeles, nos deleitás con tus historias, tanto reales propias o leyendas y costumbres, todo tiene tu condimento entretenido que nos hace seguir leyendo hasta el final con gran interés. Muy tierno tu papi, que supo dejar en sus hijos su recuerdo fraterno, un abrazote!

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    1. Creo que esto de contar cuentos nos viene de familia. En tiempos de mis abuelos (que por supuesto no había ni radio), por las noches se reunían los vecinos en casa de mis abuelos a escuchar las "chanzas que contaba "el señor Victoriano". Según me contaba mi madre, estaban hasta altas horas escuchándole y nunca terminaba el cuento, jajaja. Claro, así tenía al día siguiente "otra reunión".
      Yo no soy tan lista.
      Un abrazo María Cristina guapa.

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  6. Qué interesante saber cosas de esos tiempos. Un beso.

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    1. Debes de ser muy joven amiga Susana. Ya contaré mas cositas.
      Un besito

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  7. Hola Mª Angeles, ya os imagino comiendo la merienda y escuchando las historias de tu padre, y que bonito era eso verdad?, ahora eso es impensable y los críos solo están con los móviles y las maquinitas, sobre la contaminación va a llegar un día que no podamos ni respirar.
    Me ha encantado saber que los reyes te dejaron tantas cositas, espero que en la pelu te hayan dejado bien requeteguapa:), me gustan mucho los muñequillos, son bien bonitos.

    Besos.

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    1. Si Piruja, fueron muchas tardes las que pasábamos al calor del braserito. Mi padre sabía muchos cuentos y a nosotros nos gustaban mucho. Como bien dices, entonces no había ni móviles, ni iPad, ni siquiera tv. ni radio. ¡Que tiempos! Pero éramos muy felices.
      Un besito guapa.

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  8. Me has atrapado con tua historias Mª Ángeles, me he imaginado estar alrededor de esa mesa escuchando tambien las palabras de tu padre, contando historias. Que recierdos más bellos nos dejaron en el alma. Lo has relatado como si hubiese pasado ayer y es que se nota que llevas a tu padre en el alma. Felicitaciones.

    Desde el corazón, un abrazo.
    Ángeles

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    1. Te advierto querida Ángeles, que si cierro los ojos, veo a mi padre y a todos mis hermanos de entonces, pues más tarde llegamos a ser 7, como ya digo, comiéndonos las viandas que repartía mi padre.
      Doy gracias a Dios por poder recordarlo tan bien.
      Un fuerte abrazo amiga.

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