lunes, 1 de diciembre de 2014

Latas de consevas

Tenemos que reconocer que nuestra generación hemos sido casi los mas listos de la humanidad, no lo digo por mi, claro está, yo ni soy lista ni he inventado nada. Quizá podemos retroceder un  par de siglos atrás en cosas de alguna importancia, pues se inventó la luz eléctrica, la radio, el pararrayos...e incluso el caso que nos ocupa hoy...El abrelatas.
Resulta que en 1810, el inglés Peter Durand revolucionó el mundo de las conservas reemplazando los tarros de cristal por recipientes de hierro forjado recubiertos interiormente de estaño para evitar su oxidación.
De los  tarros de cristal tengo el recuerdo de haberlos visto en casa de mis abuelas, como todos los habitantes de los pueblos hacían conserva de tomates, frutas y verduras. Incluso mi madre también hizo algún que otro tarro, aunque vivíamos en Madrid.
 En temporada de tomates, entonces solo los había en el verano, hacia conserva y también dulce de membrillo...Sigamos...
Después de que míster Peter Durand hiciera esta invención, la fama se la llevaron Bryan Donkin y John Hall, que le compraron la patente por 1000 libras y fundaron la empresa Donkin and Hall cuyo primer cliente fue la Royal Navy.
¿Qué problema tenían estas primeras latas?
Que no se había inventado el abrelatas.
 Según se indicaba en las etiquetas, para abrirlas era necesaria la ayuda de un martillo y un cincel.
¿Os imagináis, a mí por ejemplo, en mi cocina con martillo, cincel y un paño para limpiarme la sangre que me iba a ocasionar, suponiendo que abriera el bote de tomate a fuerza de porrazos?
Pues muchos soldados las abrían utilizando las bayonetas, o disparando contra ellas o golpeándolas con piedras.
El primer abrelatas fue inventado en 1855 por un tal Ezra.J.Warner, que seguro que fue más listo que el que trató, con toda su buena fe, de meter las conservas en botes de lata.
Hoy tenemos la suerte de tener un montan de cachivaches para abrir latas y botes, y, a menos que seamos unos manazas, como es mi caso, se abren muy bien.

10 comentarios:

  1. Lo cuentas de ua forma muy simpática.
    Sin abrelatas sería muy difícil abrirlas, debieron haber previsto eso y a la par salir ambas cosas al mercado.
    Besos

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    1. A veces siempre se nos olvida algo, claro que cerrar una lata a cal y canto sin saber ocho abrirla....
      Un besito Verónica

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  2. Y para abrir las de sardinas había una especie de llave en la que se enrollaba la tapa. Yo recuerdo haber visto clavar un cuchillo para abrirlas. Besicos.

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    1. Yo también recuerdo aquellas llaves y por supuesto no me libré de abrirlas también con un cuchillo...¡¡¡Como éramos!!!
      Un beso trimbolera

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  3. Ahora lo tenemos todo mucho más fácil. Ya no hace falta ni tan siquiera abrelatas, con el abre-fácil nos arreglamos, aunque hay veces que el abre-fácil lo pone tan difícil que ganas dan de abrir la lata a porrazos. Un beso.

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    1. A mi hasta el abre-fácil me lo pone difícil, menos mal que casi siempre tengo a mi hijo al lado y aunque "gruñe" me saca del apuro.
      Un beso Pilar

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  4. Ma de los Angeles, todo muy bien, pero lo mejor es cuando las latas vienen con sus orejitas, uno solo tira y se abren, maravilla! Un abrazo

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    1. Esas si que son estupendas, pero los antiguos tuvieron que pasar lo suyo hasta que se inventó un abrelatas.
      Un beso María Cristina

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  5. Pues oye eso inventar la lata y no tener nada para abrirla me parece un tanto absurdo y que desconocía, lo normal hubiera sido inventar todo a la vez........es cómo si al inventar el automobil no se hubiera inventado la forma de hacerlo rodar y para hacerlo lo tuvieran que empujar. Yo también recuerdo a mi madre y mis tias preparando conserva de tomate al final del verano y menudo tinglado que se preparaba. Besicos

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    1. Tienes toda la razón del mundo, seguro que los pobres no daban para más, eso es lo que mi hijo me dice a mi, jajaja
      Un beso Charo

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