Hace ya mucho tiempo que no voy a los toros, ya casi ni me acuerdo de como va la cosa. Pero hoy, aunque solo sea por "chinchar", le he dicho a mi hijo que quería ir a los toros. Me ha contestado.
-Si, a los de Carabanchel.
Ya sabéis, como dice la canción de "la Casta y la Susana". Claro como el es animalista y anti taurino, no puede ver que hagan sufrir a un animal pues claramente me ha dicho que no. Ya os acordaréis de aquel día que os conté, cuando entro una rata en casa y lloro mientras le daba escobazos para que saliera a la calle. Por supuesto que no la mato aunque yo le decía, ¡mátala, mátala! claro que yo estaba subida a una silla, por si acaso.
Bueno el caso es que me he quedado sin toros. Os confieso que no me apetece nada ver una corrida, quizá es porque me he vuelto más sensible con la edad.
Como he visto la cosa un poco turbia he subido a casa de mi vecina Ana a preguntarle si iba a ir a la procesión, me ha dicho que no tenía nada pensado pero que si quería nos íbamos las dos. No me he hecho de rogar y hemos quedado para las dos juntitas irnos a ver al Santo.
Mientras íbamos en el tren hacia la Puerta del Sol para coger buen sitio para ver todo bien, le he contado varias anécdotas que ya he contado otros años y hoy no me he querido repetir.
Se ha reído mucho cuando le he contado que, allá por los años cuarenta, que teníamos una gran sequía, decidieron las autoridades civiles y eclesiásticas sacar a San Isidro en procesión a ver si llovía, pues estabamos en el mes de junio y no había caído ni una gota.
Fueron gentes de todos los barrios de Madrid y pueblos de alrededor, que hoy se dice...La comunidad de Madrid.
El caso es que todo el mundo rezaba, cantaba, mal, pero cantaba. Ese día también estaba yo junto con todos mis hermanitos. Digo hermanitos, porque yo soy la mayor y no tendía más de 11 años, detrás de mi iban 5, después siguieron llegando hermanitos.
Como iba diciendo, las gentes de Madrid y los que vinieron de fuera, cantaban y cantaban. Yo no se si sería porque lo hacían muy "requetemal" o porque el bueno de San Isidro se canso de tanto canto y tanto rezo, cuando nunca lo visitaban estando siempre en su hermosa Colegiata. El caso es que empezó a caer tal tromba de agua que la gente no sabía que hacer.
El primero que salió hacia los soportales de la plaza fue el señor Alcalde, entonces era el Conde de Mayalde, por supuesto que le siguieron todos los demás, pero no quedó ahí la cosa, tanto corrieron a refugiarse de la lluvia, que dejaron solo al Santo en medio de la hermosa plaza Mayor de Madrid.
Mientras le contaba estas cosas a mi vecina y amiga, ya vemos aparecer la procesión: llegan unos señores vestidos a la usanza del siglo XVIII, la guardia Municipal con sus vistosos uniformes con plumero en el casco y todo, las autoridades eclesiásticas, pero...hoy, no aparecen las autoridades civiles igual que cuando yo era pequeña, ahora, todo ha cambiado y piensan de otra manera. Me ha dado pena.
Ya veíamos casi el fin del acto cuando Ana y yo, las dos a la vez, decimos: ¡Las rosquillas!
¡¡Como nos íbamos a ir sin probar las rosquillas del Santo!!
Como la pradera donde está el jolgorio nos pilla un poco lejos y las dos tenemos ya ...unos añitos. Decidimos comprar las rosquillas, ya sean tontas o listas, en la misma Plaza Mayor. Como dos fieras nos vamos hacia una tienda en la cual había cola para comprar. Nosotras, como dos hambrientas aligeramos el paso para no quedarnos sin ellas...entonces...Ana mete el tacón del zapato en una rejilla del alcantarillado y al echar el otro paso...cae al santo suelo.
Yo, que soy una escandalosa, pego un grito que se debió de oír en diez kilómetros a la redonda, La gente va enseguida a ayudarnos, Ana sigue en el suelo, el zapato metido en un agujero. Cuando la levantan tiene el traje lleno de barrillo y agua. ¡Está hecha una pena! Alguien llama al Samur que está muy cerca.
Aparecen los sanitarios. No tiene heridas lo que tiene ella y yo es un apuro que no nos tenemos. Le preguntan cosas, tales como si ve bien, si siente mareo, que donde le duele, que si patatín que si patatán.
Resumiendo...hemos aparecido en Coslada en una ambulancia y...sin rosquillas.
Esto es lo que les ha ocurrido a dos buenas "chicas" que quería ver la Procesión de San Isidro y comer las ricas rosquillitas.
Y estas son las riquísimas rosquillas que nos hemos perdido. ¿Os gustan? Pues ya sabéis donde están, en M A D R I D.
Aquí os esperamos. ¡Pero tened cuidado! Muchos de los que vienen...se quedan.
Tienen buena pinta esas rosquillas ;)
ResponderEliminarUn abrazo.
Están listas para comer. Si quieres una...acércate.
EliminarUn abrazo Alfred.
Yo antes iba algunas veces a los toros, pero me ocurre igual, con los años me habré vuelto mas sensible. de pequeño le tiraba piedras a perros y gatos, de mayor he tenido un gato mas de 15 años.
ResponderEliminarComo aficionado a la fotografía acostumbro a ir el día del patrón a la pradera, aunque no compro rosquillas ni bebo agua del santo, tampoco como los famosos entresijos, pero me divierto bastante en ese ambiente festivo.
Un abrazo.
Con los años cambiamos mucho. Yo solo he ido una vez a la pradera, de esto hace lo menos 40 años, nunca he comido los llamados entresijos, ahora bien, si he comido las rosquillas que como todo, ahora se venden en los supermercados.
EliminarUn abrazo Matías.
Eso sin que son una "señoras" rosquillas y es "imperdonable" que os quedáseis sin ellas.A mi nunca me gustaron los toros y en toda mi vida, siendo joven, sólo he ido a una y no veas lo que me aburrí y lo que sufrí cuando mataron al toro así que no he vuelto nunca más.Besicos
ResponderEliminarNo te preocupes Charo, hoy las hemos comprado en el supermercado, jajaja.
EliminarNo me importo no ir a los toros, lo dije por hacer de rabiar un poco a mi hijo. Al final lo pasamos bien contando nuestra odisea (un poco exagerada) a la familia. Nos dijeron de todo menos bonitas.
Un besito madrileño en fiestas.
Otra anécdota de las tuyas, Ma de los Angeles, qué mala manera de terminar su paseo, y sin las rosquillas! Acá también las tenemos en nuestras fiestas de iglesia, aunque ahora también las venden en alguna panadería y aprovecho cuando las veo, me encantan! Gracias por entretenernos con tanta gracia, un abrazo!
ResponderEliminarNo te preocupes María Cristina que esta mañana hemos ido al supermercado y nos hemos traído un buen cesto, jajaja. Ya sabes que ahora todo lo encontramos en dichos establecimientos.
EliminarAl final lo pasamos bien, más, cuando les contamos a la familia nuestra odisea (a nuestra manera y exagerada), de lo que nos pasó.
Al final tuvo gracia.
Un fuerte abrazo
Se pasaron pidiendo lluvia. Siento que acabara mal el paseo. Un beso.
ResponderEliminarNo te preocupes Susana que yo soy un poco exagerada y quizá me he excedido, pero al final lo pasamos bien.
EliminarHoy en el "Súper" Ahorramás, nos hemos desquitado comprando rosquillas.
Lo de la lluvia, el año pasado lo conté más extenso y más de uno se partió de la risa. Pero fue tan real como la vida misma.
Un beso
Creo que el santo, la tiene contigo. Primero te manda el aguacero y luego te deja sin rosquillas.
ResponderEliminarTambién te quedaste sin: toros y sin rata.(no siempre se gana)
Cada historia tuya, es un paseo por la alameda de la alegria. ¡OLE! Por ti. Te dejo: un "beso y una flor"
Gracias amigo, me quedo con las dos cosas, el beso y la flor. No tengas pena por lo que nos ocurrió pues al final lo pasamos muy bien.
EliminarY rosquillas hemos comido y bien, ya sabes que ahora en los supermercados hay de todo.
Te mando un besito desde Madrid...donde ya quedan pocas fiestas.
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ResponderEliminarHola Mª Angeles, chiquilla que ahora tienes una nueva anécdota para contar jeje, siento mucho la caída de tu querida vecina y que os hayáis quedado sin rosquillas, pero lo importante es que antes os lo habéis pasado bien y oye, al final aunque en ambulancia os llevaron a casa como dos reinonas, espero que este bien tu vecina y todo haya quedado en eso, en una nueva anécdota para contar, las rosquillas tienen una pinta que no veas:)
ResponderEliminarBesos.
Tengo muchas anécdotas porque soy muy, pero que muy mayor. Otra cosa es que me acuerdo de todo lo que ha pasado en mi vida y luego os lo cotilleo para que, unas veces riais y otras lloréis que de todo hay. Mi amiga esta muy bien apenas tubo repercusión la caída. De las rosquillas tampoco nos hemos quedado sin probarlas pues como ya digo a otros amigos, en el supermercado las había, jajaja. Esperaremos a otro año, si Dios quiere, para volver a ver a San Isidro en procesión.
EliminarUn besito Piruja.