miércoles, 26 de julio de 2017

Anécdotas de vacaciones

Hoy, a modo de saludo, os contaré algunas anécdotas de mis vacaciones, incluida...una pesadilla:
Cuando sale uno de casa (al menos en mi caso) y vuelve, todo parece que está patas arriba. Quizá sea que al estar un par de semanas fuera ya parece que hace siglos que faltas de casa. Uno se acostumbra pronto al paseo, la playa, las cenas...esto de las comidas tiene un punto y aparte...¡¡Como comemos!!
En mi estancia fuera de mi ambiente ha pasado de todo. Incluso cerca de donde yo estaba ha habido un concierto de jóvenes.
Empezaré diciendo que los jóvenes son "muy ricos", sobre todo cuando vuelven al hotel a las tantas de la madrugada y como en este caso, (todos eran ingleses), pero seguro que los españolitos y de cualquier otro país hubieran actuado igual.
El hotel donde yo me alojé estaba al tope de "niños" ingleses. Hay que decir que eran un poco "guaretes". Se paseaban por los pasillos como si estuvieran en su casa, recién salidos de la ducha con la toalla atada a la cintura. Se sentaban en los pasillos en grupo y para rizar el rizo, todo lo tiraban por el suelo. Las señoras de la limpieza sacaban todos los días varias bolsas llenas de basura y no era porque fuesen humildes de condición, porque el hotel les costaba una "pasta".
Bueno el caso es que cuando terminó el concierto al que habían venido, todo se tranquilizó. Primera anécdota.
No es que yo fuese una sirena pero no hace mucho que me encantaba nadar, en el mar, en la piscina y donde se terciara, pero...de un tiempo a esta parte, mejor dicho, este año, le he tomado un miedo al mar principalmente que seguro que los que me conocen no se imaginan que no me he metido en el agua a mas altura de la cintura, si, si, eso he dicho. Ni un palmo más arriba.
Cuando mi hijo me vio tan titubeante me compró un bastón de aluminio para que entrara en el mar con más seguridad y, entre el bastón y mi nene pude meterme en el agua con más seguridad. ¿He dicho seguridad?
Aunque en la playa que yo he estado siempre ha estado la mar tranquila. Ha habido unos días de bandera amarilla y otro de bandera roja.
Uno de esos días en que había buenas olas, yo me quedé con mi bastón anclado hasta que me llegó el agua a las rodillas. Creo que me pilló desprevenida una y aunque estaba, "anclada" el bastón y yo fuimos a hacer puñetas mientras mi hijo estaba a varios metros de mi lado nadando.
Lo inmediato que hice fue soltar el dichoso bastón y caer como una rana haciendo movimientos raros con los brazos. Cuando mi hijo me vio salió corriendo hacia donde yo estaba pero antes llegaron dos muchachos muy fuertes y amables, uno me cogió a mi, mientras el bastón (que no se veía mas que el apoyo y parecía el periscopio de un submarino), era "salvado" por el otro joven. No tardo mucho en llegar mi hijo pero yo no me soltaba de los musculosos brazos que me habían apresado y en los que me sentía muy segura.
Con todo el dolor de mi corazón me solté de tan apuesto muchacho, que luego me di cuenta que era mulato y guapísimo.
Lo inmediato en estos casos fue que se arremolino mucha gente creyendo que yo estaba en las últimas, por fin le dije a unas chicas que con tanta amabilidad me trataban.
-No os preocupéis guapas, es que me sentía muy bien en tan magníficos brazos.  (risas)
Una un poco más atrevida me dijo:
-Señora, por que no me presenta a su hijo.
Se lo presenté, pero mi hijo estaba un poco distraído más pendiente de mi... Segunda anécdota.
Ahora viene la pesadilla, que os doy mi palabra de honor que es bien cierta. Aunque como siempre mi cuñada Pepi lo pondrá en duda, pues siempre dice que exagero.
Yo estaba durmiendo plácidamente, lógico, pues los sueños solo aparecen cuando uno duerme.
Me desperté, creo que después de pegar un grito.
Estaba mi hijo en pijama, una pareja trasnochadora, la Policía, la Guardia Civil, los bomberos...Bueno ya sabéis que soy un poco exagerada, en realidad solo había cuatro personas, mi hijo, la pareja trasnochadora y el vigilante de noche que había sido requerido por no se quien. Cuando vieron que todo había sido un sueño, cada uno se fue a su puesto y yo le conté a mi hijo la pesadilla que aun recuerdo perfectamente y, aunque no queráis la vais a saber.
El sueño:
Yo estaba en el salón de casa de mi madre, fallecida hace 12 años, en esto que entran varios señores todos vestidos de negro entre los que se encontraban por lo menos dos sacerdotes. Uno de ello se dirige a mi y me dice:
-Abre la puerta de la habitación de tu madre pues nos han dicho que hay "una presencia", yo la abro y dirigiéndome a un punto digo muy fuerte:
-¡¡Manifiéstate, Ángela que te quieren ver!!
En ese momento veo como un recuadro que se ilumina en el que hay algo brillante que se mueve y
digo gritando:
¡¡¡Hay esta!!! AYYYYY.
Y fue cuando me desperté.
Tengo que decir que jamás he leído cosas de aparecidos, no veo películas de Zombis ni nada que se le parezca, pero...por si acaso, he rezado por la tal Ángela que no se quien es...

10 comentarios:

  1. Menuda anécdota, hay que vigilar los excesos en las cenas, que luego vienen las pesadillas. ;)
    Un abrazo.

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  2. Seguro que tienes razón, no recuerdo lo que cené, pero fue una suerte que no me diera un vértigo como me ha ocurrido otras veces.
    Un abrazo Alfred.

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  3. En vacaciones siempre nos surge alguna anécdota, tu las describes con mucha gracia. Yo aunque me defiendo nadando me gusta hacer pié, sobre todo si hay muchas olas. Dicen que los sueños, sueños son.
    Un abrazo.

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    1. Totalmente de acuerdo Matías en todo lo que dices te doy la razón.
      Hacer pie, lo he hecho, lo que ocurre es mi estabilidad ya no es lo mismo y no aguanto la fuerza de las olas, menos mal que aún falta mucho para las próximas vacaciones.
      Un abrazo

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  4. Ay Ma de los Angeles, siempre pasan cosas en tu vida, para nada aburrida, y nos hacés reir a los que te leemos con tu inocultable gracia, un suceso aparentemente grave se convierte en una comedia en tu narración. Recuerdo el mar con mi hijo más chico, en la orilla, la arena tragándoselo formando un embudo, yo tirando de él muerto de la risa y yo del miedo. Si vos entrás hasta la cintura yo te gano, no paso de la orilla ja ja ja, un abrazo grande!

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    1. Siempre trato de ser amena y ponerle la guinda al pastel. Creo que tu y yo juntas en la orilla de la playa estaríamos de maravilla y dándole a la lengua sin tregua.
      Un abrazo María Cristina.

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  5. Demasiado bien te portaste cuando te sujetaba el "cachas" mulato, tendrías que haber simulado un desmayo para estar más tiempo apoyada en su musculatura:-))
    Creo que has estado en Oropesa ¿No? pues allí está mi hija con sus niñas y marido pasando sus vacaciones ya que tienen un piso allá.Nosotros antes también íbamos cuando estaba vacío el piso pero al enfermar mi marido y no poder conducir ya no vamos pues la comunicación con Logroño es muy mala, lo mismo ocurre con Vinaroz donde vive mi otra hija que antes también íbamos mucho pero también hay problemas de comunicación, por eso solemos ir a Benidorm desde que enfermó mi marido que aunque esté más lejos salen a diario dos autobuses directos desde Logroño uno por la mañana y el otro nocturno y para mi marido es mucho más cómodo.A mí también me encanta la natación desde siempre y la practico casi a diario en las piscinas municipales del pueblo,al mar le he cogido respeto por las picaduras de animales que ya que me han picado en dos ocasiones, un año fue medusa y el año pasado un pez araña, las dos picaduras muy dolorosas así que si voy este año a la playa lo haré con la máxima precaución.Besicos

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    1. Casi me desmayo después, cuando le vi de lejos...¡¡Que maravilla para los ojos!!
      Todo esto ocurrió en Oropesa, que por cierto se estaba estupendamente. Buen tiempo, buena comida, unos magníficos fuegos artificiales y...mucho, mucho cansancio. Mi hijo se cree que puedo ir a su ritmo y mejor me iría con el IMSERSO, jajaja.
      Un besito Charo

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  6. El mar es muy traicionero. Yo tengo unos sueños tan vivos que a veces no sé si lo he soñado o no. Un beso.

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    1. Respecto a los sueños te doy la razón, a mi me pasa lo mismo los siento muy reales.
      Cuando vuelva otra vez al mar, estaré en la orilla.
      Un beso Susana.

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