lunes, 18 de junio de 2018

La comida de las monjitas.

 
 
 
 
 

      
                                                             Comedor Religioso



Ahora las madres tenemos que estrujarnos un poco los sesos para que nuestros hijos (cuento mi caso), coman verdura, legumbres, pescado etc.
Tengo que decir que yo como de todo, excepto el Pan de Higos, esto es superior a mi, quizá cuente por que.
Las verduras y el pescado siempre me ha sido muy difícil que lo coman mis hijos. El mayor, ya casado, no quería el pescado ni en pintura, ahora come de todo. El pequeño que sigue en casa, no come pescado ni marisco aunque se lo recete el médico, mucho menos las verduras, pero...si acepta, La comida de las monjitas. Os cuento:
Corría el año 1953, (esto parece el principio de una novela, pero no lo es). Todo lo que cuento siempre es la pura verdad. Si no que lo diga mi cuñada Pepi.
Como decía. Allá por el verano de este año de 1953, yo era joven todavía y viajaba con un grupo de unas 18 o 20 chicas y dos monjas que nos cuidaban desde Madrid.
 Aterrizamos, bueno, dejamos el tren en Torrelavega, provincia de Santander. Íbamos a pasar 25 días en Cóbreces.
Nos hospedábamos en un colegio de monjas de la Caridad.
Lo pasamos estupendamente. Por la mañana a la playa y por la tarde a pasear por el campo. En aquellos tiempos, no se ahora, los campos eran maravillosos. Muchos árboles frutales, mucho ganado y...un poco justa la comida.
En aquellos años la comida estaba justa en todas partes. Yo no era muy tragona, por lo tanto, no pasaba el hambre que pasaban otras compañeras, es más, nos daban mucha leche y como a mi no me gusta les daba mi parte a varias chicas, digo varias porque tuve que repartirla como buenas hermanitas para no tener que reñir por un tazón de leche.
Como digo antes, lo pasábamos muy bien, pero también como digo, todo tiene su fin y el fin de las vacaciones, llegó.
Siempre que íbamos de viaje, siempre a pueblos ya fueran de mar o de montaña, el último día nos llevaban a la capital de provincia para visitarla, por ese motivo me conozco (lo que era entonces), las 50 provincias española... he dicho.
Aquel año íbamos a visitar la preciosa ciudad de Santander. Santander fue una de las ciudades que más me impactó a mi. Estaba limpia, la playa de El Sardinero parecía que no la había pisado nadie. estaba tan limpia como lo que yo había visto de la ciudad. En el Puerto, aquel día estaba anclado el Trasatlántico "Marques de Comillas" que años más tarde pereció en un incendio. Nos dejaron visitarlo y los marineros se portaron muy bien enseñándonos hasta la sala de máquinas, pero como teníamos que bajar por una escalera que parecía una escala y los marineros estaban todos abajo...la monja que los vio, nos hizo subir a cubierta más que de prisa. (Entonces las chicas no usaban pantalones). Que pillines los marineritos.
Ahora viene lo de la comida de las monjitas:
Las monjas de Cóbreces nos había puesto unos bocadillos para el viaje pero nuestras monjas que nos cuidaban mucho querían que comiéramos caliente pues hasta el día siguiente no llegábamos a casa.
Entonces la madre "Ito" (se llamaba Consuelo, pero nosotras para hacerla de rabiar, la llamábamos " madre Ito". Pues bien, como era muy buena, a pesar de todo, nos dijo que íbamos a ir a comer a un convento, que solo daban un plato aunque se podía repetir tantas veces como quisiéramos. Por lo visto daban de comer a los obreros por 2 pesetas y lógicamente solo había un plato. Pues bien, allí llegamos toda la "tropa".
Había varios obreros comiendo en unas grandes mesas, nosotras como erramos muy "buenas" nos sentamos en una paralela a ellos. ¿Y que había ese día de comida? Pues nada más y nada menos que unas riquísimas "JUDIAS VERDES CON PATATAS".
Nos pusimos moradas, a mi me gustan mucho, rehogaditas, con sus ajitos y bien calentitas...pan no había.
¡¡Que tiempos!! ¡¡Señor!! ¡¡Que tiempos!!
Esta anécdota se la he contado a mis hijos miles de veces, no solo para que se coman las judías verdes, sino para que también sepan, que lo peor de todo, es la falta de PAN.
Y ahora, para no tener a nadie intrigado porque no me gusta el Pan de Higos, ahí va:
También cuando yo era mas bien pequeñaja y habida carencias del pan que menciono antes, mi buena madre, como todas las madres de aquella época, debía de hacer diabluras para darnos de comer a los 7 niños. Muchas veces nos daba para merendar el dichoso "Pan de Higos" y yo...Cuanta tirria le tomé.
Ahora no lo como ni por una apuesta.


20 comentarios:

  1. Gracias por contarnos tus anécdotas. Pues a mi me gusta el pan de higos. Que rico! :)
    Un abrazo.

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    1. Seguro que el que tu comes ahora es distinto del que nos daban para merendar en los años 40, jajaja. Yo, por si acaso no pienso probarlo.
      Gracias a ti Alfred por estar siempre ahí.
      Un abrazo bien fuerte.

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  2. Nunca he probado el pan de higos a no ser que me lo dieran de muy pequeña y no lo recuerdo.Que suerte tenías con tantas excursiones de tu colegio, yo sólo recuerdo dos excursiónes de mi cole: una fue a Cervera (una ciudad de Lérida) para ver la representación de la Pasión de Cristo pues tenía mucha fama, la verdad que me gustó mucho; la otra fue a otro pueblo que no recuerdo cual fue y era para hacer ejercicios espirituales...... pero eso de ir a la playa con las monjas de mi cole era impensable. A mí me es imposible comer alubias ¡¡¡¡no las soporto!!!! así que ya sabes que si me invitas a comer no me las pongas porque si lo haces te pongo yo a tí pan de higos cuando te invite:-)) Besicos

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    1. Creo que es una suerte si no has comido nunca Pan de Higos.
      Mis viajes con las monjas no eran con el colegio. Yo iba a un Centro Religioso todas las tardes de los domingos de todo el año, o sea, de Octubre a Junio como el curso escolar. Estábamos concentradas en glandes salones y un bonito jardín, después, como es lógico teníamos una especie de Catequesis, después de la merienda cada una a su casa. Mi madre se enteró porque ella también iba a catequesis una vez a la semana, me animó y yo, que además me gustaba, le hice caso. Las que no faltábamos en todo el curso éramos premiadas con 25 días de vacaciones que pagaban gentes de un buen nivel económico, es por eso, quizá, que las monjas fuesen más amables de lo normal. Nosotras las hacíamos de rabiar, pero siempre nos perdonaban, jajaja...¡Que remedio les quedaba!
      Del otro tema de las judías, seguro que no te las pondré si vienes a mi casa, aunque solo sea para que tu no me des el dichoso Pan de Higos.
      Un besito Charo

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  3. Interesantes recuerdos de aquella España de la escasez, yo fui a un colegio de Jesuitas y recuerdo que la única excursión al campo
    fue a un monte cercano que estaba a 15 kilómetros del colegio.
    Yo de niño no fui capaz de probar el tomate, hasta los 22 que empecé a comerlo en ensalada.
    Un abrazo.

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    1. Ya he contado a Charo como me ganaba mis viajes, porque ya sabes que, te los tenías que ganar. Con el colegio lo más que recuerdo es haber ido a la Dehesa de la Villa, como verás tampoco era muy lejos.
      Un abrazo Matías.

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  4. A nosotras nos ponìan siempre sopa y llegó a gustarme. Un beso

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    1. La sopa no faltaba nunca cuando yo estuve en Cóbreces, tampoco unas enormes sardinas que yo no había visto nunca tan grandes y leche, mucha leche.
      Un besito Susana.

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  5. Siempre quedan cosas que nos disgustaban comer en el recuerdo y en el rechazo! Cuánta gracia para contarlo, Ma de los Angeles, hermoso tu relato nostálgico, y te cuento que mi hijo más chico no probaba ni una lechuga y ahora come verduras al por mayor, gasto más que en carne, por suerte, un abrazote!

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    1. En aquellos años, cuando yo era una "preciosa niña", había carencias de muchas cosas. Siempre he comido de todo, pero aquel Pan de Higos...no se me olvida.
      Ahora no se ve mucho en los supermercados, solo en Navidad como cosa exquisita, pues bien. La última Navidad cuando fue mi hijo a hacer la compra vino muy contento y me dijo.
      -He comprado Pan de Higos a ver si es tan malo como tu dices.
      Yo le dije que malo no era pero que ya se lo podía comer el todo.
      Venía muy bien empaquetado y con bonitos envoltorios, lo abrió, y dijo:
      -Tienes razón, esto está asqueroso, jajaja.
      Quizá seamos un poco raros, pero el Pan de Higos no va a entrar más en mi casa.
      Un fuerte abrazo María Cristina.

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  6. Yo soy de comer de todo pero a las alubias blancas les tengo una tirria que no las como ni por recomendación del medico.las excursiones las recuerdo con cariño sobre todo Toledo y el Palacio de la Granja de San Ildefonso que me enencantan y me recuerdan algo muy bonito para mi.Un beso

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    1. No es de extrañar que mis hijos no coman verduras, tu por ejemplo no quieres las judías blancas. Esto es porque no has provado las que yo hago, con su choricito, su pancetita, su morcillita...
      Toledo es maravilloso y la Granja tambien.
      Un beso Ana.

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  7. Angeles yo soy de Santander, es una ciudad linda, la llaman la ciudad de la luz, hoy esta preciosa
    Te cuento una anenecdota
    Ahora vivo en l conidad valenciana. Llegue un mes de junio a Alicante, como hacia mucho calor, y me encanta la playa, no quise perder ni un poquito de sol, pero que desilusion, la playa muy sucia, el agua muy caliente, y sucio tambien, pense, en Santander el agua es critalina, olas que juegas con ellas, y aqui parece una piscina climatizada
    salud

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    1. Con mi admiración por Alicante, no tiene ni punto de comparación con Santander y toda la Cornisa Cantábrica.
      Creo que hiciste mal cambio, claro que los "zarpazos" que da el mar Cantábrico, no son tan lentos como las aguas alicantinas.
      Yo siempre voy de vacaciones a la Comunidad Valenciana, concretamente a Oropesa del Mar. Pues a mi hijo le gusta mucho lo caliente que están estas playas.
      Un besito mjesus.

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  8. Hola Mª Angeles, me encanta cuando nos cuentas estas anécdotas tuyas, tuviste suerte entonces dentro de lo que cabe y conocer tantas ciudades, las monjas a las que fui yo no hacían esos viajecitos:), lo que dices de tus hijos les pasa a mucha gente que no les gusta comer verduras y pescado, pero bueno con el tiempo como le paso a tu otro hijo mira lo que pasa, a una de mis hermanas tampoco le gustaba los macarrones y después de casada se comía todo:), así es la vida:)
    Lo del pan de higo me encanta, con lo bueno que esta con su almendrita y todo, pero cuando se le coge manía a una cosa...

    Besos.

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    1. Piruja, el pan de higo que tu comes ahora no es el que yo comía entonces. Aquello no tenía almendritas y yo lo "espulgaba" por ver si encontraba algún "habitante". Mi madre decía que era un melindrosa.
      Los viajes con las monjas eran un premio por no faltar en todo el curso, los domingos, a la catequesis. Creo que nos lo teníamos bien merecido.
      Un besito guapa.

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  9. Yo tampoco he probado el pan de higos, pero claro, tampoco suelo comer mucho del normal.
    Es verdad que cada vez comemos peor a cada generación que pasa, al menos en mi casa.
    Yo he sido muy "tiquis" para comer siempre, y ahora, a mis 34 llevo varios años comiendo un poco más de todo.
    Nathan, mi hijo de 12 años, lo sacas del arroz, los macarrones y del pollo...y casi que lo matas!!
    Como se nota que no han pasado penurias, sino, como decía mi abuelo... verías que rápido se nos quitaba la tontería a todos.

    Un beso
    https://similocuramedeja.blogspot.com/

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    1. Tu hijo tiene muy buen gusto, a nosotros tambien nos gustan esas cosas, o sea, el arrocito, los macarrones y el pollito. En casa comemos mucho pollo pues nos gusta mucho.
      En mis tiempos querida Zhura, pues tu eres muy joven, como te decía, entonces no había ni se podía comprar apenas cosas.
      Si quieres probar el pan de higos, creo que lo hay en los supermercados, pero no me invites, jajaja.
      Un beso y otro a tu mocito que tanto le gusta el pollo

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  10. ¡Qué historia más tierna y llena de sensibilidad! me ha llegado al alma, no conozco el pan de higos, aunque estos me encantan y más si se cogen en el amanecer de la misma higuera como hago en vacaciones.
    Yo también me eduqué con monjas, pero estas no eran tan modernas, no hacíamos viajecitos, ni nos sacaban del colegio. Esto ocurría unos años más adelantes y quizá ya no eran tan generosas.

    Un abrazo con mi cariño.
    Ángeles

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    1. Pues creo que lo venden en los supermercados, sobre todo por Navidad con almendras y todo, como dice Piruja. Ya me contarás si lo encuentras y te gusta.
      Lo de las monjitas era un premio que nos ganábamos a pulso, pues íbamos todos los domingos del año a un Centro Religioso y la que no faltaba pues iba de vacaciones pagadas.
      Seguro que eres muy joven y no sabes que en aquellos tiempos, tanto la iglesia como nuestros padres nos tenían muy controlados, esta era una manera de tenernos los domingos recogidas. No por ello creas que iba a la fuerza, no, yo iba muy contenta y cuando termo naba el curso, lo primero era mirar las listas a ver quienes íbamos y a donde. Todo ello me trae muy buenos recuerdos. Fui a este Centro todos los domingo hasta que me casé.
      Como verás, todo ello me da para contar muchas cosas de entonces y que a muchos de vosotros os gustan.
      Un besito cariñoso Ángeles.

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