Siembras ajos, recoges ajos. Siembras lechugas, recoges lechugas. Siembras amor...seguro que recoges con creces mucho amor.
Una mañana una mujer bien vestida se paró frente a un hombre desamparado, quien lentamente levantó la vista y miró claramente a la mujer que parecía acostumbrada a las cosas buenas de la vida. Su abrigo era nuevo. Parecía que nunca se había perdido una buena comida en su vida. Su primer pensamiento fue: "Solo se quiere burlar de mi", como tantos otros lo han hecho.
Por favor déjeme en paz, gruñó el indigente. Para su sorpresa, la mujer siguió enfrente de él. Ella sonreía, sus dientes blancos mostraban destellos deslumbrantes.
"¿Tienes hambre?" preguntó ella. "No", contestó sarcásticamente. "Acabo de llegar de cenar con el Presidente...Ahora vete."
La sonrisa de la mujer se hizo aún más grande. De pronto el hombre sintió una mano suave bajo el brazo. "¿Que hace usted señora?" Le digo que me deje en paz. Justo en ese momento un policía se acercó. ¿Hay algún problema señora? No hay problema aquí oficial. Solo estoy tratando de ayudarle para que se ponga de pie...¿Me ayudaría? El oficial se rascó la cabeza. Si, el viejo Juan ha sido un estorbo por aquí en los últimos años. ¿Que quiere usted con él? Preguntó el oficial.
Ve la cafetería de allí? preguntó ella. Voy a darle algo de comer y sacarlo del frío un ratito.
¿Está loca señora? se resistió el desamparado. Yo no quiero ir ahí. El oficial le susurro al oído. "Vamos viejo, esta es una buena oportunidad para ti. Finalmente, la mujer y el oficial llevaron a Juan a la cafetería y lo sentaron en una mesa en un rincón.
El gerente de la cafetería se acercó y les preguntó. ¿Que está pasando aquí? Esta señora lo trajo aquí para que coma algo, respondió el policía.
"Oh no, Aquí no, respondió el gerente airadamente. Tener una persona como este aquí es malo para mi negocio.
El viejo Juan esbozó una sonrisa con sus pocos dientes. "Señora, se lo dije. Yo no quería venir aquí.
La mujer se dirigió al gerente de la cafetería y sonrió..."Señor, ¿está usted familiarizado con Hernández y Asociados? la firma bancaria? Por supuesto, ellos celebran aquí sus reuniones y banquetes. ¿Y se gana bastante dinero con esas reuniones? "Y eso que le importa a usted?
"Yo soy Penelope Hernández, presidenta y dueña de la compañía" Oh perdón, dijo el gerente. La mujer sonrió...Pensé que esto podía hacer diferente su trato". Le dijo al policía, que trataba de contener una carcajada. ¿Le gustaría tomar una taza de café con nosotros? No, gracias señora, estoy de servicio. "Entonces quizá una taza de café para llevar?" Si, señora. Eso estaría mejor.
Se sentó a la mesa junto a su invitado, le miró y dijo: Juan ¿Te acuerdas de mí? Juan miró su rostro con ojos legañosos. "Creo que se me hace familiar.
Mira Juan, quizá soy más mayor y también más llenita, pero cuando tu trabajabas aquí hace muchos años vine una vez muerta de hambre. Yo acababa de graduarme en la Universidad. Estaba buscando trabajo pero no pude encontrar nada. Cuando me quedaban los últimos céntimos y me habían echado de mi apartamento, deambulé por las calles. Era febrero y hacía frío, entonces vi este lugar y entré para conseguir algo de comida, dijo la mujer con lágrimas en los ojos.
Ahora me acuerdo¡ dijo Juan. Yo estaba detrás del mostrador de servicio. Se acercó y me preguntó si podía trabajar por algo de comer. "Me dijiste que estaba en contra de la política de la empresa. Entonces tu me diste el bocadillo de jamón más grande que había visto nunca, me diste una taza de café, y me fui a un rincón a comerlo. Tenía miedo de que te metieras en problemas. Cuando miré te vi poner de tu bolsillo el precio de la comida en la caja registradora y supe entonces que todo iba a ir bien. "Así que usted comenzó su propio negocio? dijo Juan.
Si, encontré trabajo esa misma tarde. Trabajé duro y me fui hacia arriba con la ayuda de Mi Padre Dios. Posteriormente empecé mi propio negocio el cual, con la ayuda de Dios prosperó...Ella abrió su bolso y sacó una tarjeta. Cuando termines aquí, quiero que vayas a hacer una visita al señor Martinez. Es el director de personal de mi empresa. Iré a hablar con él y estoy segura de que encontrará algo que puedas hacer en la oficina.Creo que incluso podría darte un adelanto para que compres ropa y conseguir un lugar donde vivir. Si alguna vez necesitas algo, mi puerta está abierta siempre para ti Juan.
Hubo lágrimas en los ojos de Juan. ¿Como le puedo agradecer? No me des las gracias. A Dios dale la gloria. Fuera de la cafetería, el oficial y la mujer se saludaron. "Gracias por su ayuda oficial"
"Al contrario. Gracias a usted. hoy vi un milagro que nunca voy a olvidar...Y gracias por el café.
Me ha encantado esta Historia de agradecimientos y cariños.
ResponderEliminarUna maravilla.
Un abrazo.
Me alegro mucho que te haya gustado Pedro Luis y que mientras lo has leído hayas disfrutado.
EliminarGracias
Un abrazo
Que bonito, yo no he mandado a nadie al paro y mírame, mi huerto debe de estar podrido... en fin, me ha gustado el relato, igual da una pizca de esperanza a cruzarme un día con alguien que me brinde fututo... sniffffffff
ResponderEliminarNo te preocupes que tu también tendrás tu oportunidad. Lo que ocurre es que algunas veces tarda en llegar pero llegará.
EliminarNo llores ni pierdas nunca la esperanza...ya falta menos.
Un besito guapísima
La escena que comenzaste a describir me hizo recordar una película muy vieja "Que Dios se los pague" con Arturo de Córdova, un gran actor, luego se desvió hacia tu relato y fue otra historia, muy conmovedora, Ma.de los Angeles, un abrazo!
ResponderEliminarEn cuanto llegue mi hijo le pongo a buscarme esa película, creo que me va a gustar mucho, ya te lo contaré.
EliminarGracias por tu visita.
Un fuerte abrazo Mª Cristina
María de los Ángeles:
ResponderEliminarCuando algún niño importunaba mi almuerzo o cena en algún restorán, pidiendo limosna, solía darle comida, nunca dinero en efectivo.
A aquellos amigos que veía darles dinero se lo recriminaba, pues no los ayudaban, más bien ayudaban a sus vicios, o a quienes los manejaban.
Lo poco que di en esta vida, sin ningún interés de mi parte, se me retribuyó luego en exceso. Es la pura verdad.
Un gran abrazo.
Veo muy acertada tu postura Arturo. Aquí en Madrid hay mafias, la mayoría de la Europa del Este,(lo digo sin animo de ofender) que ponen a mendigar a toda clase de gente ya sean niños, mujeres, hombres, discapacitados y muchos invidentes.Da mucha pena pero tu tienes razón, si se comen un bocadillo, eso no pueden quitárselo.
EliminarA veces parece que somos duros pero hay que actuar de ese modo.
También tienes razón en que recibes con creces lo que das.
"Dios siempre da el ciento por uno"
Un fuerte abrazo
Una bonita historia que nos muestra una gran lección. Me ha gustado mucho amiga. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.
ResponderEliminarGracias Pepe.
EliminarEncantada de que te haya gustado. Feliz semana y un fuerte abrazo.
Una historia preciosa donde queda patente el agradecimiento algo que hoy en día parece muy olvidado. Cuando se ayuda a alguien se hace sin esperar nada a cambio pero si esa persona que actuó con generosidad sincera alguna vez necesita ayuda es muy raro que se la preste algunas de esas personas a las que ella ayudó.Besotes
ResponderEliminarYa sabes que hay un refrán que dice," Es de bien nacidos, ser agradecidos"
EliminarNuestra historia demuestra lo agradecida que se siente la señora al cabo de los años.
Nunca debemos olvidar a nuestros bienhechores.
Un besito Charo