lunes, 18 de mayo de 2015

La ventana

Había una vez dos hombres enfermos que compartían habitación en un hospital.
Aunque era muy pequeña, tenía una ventana.
Al paciente que estaba junto a ella, le dejaban sentarse cada tarde una hora, en la que describía a su compañero, que solo podía estar boca arriba, lo que veía.
Según contaba, la ventana daba a un parque en el que había un lago, un bosque y, detrás de los árboles, la ciudad.
El hombre acostado escuchaba todas las explicaciones y disfrutaba de cada minuto como si él mismo pudiera verlo.
Una de esas tardes, pensó que porque el hombre de la ventana podía disfrutar de ver lo que pasaba fuera.
-¿Por qué no puedo ser yo quien esté frente a la ventana?, se preguntó.

Y una noche, mientras él permanecía despierto mirando al techo, su compañero se despertó con tos y ahogos y trató desesperadamente de llamar a la enfermera.
El compañero de habitación no hizo nada por ayudarle.
A la mañana siguiente, la enfermera encontró al hombre muerto y se llevaron el cadáver.

Al cabo de un tiempo, preguntó si podían cambiarlo de cama y colocarle junto a la ventana desde la que tanto había disfrutado su compañero.
Cuando lo trasladaron, se asomó por dicha ventana y vio que enfrente sólo había una pared.
El hombre, destrozado, entendió que muchas veces hacemos daño, sin motivo, a aquellos que más se esfuerzan por hacernos la vida más agradable.

Lo peor de todo, es que nos damos cuenta demasiado tarde, o mejor dicho, cuando ya no hay remedio.

4 comentarios:

  1. Una bonita historia donde se encuentran "las dos caras de la moneda", me ha gustado mucho.Besicos

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    1. Gracias Charo, no te he contestado antes porque he tenido una fuerte gastroenteritis.
      Ya estoy casi bien
      Un beso

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  2. Qué gran lección, Ma de los Angeles, para ponernos a pensar, un abrazo!

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    1. Te digo lo mismo que a Charo, no os he contestado antes pues la gastroenteritis me ha tenido mucho tiempo durmiendo.
      Un abrazo María Cristina

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