A veces hay casos que superan a la ficción. En la ficción los autores ya sean directores de cine o escritores de novelas parece mentira las cosas que se inventan y nosotros nos regocijamos y divertimos, viendo la película o leyendo el libro. Lo que no nos damos cuenta es que a veces, ocurren cosas tan dramáticas que nos dejan sobrecogidos.
Hoy traigo dos sucesos relacionados entre si y a cual más doloroso, me lo cuenta una entrañable vecina:
Ahora ya es mayor, pero ocurrió cuando era joven, tenía dos niñas y un marido maravilloso, tan maravilloso, que un día salió de casa hacia su trabajo y ya no volvió, pues había sido víctima de un accidente de trabajo.
Me quería contar la desesperación que sintió en aquellos momentos, pero dice que ya casi lo tiene olvidado, es verdad aquello de que el tiempo todo lo cura, aunque fue gracias a sus hijas que salió adelante, perdió el apetito, descuidaba a las niñas, hasta que una de ellas le dijo:
-Mamá, hoy tampoco comemos?
Me cuenta que en aquel momento sintió tanta pena, de que sus niñas llevaran quince días comiendo pan con chocolate, mientras ella estaba derrumbada en la cama sin querer saber nada del mundo, que se rehízo rápidamente. Mandó a la mayor a comprar un pollo y les hizo una buena comida. Ella se hizo un caldito con los huesos y algo del pollo, pero como tampoco había comido en tantos días, ni siquiera pan con chocolate, le dio tal diarrea, quizá provocada por la grasa, que casi se muere ella también.
Bueno, poco a poco las tres se fueron reponiendo. Las niñas iban a la escuela y ella mientras trabajaba. Lo hacía en casa, pues no quería que cuando las niñas volvieran del colegio se encontraran solas. Ella se dedicó a coser. Hacía cosas nuevas y reparaba viejas. Hizo cortinas y visillos a todas las vecinas, les remendó sábanas y demás cosas que son necesarias en las casas.
Cuando salían a la calle, tanto ella como sus niñas, llamaban la atención de lo guapas que eran y lo bien vestidas que iban las tres. Lo que no sabían sus "adorables" vecinas, es que muchas noches dormía lo justo cosiendo y planchando.
Por supuesto que la pobre chica no se salvó de las criticas vecinales: que como se las apañaba, que con lo que ganara y la pensión de su esposo, no podía alcanzarle para como iban...el caso es que las lenguas de doble filo, no solo la criticaban, sino que empezaron a hacerle la vida imposible.
Murmuraban en la escalera, por los balcones, y decían barbaridades y picardías a voces para que lo oyeran, ella, las niñas y los demás vecinos.
Eran dos desocupadas.
Una tenía su marido emigrante en Suiza. La otra, el suyo era camionero y se pasaba las semanas sin venir a casa. Las dos fueron su mayor pesadilla.
Aunque Madrid es una gran ciudad, a veces es un pueblo pequeño donde todo se sabe. Tal era así, que los demás vecinos del barrio veían con malos ojos a las dos "cotillas".
Por fin el emigrante en Suiza llamó a su mujer y esta se marchó...una cotilla menos...pero a la otra...le aguardaba algo peor que no se le desea a nadie por muy malo o cotillo que sea.
Un fin de semana, como hacían muchas veces, dos de los hijos de esta vecina se fueron con sus abuelos, su tía y su tío (los padres y los hermanos de la vecina cotilla), de excursión.
Mientras estaban cenando ella con su marido y la niña pequeña, vieron en el telediario, el coche de su familia destrozado y los zapatos de su hija en el asfalto.
Murió la madre, el padre, la hija, la hermana, el hermano y quedó gravísimo el hijo, que según dijeron los médicos no se recuperaría jamás.
Al día siguiente el barrio era un hervidero de comentarios y muchos decían que era un castigo por lo que habían hecho con la pobre chica viuda.
Cuando salió a la calle por ver que pasaba con tanto alboroto y se lo dijeron, los que así lo hicieron se quedaron mudos de asombro, pues esta mujer al escuchar lo que había ocurrido, se echo las manos a la cara y dijo:
-Cuanto lo siento, como debe de estar sufriendo la pobre después de perder a tantos seres queridos en un mismo día.
Muchos no comprendieron esta reacción.
Cogió a sus hijas y les propuso rezar por esta pobre vecina que tanto debía de estar sufriendo.
Esta buena mujer sigue viviendo con sus "niñas", ya treintañeras y con carreras universitarias.
Las tres son muy felices y tienen en palmitas a su querida mamá.
HOla. me alegra leer que esta madre y sus hijas, ya mayores, iven felices. Lo mejor es no hacer caso a las críticas... la gente habla por hablar... seguimos en contacto
ResponderEliminarPuedes estar segura, que las tres son estupendas y viven felices.
EliminarPor otra parte, hace más de treinta años que ocurrió esto y las cosas no eran como ahora.
Todo ha cambiado, para bien.
Un abrazo Marta
Cuando el corazón es puro no alberga odio ni venganza, muy buen relato Ma de los Angeles y un saludo a tu querida vecina, un abrazo!
ResponderEliminarMi vecina, primero me regañado, pues dice que ella no es tan buena como yo la pinto, Después, le ha gustado las opiniones vuestras y se ha puesto contenta...hasta me ha invitado a café, jajaja.
EliminarUn saludo María Cristina
Una buena mujer que no guarda rencor por el daño que le han hecho y encima se compadece de la causante de su dolor y además supo hacer de padre y madre y por lo que cuentas lo hizo de maravilla, es un ejemplo a seguir.Besicos
ResponderEliminarSi Charo, ha hecho un buen trabajo con sus hijas, claro que las "niñas" han sido y siguen siendo estupendas.
EliminarMe manda saludos para vosotras que la habéis comprendido.
Un besito
Hola María, me gustaría que visite mi post de hoy! Un abrazo.
ResponderEliminarLo hago en este momento.
ResponderEliminarUn beso