lunes, 10 de abril de 2017

Ocurrió hace muchos años

Hace muchos años existían los pregoneros, yo los he conocido cuando iba al pueblo a visitar a mis abuelos, pero en España ya existían desde hace tiempo, incluso en la época de los romanos. Estos pregoneros estaban divididos en tres clases: los oficiales, los heraldos y los voceadores, estos últimos actuaban por encargo de cualquiera. La tarifa normal era de un cuarto de moneda, de manera que dar "un cuarto al pregonero" significaba pagar sus servicios en voz alta, de cualquier tipo de noticia.
Cuando yo conocí al pregonero de mi pueblo, pregonaba todo: lo mismo decía que había llegado pescado al pueblo, que venían los titiriteros o lo que le mandaba, previo pago, la "tía" Tiburcia que era la cotilla del pueblo.
Aunque os parezca lejano, no lo es tanto, pues yo en una ocasión tuve que echar mano del pregonero:
Hace más de 50 años, yo estaba recién casada, vivía a las afueras de Madrid (hoy un barrio muy elegante por cierto).
Aquel día había estado en casa de mis padres. Me escapaba por la mañana y luego iba mi marido a recogerme después de salir de su trabajo. Nos fuimos hacia nuestra casita, que estaba allí donde "Sansón perdió el flequillo". Tomamos el metro, un tranvía y un autocar. Que era, sin exagerar, como los que vemos ahora en películas del tercer mundo. Este autobus iba lleno hasta los topes. Exagerando un poco.
 Pocos éramos los que íbamos sentados, casi todo mujeres, entonces los hombres eran muy galantes. Yo estaba embarazada de mi primer hijo, mi marido iba de pie a mi lado. Hacía mucho calor, mucho movimiento por los baches que tenía la carretera de Extremadura, no me debía de encontrar muy bien, pues todo me estorbaba. En algún momento deje encima de mi regazo el bolsito...cuando llegué a mi destino...no tenía mi lindo bolsito encima de mí. Empezamos a buscar y ¡Ja!, lógicamente no apareció. No llevaba nada de valor, pero si un hermoso billete de 100 pesetas de los años 50, que sería ahora como 100 euros...
¡Que sofocón me llevé!
Con el revuelo que armé, me aconseja una compañera de viaje que se lo diga al pregonero del pueblo, porque estábamos en Alcorcón, que echara un pregón a ver si aparecía. ¡¡¡La verdad es que éramos más bien tontos!!!
Buscamos al pregonero...dio el pregón... y lo que conseguimos fue...perder 15 pesetas más que nos cobró Agapito, el pregonero.
Después de este percance cuando se lo conté a mi madre, yo llorando y con pocas ganas de irme de vuelta a la casa que tan lejos estaba de mi mamá. Y  mi madre que era única para echar más leña al fuego, empezó con muchos aspavientos a decir:
-¡Como no encontréis una casa más cerca...la niña se muere y lo que viene también!
¡Para que dijo más! A mi marido le caían sudores.
Dinero no teníamos para comprar una casa. Yo con cara de circunstancias y llorosa. Mi madre, erre que erre. Que si estáis lejos. Que la niña de tanto ir y venir se va a marear en el metro. Que se está quedando más delgada. Que esto, que lo otro y lo de más allá.
Yo a todo esto, cada vez ponía mas cara de angustia.
El caso es que mi padre dijo que nos quedáramos allí.
¡No lo tubo que repetir!
Enseguida mi mamá nos arregló el asunto:
Nos dijo que nos podíamos quedar en mi cuarto de soltera.
Nos fuimos," allá donde da la vuelta el aire" a recoger nuestras cosas.
Nos echamos la cama al hombro y salimos corriendo sin mirar atrás, no fuera que nos pasara como a la mujer de Lot, y nos quedáramos hechos unas estatuas de sal.
Yo me "recuperé" rápidamente, el niño nació guapo y hermoso, cuando cumplió 3 añitos, ya teníamos casita propia.
Esta odisea la he pasado yo.
 Hoy, gracias a Dios tenemos una buena casa. un metro cerca, un magnifico autobus con parada a tres metros de casa y por si fuera poco, el tren de cercanías que en menos de media hora nos deja en el centro de la Capital.
Si algún joven lo lee, cosa que dudo, que no se queje tanto si el coche es pequeño, si le han dado un pequeño golpe, si no encuentra aparcamiento a la puerta de casa...en fin...no os quejéis tanto, que tenéis mucho.
¡¡¡Bueno, quejaros lo que queráis!!!

16 comentarios:

  1. Olá Mª de los Ángeles.
    Muito interessante essa atividade dos "pregoneros", que você conta nesta excelente crônica. Como você diz, essa forma de comunicação em pequenas povoações vem de muito longe, da época dos romanos.
    Aqui no Brasil, em lugares pouco habitados havia uma comunicação semelhante, por parte da Igreja Católica, que transmitia certas "notícias", que pelo numero de badaladas o povo entendia.
    Um abraço, Pedro

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    1. Ya veo que no somos nosotros solos los que usábamos tan "primitivo teléfono". Pero no dejaba de ser un método encantador.
      Recuerdo que al sonido de la trompetilla, todo el mundo acudía, sobretodo los niños que como es de suponer siempre estábamos los primeros...¡¡Ay, que tiempos aquellos!!.
      Un abrazo Pedro

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  2. No sin antes aplaudir tu relato, que mas que eso es: una ayuda memoria.Me parece muy didáctico y reminicente, evocando un tiempo que no ha de volver y que muchos tendrán que extrañar y evocar.
    La generación actual es una generación;quejosa e inconforme y esto ¿porque? Por tener demasiado y querer siempre mas. Insatisfechos a ultranza, incapaces de valorar las: comodidades,loe beneficios, las facilidaes. El no darse cuenta de que caminan con el mundo entre sus manos. Basta tener un teléfono móvil, para tener el mundo a tus pies, pero así es el ser humano: Un inconforme pertinaz, insaciable y devorador y por si fuera poco; ansioso hasta para comer y eso: Porque nunca conocieron el hambre y la necesidad y el esfuerzo de luchar por un plato de comida.
    "Nadie es capaz de valorar, lo que nunca sufrió"

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    1. Lo que ocurre amigo Gato, es que nuestros padres nos dieron lo que pudieron. Nosotros a nuestros hijos les hemos dado un poco más. Pero nuestros hijos...Les dan a los suyos más y más y mucho más. Es el caso de los teléfonos. Mis padres no nos dejaban tocar el de casa. Nosotros ya les hemos dado un poco más de libertad, pero estos hijos nuestros, no solo les han comprado un móvil, también un ordenador un iPad, etc.
      De la comida no hablemos, ahora no se puede comer mejor, por lo menos nosotros. Nos sobra el pan, que es lo más importante.
      Bueno, dejemos a los chicos que disfruten.
      Gracias por tus palabras y un besito.

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  3. En el pueblo donde viví mis primeros años también conocí al pregonero, que era el alguacil del ayuntamiento, lo mismo pregonaba los edictos, cuando se perdía algún niño o que el maestro estaba enfermo.
    Los años sesenta todavía fueron duros, sobre todo si miramos atrás cuando muchas casas no tenían agua corriente y la luz la teníamos a ratos. Por suerte la vida ha evolucionado de un modo sorprendente y tenemos una calidad de vida impensable en aquellos tiempos.
    Un abrazo.

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    1. Creo que los pregoneros actuaban así en todas partes y si, tienes razón, muchas veces era el alguacil el que se encargaba de estos menesteres.
      La falta de agua y luz, seguro que nuestros hijos no se lo creen. ¿Te acuerdas las restricciones que teníamos hasta que se hicieron los pantanos? Menos mal que aquello pasó.
      Un abrazo Matías

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  4. Acá estudiamos la época de la colonia, había esos pregoneros también, dando las noticias del día, pero como vos lo contás todo se hace más entretenido, imagino los momentos vividos por vos y tu familia, pero por suerte solucionaron con amor todo, un abrazo Ma de los Angeles!

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    1. Me alegra saber que en muchos sitios también había pregoneros.
      Ya sabes que como soy "una ancianita" tengo mucho que contar. Me agrada mucho cuando me doy cuenta de que no os aburro. Así que..."Yo sigo" como decía aquel maravilloso humorista que se llamaba Joe Rigoli.
      Como bien dices, cuando hay buena armonía las cosas se solucionan bien.
      Un abrazo María Cristina.

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  5. Yo también iba en vacaciones de verano al pueblo de mi madre, en La Rioja, donde había pregonero que era el alguacil, tocaba una trompetilla y se reunía la gente para ver que decía y siempre comenzaba:
    "Por orden del Señor Alcalde se hace saber".......
    Debido a la profesión de militar de mi padre me ha tocado vivir en diferentes lugares: Madrid, Valencia, Barbastro y Zaragoza pero no recuerdo a ningún pregonero en ninguno de esos lugares, solamente en el pueblo de mi madre.Recordar nuestras vivencias pasadas nos llena de satisfacción y comparándolas con los tiempos de ahora había cosas muy positivas que no me importaría nada que volvieran de nuevo....el respeto a los mayores era sagrado y esos juegos en la calle sin tecnologías nos hacían ser más creativos además de pasarlo estupendamente, también éramos más agradecidos y nos conformábamos con cualquier cosilla valorando todo lo que teníamos.Es verddad que ahora tenemos más comodidades pero no hay ningún respeto, todos los valores se han ido al garate y da miedo salir a la calle a ciertas horas, ya ni siquiera se puede tener la llave puesta en la puerta cómo lo hacíamos antes para que entraran los vecinos sin llamar......En fin son otros tiempos con cosas mejores que antaño y cosas peores. Besicos

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    1. Nosotros tenemos muchas más vivencias que contar que nuestros hijos y muchas más que nuestros nietos.
      Ellos no han jugado en la calle como nosotros. ¡¡Que felices con nuestro pan con chocolate!!
      Y cuando nos reuníamos con los vecinitos a jugar al escondite en los dinteles de las puertas, en los cuales hacíamos ruido y salían las señoras regañándonos...cuantos nos hacían reír aquellas diabluras.
      recuerdo que en una de ellas había un enorme perro y, en cuanto nos olía empezaba a ladrar, nosotros no podíamos aguantar la risa cuando salía la señora Paca con la escoba detrás de nosotros.
      Ahora los niños con su moví y demás trastos electrónicos se pasan el día.
      Bueno querida Charo...¡¡¡Que tiempos!!!
      Un besito guapa.

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  6. Recuerdo lo de los pregoneros, por haberlo visto en los pueblos, aquellos de..."Por orden del Sr. Alcalde..."
    Una anécdota que te quedo en lago divertido. :)
    Un abrazo.

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    1. ¡Todos los recordamos! ¡Que pena que nuestros hijos no sepan siquiera que han existido!
      Ahora lo veo divertido, pero en aquél momento...
      Un abrazo Alfred.

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  7. Si que nos quejamos demasiado. Un beso.

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  8. Se quejan sobretodo los que tienen mucho y bueno...¡¡Que le vamos hacer!!
    Un beso Susana.

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  9. Los pregones una costumbre de antaño, es importante conocer las tradiciones y costumbres que marcaron una época de nuestra juventud. Recuerdo que todo el mundo salía a la calle para escuchar el pregón. Gracias por recordarnos esos momentos casi olvidados.
    Abrazos con el corazón.

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  10. Te imaginas ahora un señor pregonando que alguien ha perdido su perro? O, como en el caso de mi pueblo anunciando que había llegado pescado desde Madrid ?...
    La verdad es que es una pena que nuestros hijos no sepan cuantas cosas se han perdido, aunque ahora tengan cosas mejores.
    Un fuerte abrazo Cristina.

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