Campo de arroz de Valencia
El campo de arroz al que se refiere la leyenda que nos ocupa creo que era de Japón, pero como ni he ido a Japón, ni pienso ir, yo me he buscado un campo cercano a mi, o sea, valenciano.
Según me ha contado nuestro amigo Juan, digo nuestro porque ya es de todos los que me leéis. Y no queda aquí la cosa, pues este fin de semana que fuimos invitados a su casa, donde había otros amigos suyos, no se les ocurrió otra cosa que ponerme de compañero de mesa, nada más, y nada menos que...a un abogado criminalista. Ni que decir tiene que, además de charlar le estuve preguntando cosas. Cuando Juan se percató de nuestra charla, le advirtió: -No le cuentes mucho que luego lo publica.
El abogado que se llama Roberto, preguntó que si yo era periodista, pues según él los odia. Juan le respondió:
-No es peor, tiene un blog.
Yo le prometí que solo diría lo que él me autorizara. Por lo tanto, preparémonos para, además de tener a un Psicólogo, vamos a tener un abogado para enterarnos de primera mano de algunos "asuntillos" (si me cuenta algo, claro está).
Como me vio mayor, se empezó a fiar de mi...Esto va bien.
Las niñas de Juan pidieron permiso para levantarse de la mesa. Son 5, ¡que ya son niñas! Como se imaginó lo que pensábamos dijo que a ver si a la 6ª viene el niño. Su esposa se levantó de la mesa corriendo y dijo que se iba a casa de su madre. Todos nos reímos un rato, pues la verdad es que fue a la cocina a preparar el café. Y ahora dejo la tertulia y voy a contar lo que a su vez contó el amigo Juan, pues no pierde la ocasión de dar clase aunque sea en su casa con invitados.
EL CAMPO DE ARROZ
Un maestro dejó a uno de sus discípulos un arrozal para que lo trabajara y cuidara durante tres años.
Al finalizar el primer año, el profesor se acercó al campo para comprobar la cosecha y verificó que había sido muy buena.
Su alumno le contó que el secreto había sido proveer a la tierra de todo el agua que necesitaba. Transcurrió el segundo año y resultó que la cosecha fue todavía más abundante que la del anterior. Esta vez, el discípulo comentó al maestro que durante todo el año había abonado convenientemente el campo.
Así llegó al tercer año, y el mentor se dirigió al arrozal para comprobar los resultados obtenidos, pero se llevó un gran disgusto. Resultó que el pupilo, entusiasmado con lo producido en años anteriores, abonó y regó demasiado la tierra y, aunque ésta dio muchísimo arroz, era tan pequeño y frágil que no servía para venderlo. Por tanto, fue una cosecha inútil. Entonces, el maestro dijo a su discípulo:
>>Esto es lo que quería que aprendieses, porque lo mismo pasa con las personas. Fortaleces a alguien cuando le ayudas un poco, pero si le ayudas demasiado, lo debilitas<<. Así que es bueno echar una mano a los demás, pero sin pasarse, porque podemos provocar que se acomoden y no sean capaces de salir adelante por ellos mismos.
En este momento que terminaba de darnos "la murga", llegó una de las niñas y dijo:
-Papá, deja ya de darnos la vara que mamá trae los pasteles...
Se me olvidaba decir que Juan ya es Catedrático en Psicología. Otro día contaré como le conocí.
Amiga que buena reflexión con esto del arroz jejejeje ya veo que te la pasaste muy bien en esa cena, como siempre es un gran agrado leerte amiga. Cariños feliz martes.
ResponderEliminarHola Gladys: lo pasamos muy bien. Me alegro que te guste lo que escribo, algunas veces echo mano de las cosillas que me cuenta Juan que siempre son muy instructivas.
EliminarUn fuerte abrazo.
Buen consejo!
ResponderEliminarUn abrazo.
Espero que algunos lo hayan recogido.
EliminarUn abrazo Alfred.
Ay Ma de los Angeles, esa lección la aprendí hace muy poco, pero valió la pena (no des tanto pescado, enséñales a pescar) Muy graciosa tu anécdota en la reunión de Juan, y ahora tenés a otro columnista especializado, Roberto! jajaja. Un abrazote!
ResponderEliminarSi querida María Cristina, pero el abogado no soltó prenda, por mas que le preguntaba, él me decía:
Eliminar-Ya te contaré algún caso que no tenga mucha trascendencia, no sea que nos metan en la cárcel a los dos.
¿Te imaginas la mala fama que tengo?
Resulta que Juan ya le advirtió. Pero estoy segura que al final nos haremos buenos amigos.
Un fuerte abrazo, guapa.
Una vez más, me has contado una historia con moraleja que no sabía pero bien cierta que es!
ResponderEliminarEn cuanto a mujer de Juan.... no me extraña que quiera huir! jajajaja que valientes con 5! tengo yo uno y ya no pienso repetir.....
Un beso muy grande!!
Tienes toda la razón respecto a los niños. Con uno ¡basta!
EliminarLa leyenda o historia, me la contó el bueno de mi amigo Juan, yo aprovecho y la cuento aquí. Algunas lo saben, pero otros quizá no la recuerdan y para eso estoy yo...
Un beso bien fuerte amiga Zhura.
Es cierto, pero cómo sabes cuándo dejar de ayudar? Un beso
ResponderEliminarCuando hayan comprendido, sepan hacer las cosas y puedan valerse por si mismos. Claro que esto seguro que dura mucho...
EliminarUn beso Susana.
Te rodeas de amigos estupendas que te cuentan historias fantásticas y esta del arroz es muy buena.Besicos
ResponderEliminarSi Charo, ahora tengo uno nuevo pero creo que es duro de roer, claro que seguro que le saco algo para poder contarlo.
EliminarSi no es así, siempre tengo a Juan, que este me cuenta cosas y yo a él.
Un besito.
Una historia interesante aunque también se puede interpretar como avaricia, intentando obtener cada año mas beneficio.
ResponderEliminarInteresantes amistades y tertulias.
Un abrazo.
Entre historias y sucesos vamos pasando un poco el rato cuando nos reunimos y si es con buena comida, mejor que mejor. Las leyendas siempre tienen algo de verdad, cada uno la interpreta a su manera.
EliminarUn abrazo Matías.
Una gran verdad. Ayudar es algo muy gratificante, pero hay que hacerlo en su justa medida, como todo en la vida. Todo exceso es dañino.
ResponderEliminarInteresante tu almuerzo en casa de Juan. Por supuesto que; a pesar de estar rodeada de doctos, el alma de la fiesta eras tu. porque en relato y técnica del arte de hablar y escribir, son pocos los que pueden competir contigo.
Un besote y un fuerte abrazo.
No me seas exagerado querido José Luis. Al lado de gente tan sabia poco podía hacer ni decir yo. Si me respetan es por la edad y porque está siempre a mi lado mi hijo tan alto y tan fuerte, que, quizá les de un poco de miedo.
EliminarTu siempre eres muy benévolo conmigo, cosa que te agradezco.
Te mando un fuerte abrazo y un beso.
Hola Mª Angeles, que bonita reunión la que nos cuentas y ya te imagino sonsacando al abogado jeje, y la leyenda esta muy bien con la moraleja que nos deja que tiene muchísima razón, como se suele decir, lo poco gusta pero mucho ya se pasa.
ResponderEliminarEspero que estés mucho mejor.
Besos.
Querida Piruja, la reunión estuvo muy bien pero el abogado se me resiste, no es tan parlanchín como Juan, claro que este, como maestro que es se pasa el día charlando y le cuesta poco seguir dando clase aunque sea en su casa, en la mía o en el tren.
EliminarPiruja, si, estoy bien...Ah, se me ha olvidado la receta de los garbanzos, te llamo y me la das.
Un besito guapa.
Hola Mª Ángeles, espero que ya estés mejor de tu espalda. Es una leyenda encantadora, esas reuniones siempre son gratificante reunirse y cambia opiniones. Siempre es bueno echar una mano, pero con moderación.
ResponderEliminarAbrazos cariñosos.
Muchas gracias, el dolor se me pasó pues me puso mi hijo unos electrodo y chica, mamo de santo, como suele decirse.
ResponderEliminarTienes razón, las tertulias son siempre muy agradables.
Un fuerte abrazo querida Cristina.