lunes, 22 de julio de 2019

Mi amiga La Samaritana

 
 
 

                        Invernadero hecho donde hace años llegaban trenes.

Ya quisiera ser yo la mitad de buena que son mis amigos. Ya sabéis muchos como es Victor, pues bien, esta amiga de la que os voy a hablar, es igual de buena persona cuando se trata de ayudar a alguien y mucho mas si es con mendigos.
Más de una vez cuando hemos ido a visitar a Jesús de Medinaceli, donde, no se de donde salen tantos mendigos, me ha dejado plantada para ir a comprar algún bocadillo y una lata de refresco para algunos de ellos.
En cierta ocasión que llegamos cuando la iglesia ya estaba cerrada y viendo solamente a un hombre en la puerta pidiendo limosna, enseguida me dejó sola, como de costumbre, entró en una tienda, compró el consabido bocadillo con su lata de refresco y cuando salió a reunirse conmigo, el buen hombre había desaparecido.
Como ya eran más de las 2 de la tarde, dimos la vuelta a la esquina y vimos un mendigo que no era el que buscábamos. Sin decir nada, le plantó la comida en la mano, yo le di una moneda y nos marchamos. El hombre se quedó mirando lo que le habíamos dado, perplejo. Cosas como esta las ha hecho, las hace y seguro que las hará.
Lo que voy a contar ahora ha sido con su autorización, porque esto, ya riza el rizo.

Me ha contado que estando ella y su marido en la estación de Atocha haciendo cola para sacar billetes para el AVE, se sentó, pues la espera era larga.
De pronto, ve que la señora que estaba a su lado se inclina hacia adelante. Ella le pregunta si se siente mal y esta le dice que si, que donde hay un servicio que va a vomitar.
Sin pensárselo dos veces le dice a su marido que va con la señora a los servicios. Él, conociéndola le dice que a ver si se va a meter en un lío. Total, no hace caso y acompaña a la señora o señorita a los servicios de la estación.
Rapidamente la mujer entra, cierra con cerrojo y empieza a vomitar, o por lo menos eso parecía. Mi amiga le dice que no cierre pues si se marea ella no podrá ayudarla. La mujer abre la puerta y mi amiga ve que los dedos de las manos los tiene desplazados hacia un lado...sigue vomitando.
Cuando salen del servicio se les cerca un señor que dice ser policía y pregunta que le pasa. La mujer empieza a decir, me muero, me muero.
Este hombre con mi amiga buscan una farmacia. La hay en la misma estación y a ella se encaminan.
Nada más entrar, el policía se identifica y le dice a la farmacéutica que cierre la farmacia al público, así o hace mientras la mujer solo decía, me muero, me muero. En esto, el policía le dice:
-Tu no te vas a morir.
Saca una bolsa de plástico, la infla y le dice a la enferma que respire. Esta lo hace, mientras tanto, el hombre saca un Walkie Talkie, hace una llamada y mientras la enferma se va recuperando y sus dedos se van quedando normales, aparece una ambulancia de la Cruz Roja, médicos, enfermeras de uniforme y no se cuantas cosas más.
Por supuesto que acuden policías y acordonan todo el invernadero que está situado en lo que antiguamente era la entrada de los trenes que llegaban a Madrid procedentes de Andalucía y Levante.
A todo esto mi amiga seguía allí pues el "señor policía" la autorizó a estar presente ya que había sido ella la primera en auxiliarla.
Cuando sacaron a la señora enferma para meterla en la ambulancia, mi amiga estaba ya fuera del cordón policial, pero, buena es ella para quedarse sin saber como iba a ser el final de la odisea, pues la señora solo decía que quería ver a sus niñas que estaban en Valencia y allí se dirigía.
Desde una corta distancia, mi amiga le hizo señas una de las enfermeras y le dijo que la señora no podía viajar sola en las condiciones que se encontraba y ella estaba dispuesta a llevársela a su casa hasta que estuviera bien del todo.
 Entonces le contestó que no se preocupara que no iba a viajar sola iría acompañada por un policía.
No obstante, mi amiga le pidió un telefono para interesarse por ella...se lo dieron.
Cuando mi querida amiga, después de ver que todo se había solucionado y fue a buscar a su marido, este, al pie de la cinta esa que ponen para que no pase nadie, le dijo.
-Tu siempre metiéndote en líos, un día vamos a tener un disgusto...¿Has visto la que se ha armado?
Pero no creáis que aquí terminó la cosa, no, al día siguiente, mi amiga llamó por telefono al número que le dieron, habló con la enferma que ya estaba recuperada, según ella en Valencia.
Al preguntarle mi amiga que si había viajado sola, esta le contestó que no, que había ido en el vagón de la policía custodiada por varios agentes...

Mi amiga sigue siendo muy buena e inocente, pero yo, que me veo todas las películas de Colombo, este asunto no lo veo claro.
He pensado que esta señora era una policía de servicio, incluso una espía a la que han tratado de envenenar.
Creo que me voy a dedicar a escribir novelas policiacas a ver si emulo a Ágata Christie.

10 comentarios:

  1. Toda una odisea la que vivió tu amiga y el pobre marido menuda paciencia que tiene que tener.Lo de escribir novelas policiacas es una gran idea y seguro que se te dará fenomenal.Besicos

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    1. Con mi amiga Piluca todos hemos tenido mucha paciencia, tiene un solo defecto, que no acude a las citas a su hora, siempre nos hace esperar.
      Ya te avisaré si me decido a escribir una novela policiaca, jajaja.
      Un besito Charo.

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  2. Menuda historia, esto da para mucho.
    Un abrazo.

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  3. Ja, ja...qué historia! Yo tampoco tengo claro quien sería esa buena señora. ¡Todo un misterio! Muy entretenido el relato, Mª Ángeles. Un abrazo.

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    1. Gracias Rita, por lo menos te he distraído un poco y seguro que sigues pensando en esta buena señora tan misteriosa.
      Un beso.

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  4. Creo, Ma de los Angeles, que se trata de algo muy diferente, se da mucho por acá, personas que tragan bolsitas con droga y las llevan en su organismo hasta el lugar donde se las extraen, no quiero saber cómo! Pero a veces se descomponen porque exageran con la cantidad, me parece que fue el caso de esta señora, de ahí el revuelo y la custodia policial. Y no le dijeron nada a tu amiga porque se dieron cuenta que no tenía nada que ver con el asunto, creo que se salvó de un gran problema. Un abrazote!

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    1. Quizás tengas razón pues ahora hay mujeres que se dedican a hacer cosas muy raras. Mi amiga se podía haber metido en un buen lío. Menos mal que todo salió bien.
      Un fuerte abrazo María Cristina desde el caluroso Madrid.

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  5. Menos mal que hay gente en el mundo como tu amiga, porque con tanto mal que hay suelto, algo de luz siempre va bien.
    Yo alguna vez también he comprado bocadillos a indigentes, porque he tenido épocas malas y si fuesen peores me gustaría que alguien me tendiese la mano, así que yo intento hacer lo mismo.

    Un besazo!

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    1. Espero que nunca más tengas épocas malas, si fuera así, aquí me tienes.
      Las personas que sois tan buenas siempre tendréis la ayuda de Dios.
      Un beso Zhura desde el caluroso Madrid,

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