Creo que esta fábula nos enseña que no nos debemos fiar de nadie, mucho menos de los que se creen amigos.
Un Búho se había vuelto muy malhumorado, quizá tenía sus razones, y era difícil de complacer a medida que crecía, Eso nos pasa a muchos de los mayores que ya no tenemos ganas de bromas y mucho menos si son pesadas. Sigamos con nuestra fábula:
Una cálida tarde de verano, mientras dormitaba en su viejo roble, un saltamontes comenzó a entonar una canción alegre.
-Aléjate de aquí, bicho. ¿Acaso no tienes modales?, le gritó el búho al saltamontes. Este le respondió que tenía tanto derecho a su lugar en el sol como el búho, así que siguió con su melodía. El viejo búho sabía muy bien que no sería bueno discutir con el saltamontes y le habló muy amablemente:
-Bueno, amiguito. Si debo permanecer despierto, me acomodaré para disfrutar de tu canto. Ahora que lo pienso, tengo un vino maravillosos aquí. Ven y prueba esta deliciosa bebida conmigo.
El tonto saltamontes fue cautivado al instante por las palabras halagadoras del búho. Subió de un salto a su guarida pero, tan pronto estuvo lo suficientemente cerca para que la vieja ave pudiera verlo claramente, ésta se abalanzó sobre él y se lo comió de un bocado.
Esta historia debe servirnos para darnos cuenta de que la adulación no es una prueba de verdadera admiración, sino una trampa que se aprovecha de tu propia vanidad. No permitas que los halagos te hagan bajar la guardia contra un enemigo.
El pobre saltamontes fue un tonto, pero quizá muchos hubiésemos hecho lo mismo...
Muchas gracias a todos los que me seguís por Facebook.
Hay gente que es maestra en adular. Un beso
ResponderEliminarYo algunas veces me gusta cuando me alagan. Pero siempre se cuando es de verdad.
EliminarUn beso Susana
Los halagos me ponen incómoda, nunca me gustaron, muy buena la moraleja, espero que ya estés bien, un abrazote Ma de los Angeles!
ResponderEliminarA los que adulan sin motivo, se les ve el plumero y no hay que creerlos...pero hay muchos.
EliminarUn fuerte abrazo María Cristina
No conocía esta fábula y me ha gustado mucho.Me molestan extraordinariamente los halagos y he podido ver muy de cerca cómo personas muy "trepas" halagaban a sus jefes para lograr sus propósitos y siempre salieron beneficiados porque existen personas que les agrada mucho esos halagos y encima les caen mal esas otras personas que ni les halagan ni se rinden antes sus gracias o sus chistes. De verdad Mª Ängeles que lo he vivido y sufrido en primera persona.Besicos
ResponderEliminarHay muchos aduladores y otros que les gusta la adulación. Uno de mis hijos cuando estaba haciendo la carrera en la Universidad de Alcalá de Henares, me contaba que cuando salía el catedrático por el pasillo iban los "pelotas" dándole la coba. Tambien me contaba que estos, se hacían la carrera de pasillo, o sea, adulando a los profesores.
EliminarMejor que lo dejemos. Un fuerte besito amiga Charo
No hago caso a los halagos, muchos son falsos. Besos.
ResponderEliminarPues cuando yo te digo que haces unas fotografías fantásticas es cierto, quisiera que vieras las que yo hago.
ResponderEliminarUn beso Teresa
May these 3 mighty intercessors ask the Lord Jesus to heed the grace that I ask very urgently, amen ém
ResponderEliminarNo se a que intercesores te refieres, pero así sea.
ResponderEliminarSaludos