martes, 6 de julio de 2010

c. Toro

Hoy he estado en el viejo Madrid. !Mira que es hermoso¡ Casi sin pensarlo me he encontrado en la calle Bailen. Como iba sola no he entrado en "El anciano". donde ponen ese vinito dulce acompañado de ricas galletitas, otra vez será. He seguido hacia la calle Segovia y de pronto me he encontrado en la calle del Toro, junto a la plaza del Alamillo.
La calle del Toro en Madrid no fue nombrada así por los encierros que en siglos pasados se celebraban en el barrio, si no que cuentan que uno de sus vecinos de la calle colgaba de su ventana unas astas de toro con el fin de atemorizar a los transeúntes, imitando el bramido del animal.
Cuenta otra de las leyendas que gobernaba Madrid el moro Aliatar, enamorado de la bella mora Zaida, y para conquistarla organizó unos juegos y festejos en la plaza del Alamillo.
Comenzó la fiesta de alancear un toro, resultó el astado barvísimo, y cada moro que intentaba clavar su lanza al animal, terminaba volteado y por los suelos.
Apareció un caballero cristiano que quiso probar suerte y Aliatar se lo permitió pensando que correría la misma suerte que los demás. Pero el caballero alanceó al toro con gran precisión y acabó con la vida del animal.
El caballero se desprende del casco y enseña su rostro: era El Cid Campeador.
Tras su victoria, el caballero abandonó la ciudad, pero ya había inflamado el pecho de la bella Zaida que, enamorada del cristiano, mandó disecar la cabeza del toro en recuerdo y colocarla en la fachada de su casa (en la actual calle del Toro). Cuentan que cada vez que Zaida suspiraba de amor, el toro mugía...
Para mí, que al moro no le cabían en el turbante...aunque solo fueran de pensamiento.

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