lunes, 7 de abril de 2014

Tengamos paciencia

La zorra golosa.
Había una zorra que vivía en un bosque muy frecuentado por cazadores. Aunque era muy recelosa y huía a esconderse cuando presentía algún peligro, solía merodear a su alrededor porque sabía que traían buenas viandas y casi siempre dejaban algún resto.
Pero cual fue su sorpresa cuando un día descubrió que había algo más que las sobras: en el interior de un tronco hueco habían escondido un cesto lleno de deliciosa comida, para saborearla cuando acabasen la dura jornada de cacería.
Fue tal la tentación  que, en cuanto los hombres desaparecieron de su improvisado campamento, la zorra golosa se lanzó sobre el tronco hueco y metió la cabeza para sacar la comida.
Como vio que no alcanzaba, no dudó en introducir todo el cuerpo dentro y así empezó a devorar el suculento banquete.
Una vez hubo dado buena cuenta de todo, intentó salir del tronco  pero su barriga se había hinchado tanto que, por mucho que insistió, no lo consiguió.
Aterrorizada, empezó a lanzar gritos de auxilio hasta que otra zorra que pasaba por allí se acercó a ver qué pasaba.
Tras contarle lo que le había sucedido, la compañera le dijo:
>No malgastes energía lamentándote. Solo tienes que esperar a que tu barriga vuelva a su tamaño para escaparte<.
Y es que, si tenemos paciencia, nos será mucho más facil resolver los problemas.

6 comentarios:

  1. Buen cuento y moraleja.
    Besos, buena semana

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    1. Hola Verónica, espero que estés pasando bien la semana, como siempre te doy las gracias por tu visita y espero distraerte con sucesivas entradas.
      Un beso

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  2. Mª de los Ángeles, gracias por tu visita. Interesante moraleja!
    Yo también te dejo un abrazo desde Madrid.

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    1. Gracias por tu visita Universo. Me ha ilusionado saberte de Madrid, yo estoy en Coslada.
      Un fuerte abrazo

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  3. Cuánta verdad Ma de los Angeles, a veces nos mata la impaciencia, cuando si esperáramos un tiempo razonable algunos problemas se diluyen solos, un abrazo y gracias por le relato!

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    1. Creo como tu, que a veces pecamos de impacientes, no dejamos hablar, no nos dejamos aconsejar...en fin...así nos va.
      No me tienes que dar las gracias, me encanta buscar cosas que os hagan un poco felices.
      Un fuerte abrazo María Cristina

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