lunes, 18 de agosto de 2014

La venta del alma

Antes de la llegada de los modernos medios de transporte todas las vías de comunicación en Castilla, estaban jalonadas de ventas: típicos establecimientos que ofertaban comida y alojamiento a los viajeros. En la ciudad de Toledo existieron bastantes ventas en los caminos. La que hoy nos ocupa era una venta llamada "Venta del Alma". Parece que ya en el siglo XVII se dedicaba a dar servicio a los caminantes.
Eran muchos los caminantes que paraban en esta venta. Y no era seguramente por el buen vino que se despachaba ni las comodidades del buen Gaspar, era su hija, la hermosa Laura; que con su mirada de fuego y su eterna sonrisa atraía a su puerta, desde el orgullosos señor que detenía su caballo para saludarla, llevando un mundo de lascivos deseos, hasta el humilde traficante que ataba a la reja su jaca y pasaba horas sentado mirándola con la tristeza del que sueña con lo imposible.
Muchos de los clientes llegaron a confesarle lo que sentían; pero la hija del ventero se reía lo mismo del escudero que la requebraba, que del caballero que la ofrecía su porvenir y su fortuna.
Siempre alegre, ni aún sus mismos padres habían visto una lágrima en sus ojos. Se levantaba con la aurora cantando como los pájaros y solo cesaba de cantar cuando el cansancio cerraba sus párpados.
Un día, Laura se levantó más tarde que de ordinario; apenas quiso probar nada del almuerzo y ni una sola canción se le oyó durante la mañana. Cuando su padre le preguntó que le pasaba, ella hizo un esfuerzo para sonreírle, le echó las manos al cuello y le dio un beso y echó a correr hacia su cuarto dejando escapar sus primeras lágrimas.
Aquella noche, cualquiera que hubiera pasado por el camino, habría visto en la ventana una blanca figura con la mirada fija en el horizonte: era Laura que comenzaba a comprender demasiado tarde la amargura de la vida y sufría las consecuencias de su buena fe.
Pasó algún tiempo y la murmuración fue haciendo presa en la familia. entre algunos caminantes solían oírse diálogos como estos:
-¿Qué te parece, Jaime, será verdad lo que dicen?
-Hombre yo no sé, pero a Laura le pasa algo. ella ha ido perdiendo poco a poco el color de las mejillas, ya no se la oye cantar y cuando le decimos algún piropo, calla y sonríe de un modo que parte el corazón al mirarla. ¿Crees que está enamorada?
-¿Tu no te acuerdas de un muchacho, alto, que hace dos o tres meses venía todas las tardes al ponerse el sol y que pasaba como criado de los condes de Gama? Yo no se por qué, pero nunca he creído que lo fuese; siempre que le observaba se cubría la cara con la capa y creo que no era hijo del pueblo.
-Una tarde, yo estaba arreglando el aparejo de la mula, sentado en el poyo de la venta con un jarro de vino y Laura de pie, apoyada contra el marco de la puerta ella estaba mirándole, tenía sus ojos tal expresión que yo sentí el amor, el murmuró algo que yo no pude entender pero que dejaba adivinar el desdén, ella volvió a inclinar la cabeza hacia el suelo conteniendo una lágrima. Desde ese día, él no ha vuelto a aquella casa ni el color a las mejillas de Laura.
-Pobre muchacha.
Laura, fiada en la promesa de Martín, había esperado en vano, pero los meses iban pasando y las consecuencias se iban haciendo visibles y su amado padre moriría de vergüenza.
Mandó a un criado de confianza en busca de Marín, pero este le dijo que la había engañado ya que nadie sabía donde vivía ni nadie le conocía.
A la mañana siguiente, asustados por su tardanza, llamaron a su cuarto, estaba muerta.
Aquel mismo día, cuando el cadáver de Laura salió al camino entre la multitud que lloraba su muerte, las puertas de la venta se cerraron para siempre. El ventero triste y cabizbajo no volvió a aparecer por allí.
Algunos días después, un ermitaño que volvía a su casa, al pasar  cerca de la venta, le pareció que desde la ventana oyó a una mujer cantar , puso atención y pudo oír los dos últimos versos que decían:
El me prometió venir
Y cumplirá su promesa.
El ermitaño reconoció la voz de Laura y asustado corrió hasta que desfallecido llegó a su casa.
La Venta del Alma, como siguió llamándose desde aquel día, fue durante mucho tiempo el terror de la comarca.
Pasó un año; ya la gente había empezado a olvidar a Laura, cuando una noche los dueños de otra venta cercana. sintieron el galopar de un caballo: lo avanzado de la hora y el temor que tenían los toledanos, hizo que se asomasen a la ventana, pero cuando lo hicieron caballo y caballero se perdían en un recodo del camino.
A la mañana siguiente la población se levantó horrorizada: a la puerta de la Venta del Alma había un cadáver. Los que antes le habían visto no pudieron por menos que reconocerlo; era Martín.
Ni una sola herida tenía en el cuerpo, ni había señales de estrangulación. Los hombres de ciencia dijeron que había muerto de no se que cosa que ellos solo sabían entenderlo, pero lo más extraño era que, la muerte de Martín había sido producida dos o tres días antes en encontrarse el cadáver.
¿Quién lo trajo allí? nunca ha podido saberse. Unos decían que el padre de Laura había vengado la deshonra de su hija, otros suponían que el caballero había vuelto. Lo único que había de cierto era el cadáver a la puerta de venta y que el alma de Laura ya no volvió a aparecer por sus alrededores.
Martín prometió volver y cumplió su promesa.

6 comentarios:

  1. ¡Caramba, nunca había oído esta historia! Es muy interesante. Ahora ya sabes que la Venta del Alma se ha convertido en un lugar de copas muy frecuentado, y pocos son los que conocen su leyenda. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Si la pobre Laura levantara la cabeza y viera su casa convertida en un lugar de ocio!
      Un beso Pilar

      Eliminar
  2. Ma de los Angeles, hermosa y terrible historia, el amor a veces mata! Gracias por traernos tus historias y leyendas tan atractivas, un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Espero que la próxima sea un poco menos dramática, gracias a ti María Cristina.
      Un beso

      Eliminar
  3. Vaya historia tan dramática y es que nunca te puedes fiar de nadie y Marín seguro que le hizo una serie de promesas a Laura hasta conseguir lo que quería y luego "si te he visto no me acuerdo". Besicos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya sabes Charo que estos casos son muy frecuentes, algunos hombres salen huyendo. Yo conozco uno que dejó a la novia y a su hijo por miedo a su madre...el "angelito" tenía 35 años. Hoy este hijo es un hombre de 25 años que se desvive por su madre y la tiene como una reina. Creo que un día voy a contar la historia completa.
      Un beso guapa

      Eliminar