Todos los madrileños y muchos que vienen de provincias se han dado una vuelta por el rastro de Madrid.
Este rastro es el padre de todos los mercadillos no solo de Madrid si no de muchos lugares más.
En casa, recuerdo cuando eramos pequeños y venía algún familiar del pueblo a vernos, era visita obligada ir al rastro con ellos. Podría contar montones de anécdotas allí ocurridas pero hoy me voy a centrar en Cascorro, o mejor dicho, en su héroe.
Cascorro era un pueblo de Cuba, (al Este de Camaguey) que en 1898 defendió el soldado español, Eloy Gonzalo, poco antes de las pérdidas de las colonias que teníamos en el Caribe.
Para impedir que el enemigo se refugiase en las casas del pueblo, trató de impedirlo incendiándolas. Se ató una cuerda al pecho para que pudiera ser arrastrado por sus compañeros si caía herido y con una lata de gasolina las prendió fuego. Cayó herido y pudo ser rescatado con la ayuda de la cuerda.
Para este héroe de Cascorro, Aniceto Marinas en 1901, hizo una estatua, con antorcha, lata de gasolina y cuerda, situada al inicio de la Rivera de Curtidores, pero todos los madrileños la conocemos como la Plaza de Cascorro.
Cuando he estado recopilando datos de este buen hombre, he sentido una gran ternura al saber que jamás tuvo familia. Nació en Malaquilla provincia de Guadalajara (España) y murió en Matanzas (Cuba), se crió en la inclusa de Madrid, de allí salió como soldado hacia Cuba, cuando murió...solo tenía 29 años.
En Madrid también hay una calle que lleva su nombre.
Calle de Eloy Gonzalo, cerca de la glorieta de Quevedo. No puedo remediar sentir cierta pena al saber que este joven nunca haya tenido un abrazo de su madre y además una vida tan corta.
Las autoridades le sacaron de la Inclusa como soldado, lo que no se, es si al menos tuvieron la...de repatriarlo. Seguro que no, al fin y al cabo era un triste soldado sin galones.
Lo mejor de todo es que de él se acuerda la historia pero de los jefazos que le llevaron a Cuba,
nada de nada.
Pues si, es una pena. Pero al menos él tuvo la suerte de pasar a la historia...¡Cuántos habrá habido iguales a él que pasaron sin pena ni gloria! Como si no hubieran existido nunca. Un abrazo
ResponderEliminarSeguro que muchísimos Hada. Esa es la tragedia de la guerra, y parece que nunca tiene fin. Una vez unos y otra vez otros, el caso es que siempre estamos liados.
Eliminar¿Llegará la paz algún día?
Un abrazo
Bonita la historia, pero lo cierto es: la gloria para los generales y el anonimato para el soldado raso. Este solo tiene derecho a un monumento generico llamado: Al "soldado desconocido" Sinembargo fue el soldadito de a pie quien dio la vara. Asi es la vida y asi de pobre y mezquino es el hombre.
ResponderEliminarUn beso gata buena entrada.
Casi siempre el que lleva las medallas es el jefe que a lo mejor ha sacrificado a un escuadrón.
EliminarGracias por tu opinión.
Un beso Pluma y Data
Una bonita y triste historia uan pena que muriese tan lejos de su patria y con toda una vida por delante.Besotes
ResponderEliminarSi Charo, así son las cosas que ocurren a los soldados.
Eliminar¡Dios quiera que algún día haya paz!.
Un beso
http://www.theurbanconnections.com/2012/05/23/el-mercado-de-los-encantes-viejos-encants-vells/
ResponderEliminarHola,Anonimo.
EliminarNo se si eres hombre o mujer, pero en cualquier caso agradezco tu visita. Vuelve siempre que quieras, serás muy bien recibido.
Saludos