¡¡Que lejos está!!
En aquellos tiempos celebrábamos la Navidad de otra manera. Quizá, porque al haber carencias de muchas cosas valorábamos más lo que teníamos en esos momentos.
España estaba en plena posguerra, los alimentos eran escasos. No había supermercados ni mucho menos grandes extensiones alimentarias como hay ahora, no, solo había un mercado y no muy bien abastecido. En aquellos tiempos era difícil comer carne fuera de Navidad, a menos que tuvieras familia en algún pueblo que trajera de vez en cuando un pollo, pero en mi familia "no nos caía esa breva".
Aquel año de 1948, mi madre y una amiga hicieron cola en una carnicería toda la noche para poder agenciase un cordero...lo consiguieron. Aparecieron a las 9 de la mañana con su preciosa carga, los niños, cuando vimos a mamá descargar aquel magnifico animal, pensamos que íbamos a comer carne en abundancia.
Vivíamos en una casita de planta baja que nos había alquilado una señora mayor, Se llamaba Gregoria, pero con la condición de que ella tenía que vivir con nosotros. Disponíamos de toda la casa excepto una habitación que, lógicamente ocupaba esta señora, que no trabajaba en nada y se apañaba con la renta que le pagaban mis padres. Mi madre, además de la renta, muchas veces le ponía un plato de nuestra comida que ella aceptaba, creo que no daba ni las gracias.
Aquella nochebuena en la que mamá guisó el excelente cordero, mi madre, que era muy caritativa, antes de que llegara mi padre para la cena, me dijo: - Niña, vamos a llevar algo de cena a la señora Carmen que quizá no tenga nada, (otra protegida de mi madre).
Cuando volvimos, empezamos a poner la mesa, mamá fue a la cocina a ver si el cordero se mantenía caliente y la sopa también, pero ¡Ja! el cordero había mermado una barbaridad y...la sopa también. Esta estaba más aguada y cociendo a borbotones. Antes de entrar en la cocina vimos a la señora Gregoria apartando la olla de la sopa, quizá la puso a cocer para que aumentara.
Aunque mi madre tenía mucho carácter, no dijo nada. De todas maneras había sopa y cordero para todos. Mi madre tuvo la elegancia, como hacía muchas veces, de poner el primer plato a la señora Gregoria, tanto de sopa como de cordero.
Uno de mis hermanos dijo a mamá que el quería el trozo de las tabas del cordero, con las cuales jugaba, pero dio la "casualidad" que parte de las patas del cordero donde estaban las tabas no aparecían por ninguna parte.
Solo estábamos en el secreto de la desaparición de "ciertas tajadas" mi madre y yo, no quiso que se enterara mi padre ni los niños. Yo he guardado el secreto hasta hoy...
La señora Gregoria siguió siendo mala, mala, mala con nosotros los niños, sobretodo conmigo. Mama decía que aguantáramos, pues le estaba agradecida por realquilarnos la casa. Menos mal que al cabo de 5 años mis padres encontraron una buena casa y la perdimos de vista.
¡Señora Gregoria, donde quiera que esté aún la recuerdo, pero sin odio !
Fíjese que mientras estoy escribiendo, me he reído yo sola al recordar la cara que puso mi madre cuando vio que nos había robado las mejores tajadas del cordero...
¡¡¡Era mala, pero no tonta!!!
Se te ha quedado bien grabado en la memoria, por suerte con el paso del tiempo vemos las cosas con más calma.
ResponderEliminarSeguro esta señora era una pobre infeliz, y quizás no fuese tan mala, tan solo no sabía demostrar cariño ni agradecimiento.
Besos, felices fiestas
Gracias a Dios tengo buena memoria, algunas veces quisiera olvidarme de muchas cosas.
EliminarEsta señora, infeliz si que era, pero mala...también lo era, y mucho.
Seguro que Dios la ha perdonado.
Muchas gracias por la visita Verónica.
Un beso
Eran tiempos de valorar lo poco que se tenía y también había "listos" muy listos. Besicos.
ResponderEliminarTienes mucha razón trimbolera, había muchos "listos", claro que ahora los hay también.
EliminarUn beso
Vaya historia para recordar seguro que la señora Gregoria era una solitaria huraña..........en cuanto al robo sigue estando al día pues no veas todo lo que nos roban de la huerta, para ser más concretos este año, entre otras muchas cosas, del arbol de caquis no nos han dejado ni 1 de muestra para probarlos.Besicos
ResponderEliminarHola Charo!
EliminarNosotros plantamos lechugas durante dos años y nos desaparecían; al final, no quedaba ni rastro de ellas. Nos preguntamos quién era el ladrón pues la finca está cerrada de tal modo que imposible que entre nadie. Un día se lo contamos a un vecino, lo extraño del caso, nos explicó que las urracas solían arrancar las verduras así, sin que quedaran huellas. Pues sí, hacía tiempo que una de ellas rondaba nuestro huertito de lechugas jejejejej
Un saludín
Comparado con lo tuyo, lo de que nos robaran unas tajadas de cordero no tiene mucha importancia.
EliminarLos que han robado tus caquis son gente que se dedica a venderlos en los mercadillos. No reparan en el trabajo que dedican los hortelanos durante todo el año para coger su cosecha, pues es mucho el trabajo y la dedicación. No hay derecho que lleguen unos vagos y se lleven el producto que tanto han trabajado otros.
Ya han tenido cara dura de no dejar ni siquiera para que los probaseis.
¡Lo he sentido mucho, pues se el trabajo que lleva cuidar de una huerta durante todo un año!
Te recompenso con un besito Charo
¡Muy lista la señora Gregoria! Se ve que gente buena y mala la hay en todas las épocas. ¡Esa es la vida! Un abrazo y feliz Fin de Año
ResponderEliminarMe parece que de lista tenía poco, pero cotilla y mala, si, de eso tenía mucho. Como bien dices en todas las épocas ha habido "sus cosillas"
EliminarUn beso Hada.
Feliz año Nuevo
Buena historia cargada de recuerdos. Es bueno compartir y repartir querida amiga sobre todo cuando se hace de forma altruista. A veces las personas nos comportamos de forma egoísta y así les va en la vida. Pienso que vosotros erais "ricos" al poder compartir muchas cosas con ella además de alimento. Por ejemplo la alegría de estar juntos con más o menos dificultad. Abrazos virtuales para todos.
ResponderEliminarMe gusta contar ciertas experiencias porque veo que os gusta a los más jóvenes saber.
EliminarAunque fueron años de privaciones también fuimos muy felices jugando en la calle, junto al brasero mientras mi padre nos contaba cuentos y mi madre buscaba algo para darnos de merendar...algunas veces nos daba, higos secos y castañas pilongas...Umm que rico,si fueron más felices que los que pasan los niños de hoy con sus yogures y sus chuches...
Muchas gracias por tu visita.
Un beso y Feliz año nuevo
Hola guapa!
ResponderEliminarjejejejejej en tiempos de hambre siempre había quien andaba muy listo-a para agenciarse lo que podía y más si se sabía agradecida por algo que se le había pedido y se aprovechaban aún habiendo niños de por medio. Bueno, esperemos que no vuelvan esos tiempos.
María de los Angeles, te deseo un año nuevo lleno de armonía y paz en el que salga todo lo malo y entre todo lo bueno. Que por desear no quede, digo yo.
Un besín de esta asturiana. Mkkkkkkkkkkk
Eso de guapa me ha gustado.
EliminarLo que peor me sienta de aquello, era, que esta buena mujer nos hacía sufrir mucho a mis hermanos y a mi, cuando estaba mi madre delante, todo eran sonrisas, algunas veces a carcajadas. Bueno ya os contaré más cosas.
Recibo ese besín asturiano con mucho agrado, para ti, uno desde Madrid.
Ma de los Angeles, tu mamá fue una persona de bien, más allá del mal momento, supo comprender y la tal Gregoria, habrá tenido su pago, nada queda impune en esta vida, un abrazo grande y Muy Feliz 2014!
ResponderEliminarSi tienes razón María Cristina, mi madre era de esas personas que dicen que "no tiene nada suyo" de ahí el dolor de que además le robaran lo que ya tenía pensado dar...
EliminarNo te preocupes, ahora lo recuerdo y os lo cuento pero sin rencor.
Un beso
Feliz año Nuevo.