La frase "Ave que vuela a la cazuela" la hemos oído muchas veces, es muy común en los pueblos por aquello de que se pueden cazar.
En una ocasión, de esto hace muchos años, vi, estando en el pueblo con los abuelos, que uno de mis tíos a la vuelta de su trabajo en el campo llegaba tan contento con una enorme ave, dijeron que era una avutarda. Yo entonces no conocía a tan enorme pájaro, que por supuesto fue a la cazuela guisada por mi abuela. Ya siendo mayor también la comí una vez por Navidad cocinada por mi madre, que dicho sea de paso, cocinaba muy bien.
Hoy no va la cosa de aves.
Va...de erizos.
Los domingos a la salida de misa nos entretenemos saludándonos unos con otros, pues ya no nos vemos hasta el siguiente.
Hay mucha gente mayor, pero especialmente tenemos un matrimonio que pasa de los 80 años que son encantadores. Como tantos mayores, estos se han venido a Madrid dejando su pueblo, no por gusto, sino que al ser tan ancianos no tienen más remedio que vivir donde estén cerca de sus hijos y, sus hijos son nuestros vecinos.
Aunque son varias las personas mayores, esta parejita especialmente es muy querida incluso por los jóvenes que les saludan y les besan cariñosamente, después ellos y yo caminamos hacia nuestros respectivos domicilios que se encuentran muy cerca uno de otro.
El domingo pasado cuando íbamos caminando hacia casa, la anciana mirando las mangas de mi chaqueta que sobresalían de la capa, al fijarse me dijo que si llevaba un erizo en la manga. Me eche a reír pues lo que Simona (que así se llama nuestra encantadora viejecita) veía, era un remate que yo le había puesto tejido de una especie de lana, que no es lana, y que después de tejido queda como tieso.
Como me vio con cara de sorpresa me dijo que si sabía lo que era un erizo, le contesté que si y que lo había visto en casa de mis abuelos y por supuesto en los reportajes de la TV. y en los libros.
Entonces ella me dijo que en su pueblo cuando se encontraban uno...se lo comían.
Ante mi estupor, me contó que era tal el hambre que pasaban en los años de la posguerra que se comían todo lo que pillaban. Les pregunté que como le quitaban los pinchos y me contó el proceso:
Según me dijeron, cuando lo mataban lo tenían que "socarrar" lo mismo que hacían con los marranos; después lo tenían que dejar lo menos tres noches al aire para que se le fuera el olor, luego lo guisaban estofado y bien cocidito, pues creo que es la carne muy dura, pero que estaba muy bueno después de guisado.
Como era la hora de la comida y mi estómago necesitaba alimento, me estaba poniendo mala de pensar lo que habían hecho con el pobre erizo.
¿Qué pensarían los ecologistas de hoy?
Pues, digo yo.
En aquellos tiempos no había ecologistas y si los había seguro que se comían también todo lo que pillaran.
Ahora creo que son los erizos especie protegida...
Mi reconocimiento a todos aquellos hombres, mujeres y niños que se tuvieron que alimentar de lo que hoy a nosotros nos da repelús. Ellos no tenían Supermercados, ni neveras, ni los yogures que a nosotros nos sobran, ni siquiera PAN tenían. Por eso, aunque nos de pena por la fauna protegida, os digo...hicisteis bien, pues comisteis...lo que fuese, para sobrevivir.
Ya lo creo, no había nada protegido, tenían que sobrevivir. Besicos.
ResponderEliminarMuy cierto amiga, nadie mejor que nosotras lo sabemos.
EliminarUn beso
Si hubiéramos pasado nosotras por esa situación seguro que también hubiéramos comido erizos. Una vez me encontre un erizo y me lo llevé a casa para tenerlo de mascota, lo cogía con guantes de esos que se usan en la cocina, pero el pobre no me comía nada de lo que le daba así que lo tuve que soltar en una de las viñas de mi marido. Besicos
ResponderEliminarSuerte tuvo tu erizo que no lo encontraran mis vecinitos, si no, hubiese ido a la cazuela.
EliminarUn beso para ti
Ma de los Angeles, tu relato de hoy me recordó la anécdota del niño sorprendido al ver caminar un pollo por la ruta, él solo conocía los del supermercado! Y para rematar, todo bicho que camina va a parar al asador! en tiempos de caza y pesca, un abrazo!
ResponderEliminarQue pena que muchos niños de las ciudades solo hayan visto los pollos en el Supermercado.
ResponderEliminarEl niño de tu anécdota tubo la suerte de verlo caminar.
Un besito María Cristina