lunes, 17 de mayo de 2021

El amo del corral




     Ayer viendo en Internet como unos niños corrían delante de un gallo y el muy ladino les picaba, recordé que mi prima y yo tambien corríamos fuera del corral. Creo que ya lo he contado, pero por si acaso, lo cuento otra vez.
     "Me invitó mi prima Victoria a pasar unas vacaciones con ella y sus padres, mis tíos, vivían en Campo de Criptana. Mi tío era el molinero pero en esa ocasión ya estaban los molinos solo para el turismo. Algunos molinos los habían regalado, uno a la entonces princesa Sofía, otro a la Argentina. Los argentinos lo habían amueblado con cosas de su tierra, entre esas cosas había una enorme piel de vaca como alfombra en la cual mi prima y yo nos echábamos la siesta por lo fresquito que se estaba, era el mes de agosto. Bueno, lo que nos ocupa es el gallo:
     Como es natural estaba en el corral, pero en el corral tambien había un retrete al que no teníamos más remedio que acudir de vez en cuando. El gallo tenía manía a mis piernas y a las de mi prima, más a las de mi prima, que eran las piernas más largas y bonitas que yo haya visto. A mi tío no se las veía porque llevaba pantalones y mi tía: la enagua, el refajo, la saya, el gallo no veía más piernas que las nuestras (en aquellos años no se llevaban los pantalones). 
     Cuando entrabamos al corral el gallo salía a picarnos, nosotras corríamos y llamábamos a la tía, esta entraba, cogía un palo y le decía: -¿Me vas a picar a mi? Y el condenado del gallo corría a esconderse. Ella se ponía en la puerta y nos esperaba. Esto ocurría todos los días.
     Un día, entró el tío, claro el gallo ni apareció. 
     El retrete estaba hecho sobre una plataforma de cemento, encima tenía una tabla de madera que tenía un agujero por donde caían los excrementos al corral, el gallo se paseaba quizá esperando a ver si podía picar algo, aquel día, saltó y picó...al tío...en...
     Oímos chillar al tío, al momento oímos palabrotas, se había quitado el cinto y no paraba de dar cintarazos a diestro y siniestro, pero según nos dijo no atinó ni una sola vez al dichoso gallo.
     Como el tío estaba cabreado (con razón), nosotras nos fuimos hacia los molinos y allí pasamos toda la mañana.
     Sobre las dos de la tarde bajamos a comer, no se nos ocurrió preguntarle al tío lo que le había pasado. 
 


      Nos sentamos a la mesa...sale mi tía con la comida, que por cierto olía que daba gloria y empezó a repartir.

     Mi prima, cuando vio en su plato aquel muslo de pollo tan enorme, dijo:

-Madre, ¿No será este muslo del gallo?  su respuesta fue:

-Comer y callar, ya no os va a picar más.

     Nosotras nos miramos pero nada podíamos hacer y...el hambre es muy mala y aquello olía tambien...comimos el mejor gallo del gallinero, tenía la carne oscura de viejo que era, pero...¡Estaba tan rico! "
 

14 comentarios:

  1. A los gallos picadores también les llega su san Martín.
    ¡Que bueno!
    Un abrazo.

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    1. Tienes razón Alfred, a este le llegó, pero estaba muy rico.
      Un abrazo

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  2. Olá, Maria, gostei muito de ler essa crônica sobre esse valente galo, que teve suas aventuras mas, acabou na panela. Muito bem contada essa história.
    Uma boa semana pra você, amiga.
    Um abraço.

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    1. Gracias Pedro, como siempre es un placer saber de ti y ver que estás bien por estos tiempos que corren.
      El gallo, a pesar de ser viejo estaba muy rico y por supuesto que ya no nos picó más.
      Un abrazo amigo.

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    1. Aquel día dejó de picar al encontrarse con la tía Crisantas.
      Un beso querida Susana

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  4. jajaja, muy buen remedio para el dichoso gallo! Antes no se andaban con vueltas, las cosas se arreglaban de manera práctica, un abrazote Ma de los Angeles!

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  5. No te puedes hacer una idea de lo rico que estaba, aunque pensáramos luego en las consecuencias de lo que le ocurrió al pobre gallo.
    Un fuerte abrazo María Cristina

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  6. Que buenísima anécdota aunque al gallo no le haría gracia acabar en el plato. Fuistéis muy discretas al no preguntarle nada a tu tío:-))A vosotras era el gallo y a mí un pavo del gallinero de mi tía, me odiaba y yo le tenía pavor. Me imagino que acabaría igual para Navidad pero en mi verano se salvó.Besicos

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    1. Ya veo que tu tambien corriste delante de un pavo, este al ser más grande creo que tuviste suerte de que no te picara.
      el nuestro, al fin y al cabo, era gracioso. Algunas veces entrabamos al corral para provocarlo. El caso es que aquel verano fue inolvidable.
      Un besito Charo

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  7. Que bueno María de los Ángeles....el gallo estaría riquísimo. Besos.

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  8. Si Teresa, a pesar de ser viejo, se conoce que mi tía lo tuvo en la lumbre varias horas, pero al final estaba riquísimo.
    Un beso

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  9. Unos recuerdos que hoy nos hacen sonreír, pero los que vivimos aquellos años, recordamos situaciones parecidas.
    Un abrazo.

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    1. Seguro que los que somos mayores tenemos muchas anécdotas que contar.
      Un abrazo amigo Matías

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