viernes, 3 de diciembre de 2010

sabores

Comemos cosas que aunque no queramos con su sabor nos traen recuerdos. Hoy mientras me comía unas castañas que previamente había asado en el microhondas, me han venido a mi mente recuerdos, recuerdos que si bien son bonitos, también son tristes.
Me venía el recuerdo de mi infancia y pubertad. Veía a mi madre rodeada de seis niños al rededor de un brasero, tenía en su regazo una cazo de castañas cocidas, nos las estaba repartiendo para la merienda. !Que ricas estaban¡ Eran años de escaseces. Entonces no había bollería industrial, ni yogures y las "Chuches" se componían de pipas y caramelos. Además de las castañas recuerdo que había una cesta de mandarinas, de aquellas que tenían muchos pipos, que algunas veces casi nos ahogábamos con ellos. Ahora hasta la fruta es mejor, al menos no tienen nada dentro de los gajos.
Cuando estaba yo en estos pensamientos ha llegado a casa una prima hermana,Victoria. Cuando le he contado lo que estaba pensando, las dos hemos empezado a recordar más de prisa.
¿Te acuerdas prima...?
Y así hemos recordado cuando siendo ella muy niña y vino a pasar las Navidades del año 52 con nosotros. Ella vivía en Campo de Criptana pero cuando la trajo mi madre en una visita que hizo a su hermana, la niña venía más contenta que una castañuelas.
Mi madre ha sido siempre muy detallista y siempre hemos celebrado las Navidades y Reyes, siempre nos hacía que lo pasáramos bien y aunque humildes, teníamos regalos.
No se como lo celebrarían mis primos en el pueblo, lo que si se es que la niña, como la llamábamos, se lo pasó en grande en mi casa.
Los domingos por la tarde, mi madre nos compraba unas riquisimas milhojas de hojaldre y merengue, algunas veces mientras las comíamos, alguno empujaba la mano del otro al ponerse el pastel cerca de la boca y le estampaba la milhojas por toda la cara. Con esta broma todos nos reíamos mucho, pero no contamos con que la chiquitina no sabía de nuestras diabluras y, claro, una tarde de domingo mientras estábamos afanados en comernos nuestra riquísima milhojas y mi prima estaba distraida comiéndose la suya, uno de mis hermanos hizo lo propio...le empujo la mano y !Zas¡
Como la niña no lo esperaba y se sintió atorada en ojos y nariz...!la que armó¡ Parecía que la estaban matando. En ese momento apareció mi padre, al ver a la mocosa tan desesperada, se empleo con nosotros...claro que como la puerta estaba más cerca de nosotros, salimos corriendo y cuando volvimos, mi prima ya estaba con la cara limpia y a mi padre se le había pasado el "susto"
Siempre que nos vemos a ella no se le olvida lo de la milhojas y claro hoy no iba a ser menos.
Hemos estado recordando pues con esta prima mía he tenido muchas vivencias, he pasado varios veranos con ella en los molinos de Campo de Criptana (su padre era el molinero), cuando era yo muy niña llegue a ver los molinos en funcionamiento, !Que experiencia¡ No me extraña que Don Quijote se impresionara, el que no lo ha visto no puede saber lo que se siente viendo aquellas enormes aspas movidas por el viento.
Recuerdos, recuerdos,recuerdos...

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