lunes, 6 de junio de 2011

la señora del cojín

La señora del cojín: este nombre se lo he puesto yo pues la verdad es que nunca he sabido su nombre de pila. La he visto infinidad de veces en la iglesia, por la calle haciendo recados o paseando. Un día tomé más amistad cuando estaba en la rambla de Coslada. Yo iba al "Super" y ella estaba sentada en un banco tomándose una fruta, me acerqué a ella, la saludé y desde ese día ya casi fuimos amigas. Aquel día en la rambla (hace casi tres años) me dijo que estaba de médicos porque ya era muy mayor, yo un poco indiscreta le pregunte los años que tenía, se echó las manos a la cabeza para decírmelos, yo a mi vez, también me sorprendí, pues tenia 11 menos que yo, pero no se lo dije, ya que creo que mi aspecto distaba mucho del suyo y no la quise ofender.
Todos los domingo a la hora de la misa, nos veíamos. Ella nunca se está quieta, tan pronto la vemos en un banco en primera fila como en el último y muchas veces, no para de dar vueltas de un sitio a otro. Un día apareció la pobre con un brazo en cabestrillo, le pregunté y me dijo que se había caído, ha estado lo menos tres meses con el brazo desgraciado, la pobre me pareció que tenía mala suerte.
Últimamente la vimos con un cojín en una bolsa, llegaba, sacaba su cojín y lo ponía en el banco y se sentaba, pues claro los bancos al ser de madera, seguro que le parecían duros. Un día, o se le olvidó o por lo que fuese no llevó el cojín y me preguntó si sabía donde encontrar uno, pues le dolía mucho la espalda (la verdad es que se le notaba que no se encontraba bien), lógicamente no la pude ayudar pero se acercó al diácono que estaba cerca y le le pidió uno, Luis, que así se llama nuestro diácono, ni corto ni perezoso, se fue al altar mayor, cogió un cojín de terciopelo granate de los que hay para cuando se sientan las autoridades eclesiásticas y se lo puso en el banco, le dijo:-Siempre que lo necesites, me lo pides...!Ole¡ Luis, pensé yo.
Un domingo antes de Semana Santa cuando la vi, le pregunté que como se encontraba, me dijo que pachucha, que le daban diálisis dos veces en semana y que lo pasaba muy mal que iba sola...yo me ofrecí a acompañarla, pero me contestó que en el hospital no dejaban entrar a nadie con ella pues eran sesiones de 4 horas...
Yo la echaba de menos pero no sabía a quien preguntar, así que a quien mejor que a Luis, el diácono. Ayer domingo, me acerqué y le dije:-Echo de menos a la señora del cojín, me dijo: ha fallecido. Nadie se puede hacer una idea de como me quedé, según me dijo el diácono, murió el día de Viernes Santo...Amiga mía, no se tu nombre, pero te sigo viendo dando vueltas por nuestra Parroquia o sentada en algún banco. D. E. P.

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