lunes, 14 de octubre de 2013

Un clavo en la puerta

Un joven tenía tan mal carácter que su padre no tuvo más remedio que idear una estrategia para ayudarle.
Un día, le regaló una bolsa llena de clavos y le dijo que, cada vez que perdiera la paciencia, tendría que clavar uno de esos clavos tras la puerta.
El primer día, el muchacho clavó más de 30 púas, pero a medida que pasaban las semanas consiguió ir controlando su genio y, con resultado, cada vez tuvo que gastar menos clavos. Y es que era mucho más fácil  poner freno a su mal carácter que pasarse el día dando martillazos.
Cuando el joven consiguió tener un control absoluto sobre los brotes de mal genio, su padre puso en marcha la segunda parte de su plan: le pidió que retirase uno de los clavos de la puerta cada día que lograra controlar su ira,
Los días iban pasando con tan buena fortuna que el muchacho pronto pudo  comunicarle al padre que ya no quedaba ni un solo clavo que arrancar de la maltratada puerta. Y, entonces, el padre le dijo:
"Hijo mío, te felicito por el esfuerzo que has hecho, pero mira todos los agujeros que has dejado en la puerta. Piensa que cada vez que pierdas la paciencia o que des muestras de tu mal carácter, dejarás en los demás cicatrices tan difíciles de curar como las que ves aquí".

El padre de este muchacho, era muy, pero que muy sabio. Como madre que soy, creo que puedo aplicárselo  a uno de mis retoños...

8 comentarios:

  1. Hola, buenas noches, un gusto pasar por tu lindo blog, saludos cordiales, te invito de manera cordial a que visites el Blog de Boris Estebitan y leas mi poema titulado “Espera por mí”, espero seguir visitando tu gran blog e intercambiar más comentarios, buen inicio de semana. Me gusta mucho la historia, jaja yo solía ser de esos jóvenes de mal genio.

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    1. Me ha encantado tu poema, como habrás visto.
      Pues ya sabes, cuando te salga el mal genio, ale, a clavar clavos.
      Gracias por tu visita.
      Un abrazo Boris

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  2. Fue una buena lección, no cabe duda. Deberíamos tomar nota de ella cada vez que sacamos a pasear nuestro mal humor con los demás. Un beso.

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    1. Creo que no habría clavos en las ferreterías para tantas puertas como necesitamos en algunos momentos.
      Un beso Hada

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  3. Ojalá yo tuviera esa paciencia y sabiduría, me sale mejor un palo por la cabeza (metafórico y voluntarioso nada más por supuesto) Un abrazo Ma.de los Angeles, como siempre valiosas anécdotas las tuyas!

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    1. Estoy contigo en lo del palo en la cabeza, jajaja, creo que eso es más eficaz.
      Bromas aparte yo tengo el martillo cerca, pues de vez en cuando le hace falta a alguien cercano a mi.
      Un beso Mª Cristina

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  4. Ya me sabía esta historia y la verdad que la he vuelto a leer porque me gusta mucho y es una gran realidad.Besicos

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    1. Yo no la sabía, me la ha contado un amigo Psicólogo y con su permiso la he puesto.
      Un besito Charo

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