miércoles, 9 de junio de 2010

soborno...

Lo que cuento hoy, ocurrió hace...mucho tiempo.
Tendría yo trece años; eran tiempos de racionamiento... os cuento. Teníamos unas cartillas con las cuales te suministraban pan, legumbres, aceite, patatas, etc.etc.
También en aquellos tiempos, los niños hacíamos los recados a las mamás, lo más usual, ir a comprar el pan.
Ese día le tocó a mi hermano más pequeño que yo, él tenía diez años; bien, mamá le mandó a por el pan, con sus cartillas y su dinero. Pero tuvo la desgracia de que le saliera al paso un par de sinvergüenzas que con engaños y un caramelo, le quitaron las cartillas y el pan.
No voy a entrar en detalles del gran disgusto que nos llevamos, sobre todo mis padres. Yo no recuerdo como iban las cosas en aquella época, lo que sí recuerdo es, que hasta la nueva renovación...nos quedábamos sin racionamiento.
Mi madre fue a la panadería a contar el hecho por si le podían vender algo de pan, la panadera le dijo: Venga usted por la tarde, si sobra algo se lo daremos...!Pedazo de bruja¡, todos los días le dabais pan a las estraperlistas que luego lo vendían por la calle a tres veces su precio habitual.
¿No podías vender un poco a esa madre desesperada?
De vez en cuando nos "daban" un par de barras de un cuarto de kilo (eramos siete de familia), lo mismo pasaba en la tienda de ultramarinos. Lo que más echábamos de menos era el pan diario. Algunos días, íbamos a las mujeres que se ponían en la calle vendiendo pan y a un panadero clandestino que lo hacía en su casa, pues no salía de ella por causa de la política.
Todo este trajín tuvo mi madre hasta que se volvieron a renovar las cartillas y todo volvió a su cauce. Entre tanto ocurrió lo que os quiero contar:
Mi padre, policía de tráfico(hoy policía local), hacía servicio en Puerta del Sol esquina a Arenal. Un día que fui a Pontejos a comprar madejas de bordar para mis trabajos manuales, lógicamente le hice una visita a mi padre antes de volver a casa. !Que orgullo me causaba ver a mi padre dirigir el tráfico¡
Lo primero que hacía era darle un beso...que todo el mundo viera que era mi padre.
Aquel día, estaba acompañado de un señor joven, conversaban, mi padre decía que no con la cabeza mientras seguía dirigiendo el tráfico. Llegué y sin decir nada fui a darle un beso, el me correspondió sonriente, como siempre hacía. No capté lo hablaban solo a mi padre decir: -No, le he dicho que no.
Yo no me movía de allí, esperaba como siempre que iba a verle que me preguntara lo que hacía allí.
Entonces el señor, que ya sabía que yo era su hija porque mi padre se lo dijo, le preguntó:
-Puedo hacerle un regalo a la niña?
-No, le contestó, siguió dirigiendo el tráfico, pero él hombre que a mí me pareció maravilloso, ya me había puesto en mi mano un billete muy bien doblado y le dijo:
-Adios, ya nos veremos...y se fue.
Cuando el buen hombre desapareció y yo estaba mirando lo que tenía en la mano, me dijo:-Que te ha dado?
Abrí la mano y vi que eran cien hermosas pesetas ( en aquella época los municipales ganaban trescientas al mes), vi a mi padre colorado como un tomate, me dijo: - Trae eso... No le deje terminar, le contesté:- No papá, me voy corriendo a casa para que compre mamá pan.
-Ten cuidado hija, no te vaya a pasar algo con tanto dinero en el metro.
Ya no le oí más, me metí en el metro y me parecía que corría poco. Cuando llegué a casa y se lo enseñé a mi madre, lo primero que me preguntó fue, que de donde había sacado ese dinero, yo le dije que papá lo sabía pero debíamos darnos prisa antes de que se acabara el pan. !Dios mío¡...
Aún recordándolo me dan ganas de llorar. Os contaré el porque de aquel dinero.
Resulta que el señor que tan generosamente me obsequió con las cien pesetas, era un abogado, que estaba chantajeando a mi padre para testificara en un juicio a favor de su cliente, al cual le habían roto un toldo y mi padre lo había presenciado. El toldo en cuestión estaba justo en el numero uno de Arenal donde ahora hay un salón de juegos, un camión se lo llevó. Y cosas de aquellos tiempos, quizá no se habían inventado aún los seguros...
Resultado final, mi padre no fue a ningún juicio, él dijo que no iba a perjudicar nadie porque no sabía quien tenía la culpa, por si acaso...se dio de baja por enfermo, mi madre le decía que tenía cuento, pero yo creo de verdad que estaba malo sólo de pensar que alguien podía salir perjudicado...!era un buenazo¡¡¡

No hay comentarios:

Publicar un comentario