El que no crea en los milagros que no siga...!Ale¡¡
Esto se le atribuye a un santo al que yo quiero mucho, no lo digo ahora para no fastidiar el suspense.
Ocurrió en la batalla de las Navas de Tolosa.
Era el año 1212 partía con sus tropas de Toledo el rey Alfonso VIII. Se dirigía a Sierra Morena a luchar contra los mahometanos. Estos estaban situados en el montículo más alto de la sierra. Esta posición desfavorecía a los cristianos, pues se arriesgaban mucho si cruzaban el desfiladero. Cuando el rey Alfonso meditaba tan complicada decisión, apareció por allí un pastor que indicó al rey un paso a través de la montaña que solo el conocía. Siguieron las tropas al aldeano por el pasadizo. Poco después acamparon frente a las tropas mahometanas. Se entabló una batalla que ganaron los cristianos. El rey quiso recompensar a este aldeano, pero no lo encontró.
Días más tarde escribió al Papa Inocencio II comunicándole la victoria citando la ayuda del pastor. Llegó triunfante a Toledo el rey, se celebraron misas de agradecimiento y el buen rey se dispuso a regresar a Burgos. El rey que no era tonto y como Madrid le pillaba de paso, hizo un alto en el camino y se quedó unos diítas, pues todo el mundo sabe que Madrid, aunque fuese en la edad media, merecía la pena hacer un alto en el camino.
Uno de esos días que paseaba por mi querido Madrid, se acercó a la capilla donde estaba San Isidro. Cual fue su sorpresa al reconocer al pastor de Sierra Morena, en la imagen de San Isidro.
¿Como se os ha quedado el cuerpo?
!Ah¡ el que quiera creer...que crea.
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