Era creencia popular en muchos lugares de Cataluña que, en la noche del 24 de Diciembre, durante la misa del gallo, la Virgen bajaba a la tierra acompañada por un cortejo de Ángeles, entraban en una casa y sentándose al lado de la chimenea cambiaba los pañales al Niño Dios al calor de la lumbre.
Como no se podía saber que casa escogería la Virgen para tal menester, todas las chimeneas quedaban encendidas y se dejaba dispuesta en cada hogar una fuente con dulces y una jarra de leche por si a Nuestra Señora le apetecía comer algo.
En los pequeños pueblos de montaña, aún se conserva esta costumbre.
!!!Que costumbre tan bonita¡¡¡
ciertamente no te voy a negar que es precioso. besos.
ResponderEliminarFeliza Navidad mi recordada amiga. Espero que este año nuevo sea para ti precioso e inolvidable!!
ResponderEliminarun abrazo!
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