lunes, 12 de diciembre de 2011

Toledo

No se donde, creo que en una película, oí una frase que decía que París bien valía una noche, pues Toledo, no solo vale una noche y un día, si no varios días para empaparse de su arte, su cultura, su arquitectura, etc.etc.etc.
Este sábado pasado se levantó mi niño con ganas de salir de Madrid, empieza a buscarme por la casa...cien metros cuadrados, luego, no había mucho que buscar, por lo tanto me encontró enseguida. Entonces me suelta a bocajarro:-Elige donde quieres ir a comer fuera de Madrid. No se por qué me pregunta pues ya sabe que siempre le digo que a Toledo. Cosa curiosa, no puso ninguna pega y en menos que canta un gallo, nos encontramos en la carretera camino de Toledo. !Ah¡ Antes de eso me dijo: - No se te ocurra decir que vamos a Pedraza...sin comentarios.
Cuando llegamos a Toledo, vemos como siempre que está lleno de turistas, nacionales y extranjeros. Lo primero que hicimos fue aparcar el coche, como vamos con mucha frecuencia, sabemos un sitio que casi siempre encontramos un hueco. Claro que está antes de llegar a la Puerta de Bisagra y luego tenemos que subir toda la cuesta hasta la plaza de Zocodover.
Decidimos subir por las escaleras metálicas, así lo hicimos, pero no se que es peor, pues desde donde terminan las escaleras estas tan modernas, tenemos que cruzar casi todo el pueblo hasta llegar a el centro de Toledo.!!!Palizón¡¡¡
Yo como buena Toledana (aunque criada en Madrid), le voy contando a mi niño la grandeza de esta ciudad, le digo:-¿Ves hijo? de Toledo no se han ido aún esas épocas medievales. Directamente tienes que hacer un esfuerzo para no transportarte a esas edades. Sus murallas casi intactas, sus iglesias, sus mezquitas, esa mezcla de culturas tan bien armonizadas. Cuando ves Toledo, se levanta, te atrae. te habla el águila que dibujan en sus casas los toledanos, te dice que no dejes de mirarla, que no pares de observarla, porque aún siempre uniforme la magia nunca se acaba.
Estando yo tan poética e inspirada, va y me dice:-¿Cuando vamos a comer?
Casi le taladré con mis lindos ojos. Le respondí que cuando quisiera. A todo esto, seguíamos caminando por los pedruscos de Toledo, porque hay que reconocer, que esta ciudad, no está hecha para nuestro pies.
Mientras caminábamos y a pesar de que siempre gusta ver esas calles tan estrechas y esos edificios con tanto arte, yo iba mirando a ver si veía un buen restaurante. Haber hay muchos pero a la hora del almuerzo cuesta sudor y lágrimas encontrar un buen sitio, a menos que te pongas en la lista de espera, cosa que a mi hijo no le va mucho.
Ya teníamos hambre y cansancio cuando llegamos a Zocodover, entonces, y como no habíamos encontrado nada libre donde comer me dice mi muy querido hijo:- !!Ya he encontrado comida¡¡
!!Corre ven, verás que bien vamos a comer¡¡...Y me metió en Mc Donals...
Muda me quedé...pero comimos unas ricas hamburguesas, alitas de pollo y aros de cebolla y ¿Sabéis qué? Que aunque soy un poco mayor...me supo a gloria. Sobretodo me encantó de estar con tanta gente joven, familias con niños pequeños (no como el mío), en fin, lo pasé estupendamente.
Ya de vuelta a Madrid, íbamos rumiando un exquisito mazapán toledano que no lo superan en ningún sitio del mundo...ahí queda eso.

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