Parece ser que estos días navideños son propicios para recordar, claro que, todo lo que se recuerda, es más bien un poco tristón.
Parece que veo muy claramente a mi familia en los años 40, ¡¡¡Que lejanos!!! ¿Verdad?
En aquellos tiempos celebrábamos la Navidad de otra manera. Quizá, porque al haber carencias de muchas cosas, valorabas más lo que tenías en ese momento.
Nosotros estábamos en plena posguerra, los alimentos eran escasos y no había tanto como hay ahora. No había supermercados ni mucho menos las grandes extensiones alimentarias que hay ahora, no, solo había un mercado y con muy pocas tiendas. Tal era la situación, que era muy difícil comer carne fuera de la Navidad, a menos que, tuvieras familia en algún pueblo y de vez en cuando te traía un pollo, pero eso era raro y en mi familia "no nos caía esa breva".
Aquel año de 1948, mi madre y una amiga hicieron cola en una carnicería toda la noche para poder agenciar un cordero...lo consiguieron. Aparecieron a las 9 de la mañana con su preciosa carga, los niños, cuando vimos a mamá descargar de sus hombros aquel magnifico animal, no sabíamos que hacer, pero pensamos que íbamos a comer carne en abundancia.
Vivíamos en una casita de planta baja que nos había alquilado una señora muy mayor, pero con la condición, que ella tenía que vivir con nosotros. Disponíamos de toda la casa excepto una habitación que, lógicamente la ocupaba la señora. No se si sería porque era mayor, el caso es que no trabajaba en nada, se apañaba con la renta que le pagaban mis padres. Mi madre, además de la renta, muchas veces le ponía un plato de nuestra comida, que ella aceptaba, yo creo que sin decir ni gracias.
Aquella nochebuena en la que mamá guisó el excelente cordero, mi madre, que era muy caritativa (cuando fui mayor le dije, con respeto, que más bien fue tonta), antes de que llegara mi padre, para la cena, me dijo:-Niña, vamos a llevar algo de cena a la señora Carmen que quizá no tenga nada. Esta señora era otra protegida de mi madre. Así que dejamos a los niños jugando al parchis y fuimos a llevar comida a alguien que lo necesitaba.
Cuando volvimos, como yo era la mayor, empezamos a poner la mesa, mamá se fue a la cocina haber si el cordero se mantenía caliente y la sopa también, pero !Ja¡ el cordero había mermado una barbaridad...y la sopa también, esta estaba más aguada y estaba cociendo a borbotones, antes de entrar en la cocina vimos a la señora, por cierto se llamaba Gregoria, apartando del fuego la olla de la sopa. Quizá la puso a cocer más para que aumentara.
Mi madre tenía mucho carácter, pero solo lo empleaba con nosotros, sus hijos, con nadie más.
El caso es que mamá no dijo nada. De todas maneras había sopa para todos y cordero también y, tuvo la elegancia cuando empezó a servir la mesa, de ponerle el primer plato a la señora Gregoria, tanto de sopa como de cordero.
Mi hermano, el que me sigue, pues tiene tres años menos que yo, decía en la mesa, que él quería el trozo de las tabas, que luego guardaba para jugar, pero dio la "casualidad" de que parte de las patas del cordero donde debían estar las tabas no aparecían por ninguna parte. Solo estábamos en el secreto de la desaparición de ciertas tajadas, mi madre y yo, esta me dijo que no dijera nada ni a papá, ni a los niños...Creo que he guardado el secreto hasta hoy...60 años después.
La señora Gregoria siguió siendo mala, mala, mala, con nosotros los niños. Mi madre nos decía que calláramos, pues al fin y al cabo le estaba agradecida por realquilarnos la casa. Menos mal que por fin mis padres encontraron una buena casa y la perdimos de vista...jajaja.
¡Señora Gregoria donde quiera que esté aún la recuerdo, pero sin odio!
Fijese que mientras he estado escribiendo, me he reído a carcajadas solo de recordar la cara que puso mi madre cuando vio que nos había robado las mejores tajadas del cordero.¡¡¡¡Señora, usted no era tonta, no!!!!
Esa tal Gregoria, lamentablemente forma parte de la carga negativa de este mundo.
ResponderEliminarHay gente tan perversa, que ellos mismos son victimas de su miseria.
Cuentas la historia sin odio, !Claro! que odio puedes sentir por un ser tan miserable y tan isignificante, que ni siquiera alcanza a disfrutar con la felicidad de un niño.
Ustedes fueron los generosos y disfrutaron de lo poco que tenian. Ella tenia una casa, pero no mandaba en ella.
Feliz año para ti y que todos tus deseos se cumplan.
Un beso y un abrazo.