No es que me gusten mucho estos animalitos, ninguno anfibio de su estirpe, "pobrecitos" pero no los puedo soportar, y si se trata de cocodrilos...ni ver un documental.
Pero lo que hoy cuento de las ranitas, tiene su moraleja y cosa curiosa, me ha gustado mucho.
Lo cuento.
Un grupo numeroso de ranas iban paseando por el bosque cuando, de repente, dos de ellas cayeron en un profundo pozo.
En ese momento, todas las ranas pensaron que no habría manera de salvar a sus compañeras y que allí habían acabado sus días.
Por eso, desesperadas y angustiadas, no paraban de gritarles:
¡No podréis salir de ahí!, ¡dejad de saltar, no tiene sentido!
Pero las pobres no hacían caso a esos gritos de desaliento que sólo conseguían minar sus cada vez más escasas fuerzas.
De hecho, uno de los anfibios pronto se desanimó, paró de saltar y se ahogó.
La otra rana no se dejó vencer y siguió salta que salta pese a los agoreros gritos de sus congéneres:
¡¡No lograrás salir del pozo!!.
Finalmente, la rana salvo su vida. pero fue gracias a que era sorda y pensó que las demás, con sus gestos y gritos, la estaban animando a seguir esforzándose para salir del hoyo.
Y es que una palabra de aliento puede sacar adelante a alguien que se encuentre desanimado y una palabra destructiva puede desmoralizar hasta al más optimista...
Hola Mª de los Angeles, ya conocía la historia y me pasa como a ti que estos bichejos cuanto mas lejos mejor, los cocodrilos en documentales aun los veo pero hasta que atacan hay ya cambio:)
ResponderEliminarBueno es verdad que muchas veces una palabra o simplemente un abrazo en silencio hace que una persona haga lo imposible y hace que esa persona salga adelante, o también todo lo contrario que la hunda hasta la mas hondo, pero hay que ser mala persona para hacer eso.
Besos.
Como dice el refrán, "de todo hay en la viña del Señor", los hay malos, menos malos y...alguno bueno, jajaja.
EliminarMe ha encantado tu historia del bisonte, sigo sin poder entrar, pero hoy cuando llegue mi hijo que es informático seguro que me soluciona el problema, creo que la culpable soy yo, ya te contaré.
Muchas gracias por tu visita, recibe un fuerte beso
Ma de los Angeles, una misma situación resuelta de manera muy diferente, somos humanos, como las ranitas..., un abrazo!
ResponderEliminarTenemos que seguir esforzándonos aunque estemos al límite como la pobre ranita que se salvó.
EliminarUn beso querida María Cristina
Un cuento estupendo y con una buena moraleja.........por cierto a mí me encantan las ranas.Besicos
ResponderEliminarNo se si te gusta verla o comértelas...¿Has comido alguna vez ancas de rana?, dicen que son deliciosas, pero las ranitas pueden estar tranquilas conmigo, seguro que no las comeré.
EliminarUn beso Charo.